miércoles, 28 de julio de 2010

Sala Martin, lamentable. Muy lamentable.

Escuché a Xavier Sala i Martin, primero en RAC 1 y después en Catalunya Rádio, justificando lo injustificable: intentar decir que las cuentas de su etapa y la de Laporta eran las buenas. Nervioso/muy nervioso intentaba decir que los números de Faus no son reales. Se inventó historias increíbles que sólo pueden convencer a los idiotas y a los imbéciles. Lo que no entiendo es que estas emisoras lo entrevistaran personas no cualificadas, no preparadas, lo que permitía la lucidez que no tuvo. Todo lo contrario. Me dio pena/pena/pena Sala Martin. Me hubiera gustado escuchar a Sala Martin ante el actual vicepresidente económico, Javier Faus, o ante un analista del prestigio de Manel Pérez que, por cierto ayer firmaba un artículo en "La Vanguardia" que merece su reprodución "Apenas un mes le ha aguantado a Laporta su autobalance de la gestión económica en el Barça. El tiempo que ha tardado la auditora del club en presentar el informe del último ejercicio. La nueva junta de Rosell se ha limitado a contabilizar las salvedades e incertidumbres, alguna de las cuales se arrastraba ya del año anterior, detectadas por Deloitte, la firma que Laporta trajo al club para revisar sus cuentas. Con ese prudente gesto, del negro se ha pasado al rojo. Un enorme mar rojo.
Aunque la contabilidad dista mucho de ser una ciencia exacta, el informe dibuja un retrato inquietante. Rasgos de nepotismo, el viejo vicio de comprar activos (terrenos) con dinero ajeno a un precio muy superior a su valor de tasación (¿cuál era el objetivo real de la operación?), opacidad, como la de firmar contratos sin garantías, y capricho irresponsable, al negarse a reconocer como pérdidas las indemnizaciones pagadas por orden judicial. Métodos de quien se ha sentido amo sin límites más que gestor fiscalizado por los socios.
Es posible que Laporta se reconforte pensando que cuando llegó al club, en el 2003, ordenó revisar las cuentas y acabó imputando muchas más pérdidas, 164 millones. Pero la diferencia es que el gruego eran provisiones y dotaciones que el club recuperó en parte más tarde (y que él se acabó apuntando como beneficios en años siguientes) y no ponían en duda la realidad de las operaciones, mientras que ahora casi casi todo está perdido y muchas cosas son sospechosas. Si sus siete años al frente del club son como Deloitte dice que ha sido el último, nos espera un dramático culebrón a cuenta del método Laporta".

Lo dicho: que Sala Martín se hubiera enfrentado a Manel Pérez, o al propio Javier Faus, o, incluso a uno de los tertulianos que estuvo presente en el programa de "Tu dirás" en RAC 1, David Bernabeu que sin ser un especialista en economía finalizada la entrevista hizo una serie de reflexiones y preguntas que hubiera puesto contra la pared a todo un economista del "prestigio" de Sala Martin que además se atrevió a dice que "la gente no es tonta" e incluso citó a Núñez para decir que como el ex presidente decía "al socio no le puede engañar".

Pues sí, señor Sala Martin: usted, como el señor Laporta, como el señor Oliver son capaces de engañarles una y mil veces.

Lamentablemente, Sala Martin me dió pena, mucha pena. Sus argumentos ya no se sostienen ni entre los más tontos. Y usted pretende ser el listo en el reino de los tontos. Lamentable. ¿Por que no habló, señor Sala Martin, de la cantidad de gente que se va del club con una millonada por contratos, indemnizaciones y/o liquidaciones injustificables. ¿Por qué no explica esos muchos casos que para ellos sí ha habido dinero mientras para el resto las arcas estaba vacías/vacías?.

Su paso por el Barça es una de las páginas más tristes de su vida. Tan triste/triste que muchos méritos tendrá que contraer en los próximos años para recobrar una parte de la credibilidad que para algunos tuvo. Para aquellos que defienden, como usted, el peor de los capitalismos.

Repito: lamentable.

¿Los mejores años de nuestra vida?

El presidente Sandro Rosell y su nueva junta directiva se están acordando por pasiva y por activa de la célebre frase del ex presidente Laporta cuando anunció a los cuatro vientos que íbamos a vivir “los mejores años de nuestra vida”. Ciertamente, así ha sido en lo deportivo e incluso en la forma de vivir del anterior presidente y de varios de sus directivos que no han puesto freno a nada en unos “desbocados” años que están dando paso a que, a los actuales dirigentes aquella famosa frase se les esté convirtiendo –de momento y no se sabe hasta cuándo- en lo que pueden ser para este presidente y estos directivos en “los peores años de sus vidas”. Y no me refiero al aspecto deportivo, que esto está por ver. Me refiero a lo principal: a lo económico, porque ya sabemos que si las finanzas no funcionan, antes o después, acaban trasladándose los problemas al terreno deportivo. Y las perspectivas económicas en can Barça, a corto y medio plazo desde luego, no son las más halagüeñas. Todo lo contrario. La situación económica con la que se han encontrado Sandro Rosell y sus directivos es –de no tener el temple de acero que tiene el nuevo presidente- para echarse a temblar. De ahí, que se haya rodeado de un equipo económico potente, encabezado por Javier Faus y que para la dirección general del club se haya elegido a uno de los ejecutivos más duros que conoce actualmente el empresariado catalán: Antoni Rossich. Si se trata de un ejecutivo duro/duro lo dice casi todo el mundo que ha trabajado con él. “A Rossich se le padece”, me decía recientemente un profesional que conoce bien la trayectoria de quien ha sustituido a Joan Oliver en la dirección general del club. “Es cierto que trabajar bajo sus órdenes es un padecimiento, incluso a veces un calvario por la rectitud y exigencia de sus métodos. Ahora bien: si quieres poner orden y transparencia en una entidad herida pon a un Rossich al frente. Pasarás, de entrada, momentos de gran angustia pero acabarás saneando la herida. Es, actualmente, uno de los mejores cirujanos de empresa que existe que comienza las recetas por su entorno y su propia persona”.

No es de extrañar pues que el presidente Sandro Rosell, intuyendo cómo estaba la situación interna del club, tanto en su disparatada locura de contratación de personal como en la frivolidad con la que se han gastado el dinero, se rodeara de un equipo extremadamente duro para dirigir en los próximos meses -¿años?- la economía de la entidad, algo que no extraña a muchos barcelonistas exigentes con los números, como pueden ser –por citar sólo algunos ejemplos- al ex presidente Josep Lluís Núñez que en su círculo íntimo ya alertó de la locura de gasto que estaba viviendo el club, y también estaban en el mismo convencimiento la mayor parte de la gente de números, entre ellos Jaume Rosell ex gerente del club y padre del actual presidente que siempre ha padecido por los números del Barça.

Hace unos días, en el diario “Sport”, Javier Miguel entrevistaba a Xavi Hernández, uno de los capitanes del club y uno de los jugadores con mayor talento (con el balón) que ha dado la historia de la cantera del club y del fútbol europeo. Decía Xavi: “Laporta ha sido un presidente 10 para los jugadores”. No le faltaba razón al cerebro barcelonista, pero hubiera estado mejor/mucho mejor que hubiera dicho que Laporta ha sido un presidente “10” para el…club. Porque lo importante para una entidad como el Barça, como para cualquier otra, no es ser el mejor para los jugadores. Decir “sí” a todo. Esto es lo fácil. Es lo cómodo. Lo difícil es no decir siempre sí a todo, porque las consecuencias de esa extrema generosidad se acaban pagando. Y el Barcelona, por esa política desenfrenada, desbocada, del pasado, está comenzando a sufrir (y a pagar) todos esos graves errores. Una prueba determinante de la forma de gobernar del equipo anterior se puso en evidencia el mismo día que hubo el relevo en la cúpula interior de la entidad. Mientras el más alto ejecutivo de la directiva saliente (Joan Oliver) se marchaba con la maleta repleta de dinero por su liquidación, horas después el nuevo equipo directivo que entraba se encontraba con que no había dinero en la tesorería ni para pagar la nómina completa del mes. Un escándalo. Una vergüenza.

Sólo pisar el suelo presidencial, Sandro Rosell se ha encontrado con un panorama espantoso que intenta no dramatizar para no asustar al socio. Todo ese “diez” que se ha hecho acreedor el equipo sobre el terreno de juego (y que el propio Rosell puso las bases hace años con la contratación de Ronaldinho, Deco y Márquez y la potenciación de la cantera de la era Van Gaal) se ha transformado en un monumental “cero” a nivel económico, organizativo, personal y de futuro. Un panorama, repito, cómo para echarse a temblar. De ahí que las primeras decisiones adoptadas por el nuevo Consejo Directivo y muy especialmente por Rosell/Faus/Rossich haya sido una política de gastos tan extremadamente dura que ha puesto los pelos de punta incluso a sus colaboradores más directos. Todas estas medidas extremas se intentan que no afecten a los deportistas respecto a sus salarios comprometidos con el anterior presidente, pero sí lo notarán también con algunas de las medidas ya adoptadas. Por ejemplo: salvo en las distancias muy largas, los jugadores viajaran en clase turística como ya he predicado el propio presidente Rosell en sus primeros desplazamientos. Y se han acabado, salvo excepciones muy justificadas, la contratación de aviones privados. Esto mismo es extensible a otros conceptos, como los gastos inútiles y, sobre todo, fastuosos. No está el horno para bollos y encima en los tiempos de crisis que vivimos. Decía recientemente el profesor José Maria Gay, uno de los más expertos conocedores de las economías de los clubs que la deuda del fútbol español en general (la suma de todas las categorías) rondaba los seis mil millones de euros –es decir, quiebra total- y que de esta deuda no escapaban ni Real Madrid ni Barcelona cuyos números que ofrecían a sus asociados no se correspondían con la cruda realidad. Parece que la deuda real del Barça está muy cercana a los 600 millones de euros. Una brutalidad por importantes que sean sus ingresos que, además, en los tiempos que vivimos también corren peligro de consolidarse, salvo que la nueva junta le eche una imaginación fuera de lo común, algo tampoco imposible conociendo la capacidad del presidente Rosell y de muchos de sus directivos, como Faus y Arroyo entre ellos capaces de extraer oro de dónde no lo hay.

El presidente Rosell, como toda su junta directiva están muy concienciados en que lo principal en estos momentos es salvar financieramente la entidad. Que los males existentes no alcancen a los jugadores ni inquieten a los socios. Las medidas de choque adoptadas sólo tomar posesión de sus cargos han ido en dirección de evitar que el socio tenga que pagar las consecuencias de los males internos pasados, por eso el presidente Rosell se ha negado en redondo en aumentar las cuotas de los socios. “Muchos de ellos están haciendo grandes esfuerzos para poder pagar su cuota y algunos de ellos, incluso, por encontrarse en paro o dificultades laborales, no saben ya que hacer para mantenerse al día de sus obligaciones”.

El diario “La Vanguardia”, por medio de uno de sus periodistas de mayor prestigio, Dagoberto Escorcia, dedicaba su artículo del domingo a la situación económica por la que está atravesando el club blaugrana. En su artículo titulado “Las cuentas claras” se hacía eco de los números de los clubs que maneja el profesor Gay y a este respecto,. Escorcia escribe: “Gau habla de que las cuentas de incluso el todopoderoso Barça están en aprietos y que la deuda es mayor de lo que se ha dicho. Chocan frontalmente las palabras de Gay con el balance alegre que presentó un ilustre y mediático economista como Sala i Martin, también lejos del informe que hace pocos días dio a conocer el nuevo encargado del área económica del club azulgrana, Javier Faus”. Y añade que seria conveniente que “la junta directiva del nuevo presidente del Barça, Sandro Rosell, sea consecuente con lo que prometió en campaña: transparencia. Los socios necesitan saber de verdad cómo están sus cuentas para no llevarse sorpresas en el futuro. Cierto es que loo que más interesa al socio son los resultados deportivos, pero los económicos significan el soporte del club y de ellos dependen los éxitos en el campo. Conviene que la auditoría encargada sea lo más clara y auténtica posible, y que se haga pública. Sólo por el bien de la salud mental del socio conviene que la nueva junta aclare qué razones tuvo en qué se fundamentó Sala i Martín para asegurar que el club estaba saneado, y por qué los números de Faus dicen lo contrario”.

En los próximos días, la directiva que preside Sandro Rosell casi con toda seguridad hará pública las auditorías que se están finalizando y que ya anunció en su campaña electoral. Es muy probable que Javier Faus, el actual hombre fuerte de la economía barcelonista convoque una rueda de prensa para dar cuenta de esas auditorías y que explique la situación real del club. No sé si lo hará con toda la crudeza o no. Dependerá de que el presidente Rosell quiera decir, además de las auditorías, todo/todo/todo con lo que se ha encontrado. No es fácil ni cómodo para el presidente que se debate entre su promesa electoral, que piensa cumplir a rajatabla, y si es conveniente contar de una atacada toda la situación real o ir dosificando las entregas para no crear un alarma que no desea.

Sea cuál sea el paso final que decida dar el presidente, es que el Barça actual está atravesando por una situación extremadamente grave, como vivió hace medio siglo el presidente Enric Llaudet que a causa de la construcción del Estadio y de la política sin freno del entonces presidente Miró-Sans, el Barça vivió uno de sus períodos más amargos que acabó repercutiendo en la marcha del equipo, algo que no desea que el presidente Rosell y su junta directiva no desea que se repita. Pero lo cuente todo, o sólo parte de la gran herida, el presidente cada vez está más cerca de las históricas palabras que pronunció el primer ministro inglés Winston Churchill cuando en su alocución radiada a la nación manifestó: “Digo a la cámara como he dicho a los ministros que se han unido a este gobierno: no puedo ofrecer otra cosa más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros una prueba de la especie más dolorosa. Tenemos ante nosotros mucho, muchos, meses de lucha y sufrimiento”. Aquellas impresionante y sinceras palabras pronunciadas en 1940 se convirtieron con el tiempo en uno de los más grandes discursos del siglo XX y que el pueblo siempre se lo ha agradecido.

Salvando las distancias, el presidente Sandro Rosell se encuentra en el dilema de emular a Churchill o ser más cauteloso ante la masa social blaugrana que es su única preocupación. Pero si Rosell no pide “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, muy cerca andará. De entrada, el nuevo director general Antoni Rossich ya ha hecho rodar más de una lágrima por atajar lo que considera abusos e inmoralidades. Y aún prácticamente no ha hecho más que comenzar.

martes, 20 de julio de 2010

El nuevo Barça

Si yo fuera el presidente del Fútbol Club Barcelona, es decir Sandro Rosell, enviaría a los socios una cinta grabada de la entrevista que sostuvo el pasado viernes con Josep Cuní en TV3. En esa conversación, inteligente, sin rodeos, transparente, quedaron muy claras las líneas que marcaran el proyecto del nuevo presidente. Rosell es un presidente que está dispuesto a hacer lo que sea, con tal de devolver los valores esenciales que inspiraron a Hans Gamper en su fundación: Primero el Barça, después lo demás. No lo demás primero y el Barça después como desgraciadamente a nivel institucional ha venido sucediendo a lo largo de estos años.

Ésta falta de ideario, esta ausencia de transparencia y austeridad, es lo que llevó al hoy presidente y también a varios de sus hoy nuevamente directivos a renunciar a sus cargos. Ésta nueva junta directiva, digámoslo ya sin rodeos, no es una junta de “palmeros”. Es una directiva que todo se visten por los pies y que no tienen otro objetivo y sentimiento que el Barça funcione bien. Mejor dicho: muy bien. Pero en todos los sentidos: en el terreno deportivo, fundamental, pero también en el terreno institucional. Que nadie puede decir, ni con la boca pequeña, ni susurreando, que se hacen cosas que no deben hacerse.

Esta directiva que preside Sandro Rosell tiene un privilegio: que la gran mayoría de ellos goza de un prestigio profesional intachable y de una posición económica que les permite la autoridad moral y la libertad que es probable no han gozado otros. Y, además, de una honradez puesta a prueba de bomba. Esta directiva, puede cometer errores, que seguro que los comete, pero no les pillarán con las manos en la masa, porque tienen unos ideales y unas referencias. Para esta directiva, ya experta en mil batallas, la referencia es el fundador y cinco veces presidente, Hans Gamper. No quieren apartarse ni un ápice de la línea marcada por el creador del club y si se tienen que hacer grandes sacrificios, como los hizo él, también se harán. Es más: ya se han comenzado a hacer en los escasos días que llevan en sus nuevos cargos. Y si la guía moral es Gamper, el espíritu de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 (austeridad/imaginación/transparencia) son los otros valores añadidos a esta nueva política que ha marcado decididamente el nuevo presidente y respaldado por todo el Consejo Directivo.

“La ilusión del socio es que este club dure muchos años” decía Rosell a Cuní a esa entrevista sin desperdicio. Y es que el presidente no está dispuesto a estirar más el brazo que la manga, se lo pida quien se lo pida. Sea el Lucero del Alba o sea Dios que para algunos, en el actual argot barcelonista, tienen nombre y apellidos, aunque para nosotros no hay más ser superior en el club, que la propia entidad, es decir el Barça. A partir de ahí, del Barça en la máxima expresión, el resto son seres naturales, incluidos los mejor dotados. Pero nadie/nadie tiene porque tener actos reverenciales, por grande que sea y por servicios extraordinarios que haya motivado.

El Barça tiene ciento diez años de vida, y seguirá por encima de todos, incluidos mitos y quienes puede acabar también siendolos.

A ROSELL NO LE TIEMBLA EL PULSO.

Dentro de esa política de principios morales que pretende ser la bandera de la nueva junta directiva, irrenunciable a todo lo que no sea moralidad, el presidente Rosell quiere llevar sus objetivos hasta los últimos extremos. Ni le tiembla el pulso ni le temblará a la hora de tomar decisiones, por impopulares que sean. De entrada, él confía en todos aquellos que merecen la máxima confianza, pero siempre y cuando nadie/nadie/nadie se extralimite en sus funciones. Llámese cómo se llame. Tenga las mayores influencias del país o no. Tenga a toda la prensa a favor o no. Rosell y su junta directiva sólo se han marcado un camino: informar de todo/todo/todo al socio. Y aguardan, con paciencia y sin impaciencia, las auditorias que están en marcha. A priori, no desconfían de nada…pero pruebas suficientes ya tienen para desconfiar de demasiadas cosas que han heredado. De entrada, demasiadas tensiones en la tesorería. Demasiadas. Hasta el punto que un club como el Fútbol Club Barcelona no haya podido cumplir con sus obligaciones financieras y laborales en las fechas que correspondían, han puesto a bajar de un burro al presidente y sus compañeros de consejo. No les entra en la cabeza que muchos se hayan quedado sin percibir sus honorarios el día que les correspondía y que, en cambio (por citar un caso conocido) el ex director general, Joan Oliver se fuera con su liquidación intacta (más de ochocientos mil euros) en el mismo instante de recoger sus bártulos. Es decir: primero él, y después el Diluvio. No es de extrañar que cuando conoció el caso, el presidente exclamara públicamente: “Lo de Oliver es algo inmoral”.

Y de ahí que, automáticamente, Sandro Rosell en una de sus inaugurales juntas manifestara con aires de cabrero: “La inmoralidad, la impunidad, el dispendio han llegado al fin, mientras yo sea presidente”.

SALA MARTIN/JAVIER FAUS.

Ha extrañado, y mucho, que Xavier Sala Martin, ex presidente de la Comisión Económica del club y ex vicepresidente, en una emisora con fama de laportiana aún intentara justificar a su amigo Oliver: a) o Sala Martin ha perdido el oremus o b) o Sala Martin, tras su paso por la popularidad del Barcelona y por la influencia de Laporta, ha perdido todo sentido común y toda la credibilidad. Porque si justificación sobre Oliver no tiene nombre, menos lo tiene cuando horas antes de tomar posesión el nuevo presidente presentaba un balance faraónico, que sólo podía engañar a los más tontos del corral.

La realidad es que Xavier Sala Martin, al que seguía a través de sus artículos en La Vanguardia antes de ser directivo barcelonista, y los leía con interés, me ha defraudado totalmente. Pero lo que es peor: ha defraudado a miles de barcelonistas y probablemente a muchos de sus alumnos que cuando han visto la realidad (“El Barça se queda sin dinero para la nómina a futbolistas y empleados”) y el balance supermaquillado que presentó ofreciendo un superávit inexistente, se habrán quedado estupefactos. “¿Y un profesor como éste nos va a implantar clases y lecciones….? ¿De qué? ¿De ingeniería económica…?”.

Sus americanas llamativas ya le delatan como un personaje necesitado del ego y la vanidad, como ha sucedido con el presidente saliente: capaz de decir blanco donde era negro y viceversa. Y todo amparado, porque la pelotita entraba que, evidentemente para el aficionado es lo más importante.

La antítesis de Sala Martin es Javier Faus i Santasusana, el vicepresidente económico actual. Una persona distante de todo protagonismo, un economista sensato, pragmático y realista/realista. Ya dije un día, después de un debate en el Colegio de Ingenieros sobre la economía del Barça y en el que también participaba Ferrán Soriano, que me había llamado la atención la sabiduría y el poder explicativo de Faus que había ensombrecido totalmente al hoy presidente de Spanair.

Javier Faus es uno de esos personajes que parecen que no están pero que están en mayúsculas cuando tiene la palabra. Es una persona convincente, que sabe lo que se lleva entre manos, que es un hombre de hoy, nada utópico. Que en números al uno le llama uno y al dos, dos. Es decir: uno de esos economistas que no venden humo, como desgraciadamente ha pasado en los últimos años en el Barça a tenor de lo que se ha visto y muy probablemente se verá, después de las autorías.

El cambio de Faus por Sala Martin es el cambio de la realidad por el sueño americano. El cambio del raciocinio por la pura fantasía adornada.

Lo malo para Faus es que le va a tocar vivir en el nuevo Barça de Rosell una era de cuadrar realidades, de apretar/apretar los cinturones para que el club vaya adelante. Claro que cuenta con la inestimable ayuda de toda la junta, el apoyo solidario del presidente y de un brazo ejecutor como Antoni Rossich que en los escasos días que lleva en su cargo de Director General ya ha ahorrado más dinero que en los varios años de gestión de Oliver. De entrada, todos los gastos superfluos se están exterminando. A Rossich no le importa quién los origina, sea quien sea, la tijera de las rebajas la tiene como arma primordial de su trabajo. Y como cuenta con todo/todo/todo el respaldo del presidente, Rossich por una parte y Javier Faus por otra, harán un Barça irreconocible respecto a los últimos años. La corrupción, las corruptelas, los caprichos y los etcéteras que endeudan los números del club, se han acabado. Y como encima el presidente Rosell quiere ser, además de presidente, socio y ciudadano normal, ya ha dado las órdenes que él no quiere ni guardaespaldas ni coches de lujo que incrementen los gastos del club. “Yo creo que el presidente del Barça no tiene que utilizar guardaespaldas ni el club tiene porque disponer de agencias israelísEvidentemente el Barça es y será siempre más que un club, pero su presidente no deja de ser un socio y un ciudadano más”

LOS DERECHOS DE TELEVISION Y BARÇA TV.

Ya he dicho que al presidente Sandro Rosell no le tiembla el pulso a la hora de tomar la decisión que sea, con tal que la decisión sea beneficiosa para el club. A Rosell sólo le preocupa el club y sus socios, a los que debe rendir cuenta y tiene muy claro que esa fue su promesa electoral y la cumplirá por encima de todo.

Entre los muchos frentes que tiene abiertos, está el tema de la televisión. Le sentó mal/muy mal que en vísperas de elegirse el nuevo presidente, el presidente Laporta y la productora Mediapro firmaran un contrato de renovación (o ampliación). Cree que ese acto no se debía hacer por respeto a los socios que estaban camino de las urnas. Así lo afirmó públicamente y así se lo ha hecho llegar a los responsables de la productora que hoy por hoy (no sé si mañana) monopoliza todo el fútbol español.

Sandro Rosell manifestó a los socios barcelonistas, y muy particularmente a los que viven lejos de Barcelona y a las peñas en general, que pensaba hacer todo lo que estuviese en su mano para modificar los horarios televisivos. Que el fútbol, y concretamente el Barça, es una fiesta familiar y al que tienen derecho a asistir al campo las familias de todas las edades, los niños y los que viven distanciados de la ciudad. Y que lucharía por cambiar esos horarios.

Rosell sabe que no lo tiene fácil. Que Mediapro tiene los derechos y hace valer sus intereses. Pero Rosell piensa apelar al “llamado barcelonismo de sus principales ejecutivos y propietarios” (Roures y Taxto Benet, entre otros….) para que, como barcelonistas, entiendan la sensibilidad y los derechos de los barcelonistas. No parece que, pese a su -¿interesado?- barcelonismo estén por la labor, pero Sandro Rosell, auxiliado por uno de los nuevos directivos y también experto en derecho televisivos, Manel Arroyo hagan lo posible e imposible porque el horario del fútbol, al menos en el Camp Nou y salvo algunas lógicas excepciones, vuelve a la hora de siempre. “Yo pertenezco a una generación que vivíamos el Barça sin televisión y el Barça no dejó de existir. El Barça sin lo que paga televisión ciertamente pasaría graves dificultades, pero las superaría como ha superado todo a lo largo de su historia” ha manifestado en más de una ocasión el presidente Rosell.

Por otra parte, también el nuevo líder del barcelonismo tiene entre ceja y ceja los enormes gastos y la poca influencia que Barça TV origina en estos momentos. Y también está dispuesto a dar un giro a su existencia. Sandro Rosell y Manel Arroyo saben que en estos momentos el único que saca provecho del canal televisivo no es el Barça sino su explotador. Y también quieren afrontar este tema. Piensan que los recursos cuestan mucho/demasiado dinero y el poder de expansión del canal no está en consonancia con el esfuerzo económico y el objetivo del club, de ahí que este tema, también entra en la discusión y debate futuro, por no decir inmediato.

¿Qué ha pasado con Pep?

Esta es la pregunta que esta pasada semana se hacía Miguel Rico en su página “A la contra” en El Mundo Deportivo. Decía, con razón, que Rosell había dicho que Guardiola firmaría por dos temporadas con opción a una más. Y así es: algo ha debido pasar para que no se cumpliera ese objetivo. ¿Se ha equivocado Rosell…o se ha equivocado, en algo, Guardiola? ¿O se han equivocado los dos? Es probable que haya sido más lo último que lo anterior. Pero incluso estoy dispuesto a aceptar que el error haya partido del partido, que es mucho aceptar.

Aquí nadie discute los indiscutibles conocimientos de Guardiola, ni antes como jugador, ni ahora como entrenador. Ahí están los números. Pero siendo indiscutible/indiscutible la figura de Guardiola, también hay que decir que nadie es indiscutible (por bueno que sea) y menos aún intocable. Y Guardiola que ya me pareció extraordinario como jugador, y ahora como técnico, también debe aceptar que la única razón universal es la suya. Como la de nadie.

Decía José Luis Carazo en el diario “Sport” que “no me ha gustado que estén surgiendo rumores que retraten a Pep Guardiola de pesetero” para añadir: “Si Guardiola realmente hubiera pensado en el dinero lo hubiera tenido muy fácil, pues sólo le hubiera bastado firmar el cheque en blanco que le ofreció el ex presidente Joan Laporta semanas antes de que éste abandonara el club o aceptar ofertas supermillonarias que le llegaron de clubs ingleses e italianos (14 millones de euros)”

No entro en las razones porque el contrato previsto por dos más uno, haya quedado reducido a uno. Por algo será. Y este “será” no será únicamente el que “vende” una parte. Algo ha sucedido. Y las especulaciones en una sola dirección no son válidas. Se necesitan conocer las dos partes, y las dos partes no hablan. Hablan sus círculos, sus allegados, y las versiones no coinciden.

Tengo un gran respeto por Guardiola, lo he dicho y lo repito, pero no estoy de acuerdo con que el barcelonismo es única y exclusivamente el entrenador. “Yo, que lo fui todo, no era nadie sin el Barça” me dijo en una ocasión Pep Samitier al que tuve el privilegio de conocer cuando ya era tan sólo un asesor del club. Samitier, ciertamente, lo fue todo. Jugador excepcional. El más grande de su época. Fue un gran entrenador y, sobre todo, y mientras no se demuestre lo contrario, el mejor secretario técnico que ha tenido el club en su larga vida. Él hizo posible que jugadores como Enrique Fernández, Florencio, Marcos Aurelio, Kubala, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo, Kocsis, y el mismísimo Di Stéfano fueran, entre otros, jugadores del Barça. Un monstruo. El deportista que además unió cultura y Barça gracias a su amistad con los grandes intelectuales que ha conocido Cataluña y España. A pesar de todo, de ser todo dentro y fuera del campo, insistía en aquella frase antes expuesta: “Sin el Barça, no era nadie”.

¿Qué quiero decir trayendo el ejemplo del mítico Pep Samitier? Pues quiero decir que Guardiola, siéndolo todo, también es bueno situarlo en su contexto. Que grande/grandioso lo es…pero no hasta el punto de lo que escuchaba una noche de estas en el programa de Joan Maria Pou en RAC 1: “Guardiola es la persona más importante de este club” exclamaba Ernest Folch. No es la primera vez que lo escucho, ni probablemente lo escucharé. También creo recordar que Jaume Roures, el propietario de los derechos televisivos del Barcelona, prorrogados por la discutible generosidad de Laporta comentaba antes de las elecciones que “Guardiola será un gran presidente”.

Me parecen muy bien todos los cánticos elogiosos hacia la figura del entrenador. Es merecedor de ellos, pero todo tiene un límite. Tengo la sensación, probablemente la equivocada sensación, de que hay una parte de los medios de comunicación que sólo ve por sus ojos. Es lógico…pero también es peligroso. Y más peligroso todavía que sólo bebamos de una sola fuente de información/intoxicación. Sería bueno, en el caso de su renovación, conocer todos/todos los detalles. Y opinar. Pero lo que sí es opinable es que siendo verdad y real que el de Santpedor ha sido (es) el mejor entrenador en muchos años del Barça, no es cierto cuando se dice que es la persona más importante del club. La persona más importante es el socio y después del socio, el presidente que por algo lo han elegido la mayoría de ellos.

Pretender elogiar a uno a costa de restar méritos a otros, no es justo, como injusto es escuchar los comentarios/intoxicaciones de una parte interesada.

Aquí sólo hay una realidad: es que guste o no, incluidos los protagonistas, Rosell y Guardiola tendrán que cohabitar institucionalmente durante un año. Esperemos que la cohabitación sea lo más feliz posible, por el bien del Barça que como decía Samitier “sin él no sería nadie”.

martes, 13 de julio de 2010

Cruyff, la bandera de la oposición

Pero es una oposición de camisas viejas.

Y dos de los barcelonistas más revelantes de los últimos años, ya les han hecho llegar que con ellos no van esas trincheras, a la vez que felicitaban (por escrito) al nuevo presidente.

El corazón de los buenos barcelonistas difícilmente aguantaría lo que se esconde debajo de las alfombras.

Dicen que Sandro Rosell está dispuesto a demostrar que al Barça no lo preside un jeque sino un socio.

Yo pensaba que los cien días de tregua a un presidente era una tradición de ley. Pero me he equivocado. Sandro Rosell va a ser la excepción. La oposición, aunque escondida/muy escondida, pero que se le intuye a través de alguna que otra pluma y a través de algún que otro radiofonista, ha decidido no sólo no concederle los cien días de rigor. ¡Ni uno! ¿Y qué coño pasa? Pasa simplemente que no han digerido todavía el triunfo arrollador de Rosell. Y pasa, además, que todos los negocios/negocietes (más negocios que negocietes) corren peligro. Saben, esa oposición aparentemente en la clandestinidad y sobre todo en el silencio, que Sandro Rosell no es un muñeco, ni un títere en manos de nadie y que es capaz/muy capaz de tirar de la manta y hacer lo que otros presidentes no se han atrevido a hacer: levantar las alfombras (incluso los sofás) y llevarse por delante a quién sea. Repito: a quién sea. Lo único que puede frenar al nuevo presidente es el corazón de los culés. Especialmente el corazón de los más entrados en años y de aquellos que con sudor y lágrimas pagan religiosamente y haciendo un gran esfuerzo su cuota como socios de la entidad. Esto, el corazón-culé de los más delicados es lo único que puede frenar el ímpetu de un presidente que, por el contra, es capaz de tener más aguante y paciencia que nadie. Pero todo tiene un límite. Y Rosell también lo tiene, porque si fuera por ganas/ganas/ganas, mañana mismo convocaba con carácter de urgencia una Asamblea extraordinaria de Socios y les informaba de lo que, en sólo una semana se ha encontrado. Y entre la mierda encontrada, hay de todo. Pero de todo en mayúsculas.

Como Sandro Rosell todo esto (y más) se lo olía desde fuera y ahora lo está confirmando y reconfirmando con creces desde dentro, es por lo que su primera/primera decisión fue contratar para el cargo del maloliente Oliver a uno de los ejecutivos más duros que conoce Catalunya en las dos últimas décadas: Antoni Rosich, ex hombre de los Carulla, ex hombre de Abad en los Juegos Olímpicos, ex hombre de Lara en España y en todos los países de habla hispana, para poner órden en las cuentas y en el personal de la casa, y hasta miedo/miedo/miedo entre aquellos que se han sobrepasado en sus funciones o que se han aprovechado más de la cuenta del sentimiento de los barcelonistas. El terror que Rosich ha impuesto entre los golfos a la semana de llegar, no tiene tradición en el club. Su primera decisión: saber qué ha pasado, saber qué pasa y cortar de raíz toda corrupción y/o corruptelas. Sus decisiones, respaldadas todas por un tranquilo pero impecable presidente y secundados por una junta directiva sin contemplaciones, es imponer como primera base de todas la honestidad. Y la segunda, stop sin miramientos a los salarios extralimitados. Rosich ha comenzado por sí mismo y sus primeras negociaciones con los pocos recién llegados ha sido también de una dureza que ha llegado a hacer dudar a más de uno si le valía la pena ingresar o no. “De aquí no paso” ha dicho –y dirá- por activa y por pasiva.

La elección de Antoni Rosich no ha extrañado a los que bien conocen a Sandro Rosell porque dentro de la apariencia agradable y hasta dulzona del nuevo presidente, es una persona de impecable dureza a la hora de abordar el tema económico. No es tacaño, todo lo contrario, pero no tira el dinero que es muy distinto. Y más aún si este dinero no es suyo y es de una colectividad, y más/mucho más si esta colectividad es la barcelonista. Esto le viene de tradición familiar. Ya su padre, Jaume Rosell, uno de los grandes gerentes que ha tenido el club, era inflexible en los gastos y números del club. Para los Rosell el dinero de los socios del Barça es sagrado. Y lo es que si el padre ya tuvo en su época diferencias notorias con sus propios compañeros de junta (y jugadores) por este tema, el actual presidente Sandro no iba a ser menos. Ni lo será. Llámese cómo se llame. Sea quién sea. Rosell, por el bien del club, está dispuesto de momento a tragarse más de un sapo. Pero de momento. No eternamente. Y si hay parcelas en las que no quiere alteraciones ni tensiones, no quiere decir que esté de acuerdo con todo lo que se ha hecho y en aceptar todo lo que se le pide. Sandro Rosell es de los que, ante la injusticia, el capricho y/o el abuso, pone límites. Pero límites totales. Él, por una foto o por una sonrisa, no dirá caprichosamente sí a todo. Para Rosell el Barça, única y exclusivamente el Barça, está por encima de todo y de todos. Y no está dispuesto a seguir engrandeciendo la ya espantosa deuda del club ni está dispuesto a que algunos, en nombre de un falso barcelonismo, sigan enriqueciéndose brutalmente. Que ganen dinero, sí. Pero entre colmar los deseos insaciables de quienes sean y el club, Sandro Rosell siempre elegirá lo segundo, el club. Y al socio piensa explicarle todo/todo lo que, como ya he dicho, el corazón culé esté dispuesto a soportar. Porque si al socio de corazón culé/culé, de corazón caliente, se le dice todo/todo, desde cómo han funcionado las ventas de entradas hasta los alquileres de todo tipo, pasando por unas nóminas desorbitadas y todos los chollos que cada día/cada hora aparecen, porque donde no llegan los nuevos ejecutivos, llegan los trabajadores honrados dispuestos a contar lo incontable, habría una revolución barcelonista.

De entrada, el presidente Rosell ha dicho: los guardaespaldas para otros. Y los cochazos, sean de compra o de alquiler, también para otros. Y que la gente, sea quien sea de dentro del club –pero sea quien sea- que sepa que hasta equis kilómetros se viaja en clase turista, que no pasa nada ni nadie enferma. El que quiera lujos y caprichos, que se los pague. “El Barça no lo preside un jeque, lo preside un socio”, dicen que es su pensamiento, no su expresión.

Y otras de las primeras cosas que se han hecho, que ha hecho el nuevo hombre-fuerte del club, Antoni Rosich es ir recogiendo las tarjetas visas y otras cosas que, por pudor, me callo. ¡Ah! Y que el presidente Rosell no se aloje donde se alojaba su antecesor. Y también que algún que otro mobiliario de descanso, de relax o de vaya usted a saber, al contenedor.

En el Barça de Rosell, de Bartomeu, de Vilarrubí, de Faus, de Arroyo y del resto de la junta directiva, comenzando por el primerísimo de sus ejecutivos, Antoni Rosich, la fiesta se ha acabado. Al menos, la fiesta interior. La que no se ve, pero se siente/se siente.

La pelotita puede entrar o no entrar (algunos de los ex ya desean fervientemente que no entre) pero que a este Barça que lleva la marca del socio número 12.556 y que ha sido votado como a ningún otro en la historia, no lo va a reconocer ni la madre que lo parió, de esto estamos seguros.

Ni las promociones van a ser como antes. Y menos a golpe de portadas y/o editoriales. Hasta en esto van a cambiar las cosas, que ya es mucho cambiar cuando hay quien todavía con poder va y dice: “yo, a esto me dedico”. Y se quedan tan anchos.

Todas estas futuras turbulencias que significan el cambio, el gran cambio barcelonista, ha puesto en pie de guerra a la oposición. ¿A qué oposición? Se preguntaran algunos ingenuos. Pues a la misma que ha existido siempre y que está a punto de cumplir sus Bodas de Plata. Y es que los Laporta y cía (en los que naturalmente incluyo Cruyff y su portavoz periodístico-no-únicamente periodístico) llevan dedicándose a la oposición barcelonista cuando estaba Joseph Lluís Núñez y ahora que ha llegado Sandro Rosell. Incluso han sido oposición presidiendo y controlando el club porque durante esos lastimosos años se han dedicado a atacar y arrear a los que estaban entonces fuera, valiéndose de la siempre dispuesta y predispuesta colaboración de algunos medios de comunicación escritos de colores y no colores (algunos adictos a un famoso mercado barcelonés) y otros desde los púlpitos de las ondas, incluidas las emisoras de los curas. Precisamente desde el púlpito de los curas antes influyentes, su estrella a la baja y quien le aconseja y asesora, más laportista que el propio laporta, no se han bastado durante todo estos meses en entrevistar única y exclusivamente a las gentes del ex presidente que ahora se han lanzado a la búsqueda y captura del nuevo presidente, con intoxicaciones y falsedades, aprovechando la presencia (grabada) de Cruyff. Y es que Johan Cruyff que ya fue durante años la bandera de la oposición barcelonista, ha regresado a sus viejos tiempos y por mucho que el actual presidente se desviva por pasar página y tenderle la mano, son tantos/tantos los intereses que rondan a su alrededor que es imposible ese estrechamiento de manos. Y es que su entorno/entorno no lo quiere porque lo único que quiere es que “el mal sueño rosellista” dure lo menos posible en su actual lugar y volver a dominar el club en la máxima expresión de la palabra.

Pero, como decía al principio, apañados van esos “profesionales de la oposición/posición”, por mucha bandera cruyffista que enarbolen. El nuevo presidente los tiene, como mínimo, tan grandes y bien puestos como los tuvieron algunos de sus predecesores, y no sé porqué me vienen rápidamente a la memorias presidentes como Llaudet anteayer y Núñez ayer que se enfrentaron a quien hiciese falta, por mucho poder que tuvieran sus rivales. Y es que la honradez que desbordaban y el no meter la mano dónde no debían, les valió lo único importante en el club: el respaldo del socio. Y aunque la pelotita no entrara, los socios dieron aliento durante años/años tanto a Llaudet como a Núñez. Y es que al socio se le engaña de vez en cuando, pero no permanentemente como pretende esa “nueva” oposición que ya huele a naftalina.. Todo ese martirio cruyffista no obedece a otra cosa que a intentar ponerle las cosas difíciles a la nueva junta directiva. Pero van apañados, repito. Ese despliegue que ayer hacia un diario de colores vendiendo lástima-Cruyff, no traga. “No seré presidente de honor aunque lo pidan los socios”. Mire señor Cruyff: no aceptar un cargo inexistente. Y eso de que “Es normal que Pep sólo quiera renovar un año: ya no estamos Laporta, Txiki y yo”, le añadiré que usted había dicho mil veces que usted no estaba en el Barça. Y aún recuerdo una entrevista en “La Vanguardia” en el año 2003 después de las elecciones en las que proclamaba a los cuatro vientos: “Núñez y yo ya no pintamos nada en este club”. Por lo que se ve, usted, querido Cruyff, ha seguido pintando y mucho y pretende seguir pintando apoyado por ese “clandestino entorno” que naturalmente de clandestino no tiene nada. Y esa amenaza con el nombre de Guardiola por en medio, ojo no les salga a todos el tiro por la culata.

El Barça, sin la bandera de Cruyff ha vivido, vive y vivirá. Lo que ya no sé es si vivirán mucho tiempo los que pretenden enarbolar su bandera en señal de guerra. Aquí habrá guerra hasta que el nuevo presidente quiera. De entrada, ya hay algunas bajas importantes con las que probablemente pretendían contar en un futuro. De los ex importantes/muy importantes en este Barça de Laporta, dos, con mayúsculas sus apellidos los dos, ya han dicho (por escrito) que felicitan al presidente elegido por los socios y que se ponen a disposición del club. O sea: la oposición/oposición se va a quedar reducida a la de siempre. A la de hace casi veinticinco años. Pero con la diferencia de que ahora, ya se conoce cuál es” el interés por el barcelonismo que les mueve “ como a algunas (pocas, pero algunas) de las plumas y los micros que les apoyaban se intuye -¿o ya se sabe?- porque lo hacían…y pretenden seguir haciéndolo pensando que “lo” de ellos, nunca será descubierto…pero, al final, todo se sabe. Y no hace falta rastrear nada. Te lo ponen en bandeja.

Oposición sí, pero de camisas viejas.

Nota del autor: algunas claves las desvelaré. Y desvelaré, en un futuro, hasta donde el corazón culé resista. También alguna munición debe de quedar en la recámara. Por si las moscas, saben.