miércoles, 28 de julio de 2010

¿Los mejores años de nuestra vida?

El presidente Sandro Rosell y su nueva junta directiva se están acordando por pasiva y por activa de la célebre frase del ex presidente Laporta cuando anunció a los cuatro vientos que íbamos a vivir “los mejores años de nuestra vida”. Ciertamente, así ha sido en lo deportivo e incluso en la forma de vivir del anterior presidente y de varios de sus directivos que no han puesto freno a nada en unos “desbocados” años que están dando paso a que, a los actuales dirigentes aquella famosa frase se les esté convirtiendo –de momento y no se sabe hasta cuándo- en lo que pueden ser para este presidente y estos directivos en “los peores años de sus vidas”. Y no me refiero al aspecto deportivo, que esto está por ver. Me refiero a lo principal: a lo económico, porque ya sabemos que si las finanzas no funcionan, antes o después, acaban trasladándose los problemas al terreno deportivo. Y las perspectivas económicas en can Barça, a corto y medio plazo desde luego, no son las más halagüeñas. Todo lo contrario. La situación económica con la que se han encontrado Sandro Rosell y sus directivos es –de no tener el temple de acero que tiene el nuevo presidente- para echarse a temblar. De ahí, que se haya rodeado de un equipo económico potente, encabezado por Javier Faus y que para la dirección general del club se haya elegido a uno de los ejecutivos más duros que conoce actualmente el empresariado catalán: Antoni Rossich. Si se trata de un ejecutivo duro/duro lo dice casi todo el mundo que ha trabajado con él. “A Rossich se le padece”, me decía recientemente un profesional que conoce bien la trayectoria de quien ha sustituido a Joan Oliver en la dirección general del club. “Es cierto que trabajar bajo sus órdenes es un padecimiento, incluso a veces un calvario por la rectitud y exigencia de sus métodos. Ahora bien: si quieres poner orden y transparencia en una entidad herida pon a un Rossich al frente. Pasarás, de entrada, momentos de gran angustia pero acabarás saneando la herida. Es, actualmente, uno de los mejores cirujanos de empresa que existe que comienza las recetas por su entorno y su propia persona”.

No es de extrañar pues que el presidente Sandro Rosell, intuyendo cómo estaba la situación interna del club, tanto en su disparatada locura de contratación de personal como en la frivolidad con la que se han gastado el dinero, se rodeara de un equipo extremadamente duro para dirigir en los próximos meses -¿años?- la economía de la entidad, algo que no extraña a muchos barcelonistas exigentes con los números, como pueden ser –por citar sólo algunos ejemplos- al ex presidente Josep Lluís Núñez que en su círculo íntimo ya alertó de la locura de gasto que estaba viviendo el club, y también estaban en el mismo convencimiento la mayor parte de la gente de números, entre ellos Jaume Rosell ex gerente del club y padre del actual presidente que siempre ha padecido por los números del Barça.

Hace unos días, en el diario “Sport”, Javier Miguel entrevistaba a Xavi Hernández, uno de los capitanes del club y uno de los jugadores con mayor talento (con el balón) que ha dado la historia de la cantera del club y del fútbol europeo. Decía Xavi: “Laporta ha sido un presidente 10 para los jugadores”. No le faltaba razón al cerebro barcelonista, pero hubiera estado mejor/mucho mejor que hubiera dicho que Laporta ha sido un presidente “10” para el…club. Porque lo importante para una entidad como el Barça, como para cualquier otra, no es ser el mejor para los jugadores. Decir “sí” a todo. Esto es lo fácil. Es lo cómodo. Lo difícil es no decir siempre sí a todo, porque las consecuencias de esa extrema generosidad se acaban pagando. Y el Barcelona, por esa política desenfrenada, desbocada, del pasado, está comenzando a sufrir (y a pagar) todos esos graves errores. Una prueba determinante de la forma de gobernar del equipo anterior se puso en evidencia el mismo día que hubo el relevo en la cúpula interior de la entidad. Mientras el más alto ejecutivo de la directiva saliente (Joan Oliver) se marchaba con la maleta repleta de dinero por su liquidación, horas después el nuevo equipo directivo que entraba se encontraba con que no había dinero en la tesorería ni para pagar la nómina completa del mes. Un escándalo. Una vergüenza.

Sólo pisar el suelo presidencial, Sandro Rosell se ha encontrado con un panorama espantoso que intenta no dramatizar para no asustar al socio. Todo ese “diez” que se ha hecho acreedor el equipo sobre el terreno de juego (y que el propio Rosell puso las bases hace años con la contratación de Ronaldinho, Deco y Márquez y la potenciación de la cantera de la era Van Gaal) se ha transformado en un monumental “cero” a nivel económico, organizativo, personal y de futuro. Un panorama, repito, cómo para echarse a temblar. De ahí que las primeras decisiones adoptadas por el nuevo Consejo Directivo y muy especialmente por Rosell/Faus/Rossich haya sido una política de gastos tan extremadamente dura que ha puesto los pelos de punta incluso a sus colaboradores más directos. Todas estas medidas extremas se intentan que no afecten a los deportistas respecto a sus salarios comprometidos con el anterior presidente, pero sí lo notarán también con algunas de las medidas ya adoptadas. Por ejemplo: salvo en las distancias muy largas, los jugadores viajaran en clase turística como ya he predicado el propio presidente Rosell en sus primeros desplazamientos. Y se han acabado, salvo excepciones muy justificadas, la contratación de aviones privados. Esto mismo es extensible a otros conceptos, como los gastos inútiles y, sobre todo, fastuosos. No está el horno para bollos y encima en los tiempos de crisis que vivimos. Decía recientemente el profesor José Maria Gay, uno de los más expertos conocedores de las economías de los clubs que la deuda del fútbol español en general (la suma de todas las categorías) rondaba los seis mil millones de euros –es decir, quiebra total- y que de esta deuda no escapaban ni Real Madrid ni Barcelona cuyos números que ofrecían a sus asociados no se correspondían con la cruda realidad. Parece que la deuda real del Barça está muy cercana a los 600 millones de euros. Una brutalidad por importantes que sean sus ingresos que, además, en los tiempos que vivimos también corren peligro de consolidarse, salvo que la nueva junta le eche una imaginación fuera de lo común, algo tampoco imposible conociendo la capacidad del presidente Rosell y de muchos de sus directivos, como Faus y Arroyo entre ellos capaces de extraer oro de dónde no lo hay.

El presidente Rosell, como toda su junta directiva están muy concienciados en que lo principal en estos momentos es salvar financieramente la entidad. Que los males existentes no alcancen a los jugadores ni inquieten a los socios. Las medidas de choque adoptadas sólo tomar posesión de sus cargos han ido en dirección de evitar que el socio tenga que pagar las consecuencias de los males internos pasados, por eso el presidente Rosell se ha negado en redondo en aumentar las cuotas de los socios. “Muchos de ellos están haciendo grandes esfuerzos para poder pagar su cuota y algunos de ellos, incluso, por encontrarse en paro o dificultades laborales, no saben ya que hacer para mantenerse al día de sus obligaciones”.

El diario “La Vanguardia”, por medio de uno de sus periodistas de mayor prestigio, Dagoberto Escorcia, dedicaba su artículo del domingo a la situación económica por la que está atravesando el club blaugrana. En su artículo titulado “Las cuentas claras” se hacía eco de los números de los clubs que maneja el profesor Gay y a este respecto,. Escorcia escribe: “Gau habla de que las cuentas de incluso el todopoderoso Barça están en aprietos y que la deuda es mayor de lo que se ha dicho. Chocan frontalmente las palabras de Gay con el balance alegre que presentó un ilustre y mediático economista como Sala i Martin, también lejos del informe que hace pocos días dio a conocer el nuevo encargado del área económica del club azulgrana, Javier Faus”. Y añade que seria conveniente que “la junta directiva del nuevo presidente del Barça, Sandro Rosell, sea consecuente con lo que prometió en campaña: transparencia. Los socios necesitan saber de verdad cómo están sus cuentas para no llevarse sorpresas en el futuro. Cierto es que loo que más interesa al socio son los resultados deportivos, pero los económicos significan el soporte del club y de ellos dependen los éxitos en el campo. Conviene que la auditoría encargada sea lo más clara y auténtica posible, y que se haga pública. Sólo por el bien de la salud mental del socio conviene que la nueva junta aclare qué razones tuvo en qué se fundamentó Sala i Martín para asegurar que el club estaba saneado, y por qué los números de Faus dicen lo contrario”.

En los próximos días, la directiva que preside Sandro Rosell casi con toda seguridad hará pública las auditorías que se están finalizando y que ya anunció en su campaña electoral. Es muy probable que Javier Faus, el actual hombre fuerte de la economía barcelonista convoque una rueda de prensa para dar cuenta de esas auditorías y que explique la situación real del club. No sé si lo hará con toda la crudeza o no. Dependerá de que el presidente Rosell quiera decir, además de las auditorías, todo/todo/todo con lo que se ha encontrado. No es fácil ni cómodo para el presidente que se debate entre su promesa electoral, que piensa cumplir a rajatabla, y si es conveniente contar de una atacada toda la situación real o ir dosificando las entregas para no crear un alarma que no desea.

Sea cuál sea el paso final que decida dar el presidente, es que el Barça actual está atravesando por una situación extremadamente grave, como vivió hace medio siglo el presidente Enric Llaudet que a causa de la construcción del Estadio y de la política sin freno del entonces presidente Miró-Sans, el Barça vivió uno de sus períodos más amargos que acabó repercutiendo en la marcha del equipo, algo que no desea que el presidente Rosell y su junta directiva no desea que se repita. Pero lo cuente todo, o sólo parte de la gran herida, el presidente cada vez está más cerca de las históricas palabras que pronunció el primer ministro inglés Winston Churchill cuando en su alocución radiada a la nación manifestó: “Digo a la cámara como he dicho a los ministros que se han unido a este gobierno: no puedo ofrecer otra cosa más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros una prueba de la especie más dolorosa. Tenemos ante nosotros mucho, muchos, meses de lucha y sufrimiento”. Aquellas impresionante y sinceras palabras pronunciadas en 1940 se convirtieron con el tiempo en uno de los más grandes discursos del siglo XX y que el pueblo siempre se lo ha agradecido.

Salvando las distancias, el presidente Sandro Rosell se encuentra en el dilema de emular a Churchill o ser más cauteloso ante la masa social blaugrana que es su única preocupación. Pero si Rosell no pide “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, muy cerca andará. De entrada, el nuevo director general Antoni Rossich ya ha hecho rodar más de una lágrima por atajar lo que considera abusos e inmoralidades. Y aún prácticamente no ha hecho más que comenzar.