miércoles, 30 de abril de 2008

Ronaldinho sí; Laporta, no.

Decía el otro día, antes de jugarse la vuelta del Manchester United-Barça, que no tenía confianza en este equipo. Que me gustaría equivocarme pero no existían argumentos para tener fe en un equipo que la toca mucho pero, sin Ronaldinho, no es lo que era. Un equipo previsible, que se sabe siempre por dónde saldrá, que no domina el juego aéreo y que sin el brasileño las faltas no sirven para nada, los córners lo mismo y sus delanteros son menos (nada) matadores sin él. Ahí está el caso Eto'o, que desde que no juega Ronnie su incapacidad es total. Sólo marca a los débiles. Punto. Lleva trescientos minutos sin oler el gol. Ya no digamos Thierry Henry, seiscientos minutos sin perforar la red y cuando lo ha hecho ha sido ante rivales sin fuelle.

Lo que pasó, pues, en Old Trafford, desgraciadamente, no me ha pillado por sorpresa. Era lo lógico/lo normal teniendo en cuenta cómo juega uno y cómo juega otro, aunque si en el Barça no estaba Ronnie, el Manchester no contaba con Vidic y Rooney, dos jugadores contundentes, de gran pegada y que en el caso del inglés sirve además para oxigenar a Cristiano Ronaldo.

Pero el Barça-Manchester ya es historia. Ahora, empieza otra historia. Y la que empieza, en contra de muchas opiniones, no debería empezar por el inicio de un nuevo ciclo que pasara por la decapitación de Ronaldinho. ¿Me puede decir alguien, con argumentos convincentes, por qué el nuevo ciclo barcelonista debe empezar con Ronaldinho fuera del club y, por ejemplo, con Thierry Henry dentro...?. ¿Por qué....?. De entrada, el brasileño es tres años más jóven, no padece las lesiones crónicas del francés, y tiene una magia que no tiene ningún otro futbolista ni en el Barça, ni en el Manchester, ni en el mundo entero. ¿Por qué el Milán quiere al brasileño y nosotros no lo queremos...?. Que me lo expliquen y, repito, con argumentos. ¿Por qué ha trasnochado...? ¿Por qué se ha pasado la temporada en el gimnasio...?.

Hoy, sin jugar hace dos meses, la última gran asistencia que recuerdo se la he visto a él. Hoy, la última falta convertida en gol se la he visto a él, y la última genialidad también se la he visto a él (el gol ante el Atlético de Madrid). Y, además, he visto y revisto que Messi, Eto'o son más/mucho más con el brasileño.

Yo creo que el nuevo ciclo no debe empezar por la salida de Ronaldinho. El nuevo ciclo debe iniciarse por la marcha de Txiki Begiristain, el mayor inútil/torpe/y vago de los secretarios técnicos al que sólo le gusta hacer de portavoz del club en los descansos de los partidos, jugar al golf y decir amén a todas las ocurrencias cruyffistas.

Pero el ciclo no debe detenerse en Txiki sino tirar arriba/más arriba/mucho más arriba. El ciclo debe comenzar por la renuncia y dimisión de toda la junta directiva, una suma de incapaces e inútiles, y llegar hasta Joan Laporta, el presidente más vanidoso/más chulo/más cínico/más hipócrita/más prepotente/más provocador que ha conocido la centenaria vida de la entidad.

JL ha demostrado una incapacidad total para gestionar el club. No sólo en la parte deportiva sino que (me temo) también en la parte económica. Un presidente que ha demostrado ser incapaz de poner orden y disciplina (quizá porque tenía que haber comenzado por él mismo), que ha dividido el vestuario, que no sabe fichar, que no sabe administrar el club (ha crecido en más de un cien por cien el personal y los gastos de representación se han multiplicado también por cien), no puede seguir más presidiendo una entidad que hace cinco años confió en una junta directiva cuyas piezas más válidas dimitieron disconformes con el rumbo que estaba tomando el club por los engaños y caprichos presidenciales secundado por un grupo de palmeros que lo único que les importaba (les importa) era estar/figurar/aparentar en el palco presidencial.

El Barça ya no es lo que era. El Barça, cinco años después, precisa de una nueva revolución, de un nuevo cambio, de un nuevo ciclo que debe empezar por la salida de esta presumida y funesta directiva presidida por el peor de los presidentes que hemos conocido.

El problema, pues, no es Ronaldinho, que es reciclabe, como pretende hacer el Milan. El problema (y grave) es JL, su especie de directiva (incluído el chaquetas XSM) y los cuatro laportistas que le apoyan, más interesados también en acudir al palco que en que el Barça funcione.

Sí, pues, a un nuevo ciclo, pero sin este impresentable presidente.