domingo, 1 de junio de 2008

No es eso, querido Emilio.

Soy, lo dije, un admirador de Emilio Pérez de Rozas. Es más: en una ocasión, en este mismo blog, dije que "la última" la había dejado de leer desde la desaparición de la firma de Miquel Rico. Que leía la última por Rico que me ha parecido siempre (y me sigue pareciendo) uno de los mejores periodistas deportivos del país. Y, además, honesto. Con ésto no quiero decir que los demás no lo sean (honestos), lo que decía es que por MR ponía la mano (las dos) en el fuego. Tendrá otras desvirtudes, como yo, pero a la hora de escribir, cuando se pone/pone, pocos superan la inteligencia de Rico.

Pero vamos al grano, a lo que íbamos. Decía que "la última" sólo la leía -ahora- excepcionalmente. Cuando llevaba (lleva) la firma de Emilio Pérez de Rozas. Siempre he sido un seguidor de la "marca" Pérez de Rozas. Empezando por su padre Carlos, uno de los mejores foto-periodistas que ha dado Cataluña. Con sus fotografías deportivas y no deportivas (junto a su hermano Kike o Quique) he crecido. Al abuelo, e iniciador de la saga, no tuve oportunidad de conocerle. Pero sé que fue también un fotógrafo excepcional. Murió con las botas puestas. Es decir, en acto de servicio. Sus últimas imágenes fueron (creo) las del Semiramis, un buque que amarró en el puerto de Barcelona cargado de combatientes que llegaban de la URSS (entonces, Rusia).

Conozco, pues, sobre todo por admiración, a "los Pérez de Rozas", incluso de la etapa en que fueron pioneros-pioneros de la televisión en Cataluña. Si la memoria no me falla, el padre de Emilio (y de Carlos, el de "fácil, fácil, fácil) fue el primero en llevar una cámara de televisión a cuestas para captar las primeras imágenes que desde Barcelona y Cataluña se dieron por toda España. Él, Carlos, junto a su hermano Kike y a Juan Antonio Sáenz Guerrero. Es decir, además de fotoperiodistas, son los autores de las primeras imágenes catalanas que se vieron por televisión.

Con Emilio no he coincidido apenas, pero he seguido toda su trayectoria: en El País, en El Periódico...y su participación como tertuliano en distintas cadenas radiofónicas y muy especialmente durante años en "El Rondo".

Soy, pues, fan de Emilio, incluso con sus irritaciones/cabreos/silencios periodísticos. Y por eso, aunque sigo añorando la ausencia de Rico, a Emilio lo leo. Para bien y hasta desde la discrepancia, como ahora.

Acabo de leer su última y no estoy de acuerdo con muchos de los paisajes e intenciones de su escrito. Por ejemplo, cuando dice que a Joan Laporta le han hecho una moción de censura "por chulo, por sobrado y no por su gestión y/o resultados". Querido Emilio, no estoy de acuerdo. La moción (voto) se la han puesto fundamentalmente por su gestión. Además de por chulo, sobrado y resultados. Pero los socios se han movilizado (se están movilizando) por su lamentable gestión. En cualquier empresa seria, el consejo de administración lo habría sustituido ya. No le concedería una prórroga. Permitir el hundimiento generalizado de un club (una empresa) durante tanto tiempo, no se lo permiten a ningún directivo ni aquí ni en China. Ya no digamos en Alemania, en Francia, en Inglaterra o Estados Unidos.

O sea, querido Emilio, que discrepo.

Y discrepo, y muy profundamente, cuando concluyes el artículo diciendo que "sospecho que Sandro Rosell no asomará en todo este proceso. Otros le hacen el trabajo sucio y él sólo saldrá si se convocan elecciones" para añadir: "Yo, la verdad, haría lo mismo. Él es un presidenciable, no un follonero. O eso piensa".

Tratar de folloneros a los que intervienen en la moción de censura me parece, además de injusto, fuera de lugar. La moción de censura es una herramienta legal y por tanto no se puede tratar de folloneros a los que democráticamente hacen uso de ello. ¿Para ti los miles de socios que la están respaldando son todos folloneros? ¿Para ti, por citar un sólo ejemplo, doña Roser Casaus, la hija del siempre recordado Nicolau, es una follonera...?

Te equivocas. Y, además, mucho. Es evidente que todos nos equivocamos. Yo el primero. Pero me extraña que un profesional como tú, con tu experiencia, con lo que has mamado y vivido de periodismo, puedas cometer este error.

Todos/todos/todos los socios barcelonistas, sin excepción, del primero al último, desde el presidente a Sandro Rosell (por citar el ejemplo que citas) tienen derecho a participar o no en una moción de censura. Y por eso no será nadie, ninguno, ni los que voten a favor, ni los que voten en contra, folloneros.

Esta es mi opinión, la opinión de un lector que dejó de serlo de "la última" con la desaparición de la firma de Miquel Rico y que ahora, como he dicho y repetido, sólo la leo cuando la firma Emilio Pérez de Rozas aunque discrepe de él, como en esta ocasión.