sábado, 23 de enero de 2010

Tomás García, cuando un amigo se va.

Me acabo de enterar que Tomás García Arnalot nos ha dejado. Ya no está físicamente con nosotros pero, cuando menos para mí, sigue/seguirá presente. Quizás a algunos no les diga mucho su nombre pero no exagero un ápice si digo que ha sido uno de los hombres más importantes que ha tenido la televisión española en los organismos internacionales. Sobre todo, en deportes. A los veintitantos años era ya una figura admirada en los congresos de Eurovisión, junto a otro joven y amigo, Manolo Romero Canela, el ingeniero que revolucionó las retransmisiones olímpicas.

Hace cuarenta/treinta años había un equipo español, tres de origen catalán, que causaron impacto en Eurovisión y en la OTI y que me atrevería a decir que fueron unos auténticos revolucionarios de los nuevos métodos televisivos. La cabeza, el líder, Luis Ezcurra, un periodista surgido del diario de La Vanguardia que fue el primer director que TVE tuvo en Barcelona y que se puede decir que fue el gran impulsor de la tele estatal cuando se trasladó a Madrid. Con él se fueron dos jóvenes catalanes, una mujer, Maria José Martínez "La Pepa" o "Pepita" para todos, que en aquellos años ya dominaba cuatro/cinco idiomas y que fue pieza básica en los primeros viajes de los Reyes para que todas las cuestiones referentes a televisión estuvieran a punto. La Pepa lo sabía todo a nivel de televisión, incluidos todos los derechos internacionales. Era la mujer con mayores conocimientos televisivos en Europa y en todos los países de habla hispana, e incluso árabes. María José, "la Pepa", era del Barça y nació en Grácia, en la plaça de Sol, muy cerca de la del Diamant que universalizó Mercé Rododera con su gran obra literaria y llevada más tarde, con gran éxito popular, a la pequeña pantalla.

A la Pepa se la llevó Ezcurra a Madrid como se llevó a Tomás García Arnalot, al que yo ya conocía del Colegio San Miguel dónde él estudiaba y era uno de los ídolos deportivos del colegio como jugador de balonmano. Con él estudiaban en el mismo cole sus otros dos hermanos, Santi, el mediano, que ha sido uno de los mejores guardametas internacionales de hockey sobre patines (figura del Reus Deportivo y de la selección), y el pequeño, José María, con el que compartí aulas y años después algún que otro proyecto televisivo cuando él también se dedicó a la producción televisiva tras un periodo de colaboración con Julio Iglesias.

Tomás, Santi y José María eran hijos de un gran periodista, Santiago García, durante varias décadas jefe de deportes de "La Vanguardia" que falleció no hace mucho con casi una centenaria vida, y siendo el socio número uno o dos (no lo recuerdo ahora con exactitud) del Espanyol. Pero a la hora de escribir, olvidaba su condición de socio, anteponiendo su sagrada vocación periodística. A la hora de relatar era únicamente periodista.

Y periodista, sobre todo periodista de la imagen, era Tomás García Arnalot, con el que tuve el privilegio de colaborar con él, primero en su época madrileña, cuando los deportes estaban bajo su tutela y la responsabilidad la compartía con Juan Manuel Martín de Blas (su brazo derecho durante aquellos años del deporte en Madrid y después en la programación generalista primero desde Barcelona y más tarde desde Madrid. Juanma era (es) un intelectual de las 625 líneas cuya huella se ha dejado sentir poderosamente en muchas de las más ambiciosas series históricas (y de ficción) que ha emitido TVE.

De aquel formidable equipo que internacionalmente lideraban dos catalanes (Pepa Martínez y Tomás García) y un madrileño, Manolo Romero Canela, estaba también el que ha sido el gran maestro de los realizadores españoles, Ramón Díaz, un riojano que con cuatro cámaras era capaz de ofrecer una retransmisión como si manejara veinte. Era tan extraordinariamente bueno realizando, con fama internacional que, claro, cuando llegaba el desfile militar, o los mensajes del Caudillo, no se podía evaporar. Con Ramón Díaz, de una humildad pasmosa, tuve la oportunidad de colaborar con él en diversos proyectos, algunos de importancia, como los Mundiales de España-82 y la visita del papa Juan Pablo II a Barcelona.

A Tomás García, que como he dicho le conocía del cole y por ser compañero y amigo de su hermano José María, lo tuve de jefe desde Madrid y de director en Barcelona. Tomás sabía de tele tanto como el que más pero le horrorizaban (como a mí y muchos otros) el papeleo y la burocracia. Yo creo que hay "dos tomases". El Tomás que respiraba aire puro en los foros internacionales dejando boquiabiertos a casi todos los europeos (la Pepa, él y Manolo Romero). y el Tomás encerrado entre cuatro paredes de Prado del Rey primero y de Miramar y Esplugues después.

Cuando yo viajaba por el extranjero y acudía a las distintas televisiones casi siempre para solicitar asistencias técnicas y/o materiales de archivo, no existía televisión alguna, fuera en Europa, los países nórdicos y Rusia incluidas, o fuera en Argentina o Brasil, que citando el nombre de Ezcurra, la Pepa y/o Tomás García no sólo se abrían todas las puertas sino que además te colmaban de atenciones.

Recuerdo aún, como si fuera ayer, el éxito internacional que acaparó Tomás García junto a Manolo Romero, y también a otro ingeniero del sonido, Fermin Mestre, en los mundiales de fútbol de Méjico, que coronó al Brasil de Pelé en tricampeona del mundo, y dos años más tarde en Sapporo, como máximos responsables europeos de aquellas retransmisiones de esquí en que la inconfundible voz y sabiduría de Juan José Castillo nos narró el primer oro olímpico con el éxito de Paquito Fernández Ochoa.

Fuera de televisión, Tomás García Arnalot ("Pitu", en el cole) no tuvo toda la suerte que su capacidad profesional mereció. Fue, si la memoria tampoco me falla, el impulsor de la primera productora privada en Barcelona, y años más tarde, con Dufo, el dueño de La Casera, trabajó en el proyecto de unificar criterios entre varios productores catalanes, entre los que me encontraba, con el fín de tener más fuerza frente a las televisiones públicas y privadas para que las productoras radicadas en Madrid no se siguieran comiendo todo el pastel. Era una brillante idea que no prosperó, entre otras razones, porque ya entonces luchaba con su salud precaria, una salud que le ha restado fuerzas (no capacidad intelectual e ilusión) a lo largo de los últimos años.

Tomás García Arnalot, que nació en un hogar creativo e imaginativo de la calle Muntaner, frente por frente del colegio del que fue un ídolo, al igual que su hermano Santi (hoy, el único superviviente), o el internacional López Balcells en balonmano, y/o Abaurrea en la gimnasia, tras la desaparición de Blume y su equipo, ha dejado de estar emocionalmente entre nosotros, pero para los que le conocimos profesional y humanamente, dentro y fuera de las 625 líneas, dificilmente lo olvidaremos.

Otro catalán, cuya vida ha estado entroncada en "su" Garraf que, al igual que la Pepa Martinez, a la plaça del Sol, han sido ilustres en el mundo y no han tenido todo el reconocimiento merecido en su propia tierra, en Catalunya.