jueves, 24 de julio de 2008

El precio del honor.

Dicen que todo tiene un precio en esta vida. Muy probablemente es así. Aunque yo he sido de los que he pensado (pienso) que hay cosas que no tienen precio: la dignidad/el honor. ¿Y por qué digo ésto?. Porque es lo que pienso respecto al fichaje de Manuel Estiarte como Relaciones Externas del FC Barcelona.

Me parece un fraude a los socios y simpatizantes barcelonistas, pero me parece mayor fraude todavía a la trayectoria de este waterpolista manresano que ha sido santo y seña del deporte español. Seis olimpiadas a sus espaldas es un récord casi inalcanzable, solo apto para héroes deportivos como él.

Yo he sido uno de sus fans, de sus adictos, especialmente durante cada una de las olimpiadas en las que ha participado. Pero me acaba de defraudar. ¿Por qué y a santo de qué ficha en estos momentos/en estos momentos por el FC Barcelona?. ¿Cuánto dinero ha percibido -o percibirá- por poner su nombre, más que junto al Barça, al del todavía presidente Laporta?.

No me habría extrañado su incorporación, incluso su fichaje, cuando se celebraron las elecciones últimas (2003) o incluso tras la victoria electoral, pero ahora, ahora que el presidente azulgrana está tocado de muerte en su condición presidencial, a escasas semanas de celebrarse la Asamblea del club en la que debe debatirse su continuidad o no (al declarla vinculante), dar el paso que acaba de dar Estiarte sólo se entiende por dinero. Convertirse durante un corto período en un escudero-más del presidente, se lea como se lea su fichaje (por el derecho y por el revés), sólo es explicable cómo aquello tan deleznable de que todo individuo tiene su precio.

¿Cuánto les va a costar a cada socio barcelonista el fichaje de este Relaciones Externas con la única misión y objetivo de intentar mejorar la imagen de un impresentable presidente?. Que explique el club por cuántos millones ha conseguido el "sí" de nuestro (ya vuestro) mejor waterpolista....

El waterpolo español ha tenido dos grandes ídolos, Manuel Estiarte y Jesús Rollán. Han sido, al waterpolo lo que Pelé y Garrincha al fútbol, con un cierto paralelismo en sus vidas fuera de las canchas deportivas. Pelé ha goleado con la misma eficacia en los marcos rivales como en los más influyentes despachos del poder. Por eso hoy, Pelé sigue siendo Pelé. Garrincha fue el genio del fútbol, el futbolista del pueblo, más cerca de la pobreza (y en la pobreza) que de la riqueza. Así le fue. Terminó alcoholizado y muerto, entre las lágrimas del pueblo brasileño y la indiferencia del gran poder.

Aquí, no hace mucho, perdimos otro de nuestros grandes ídolos, Jesús Rollán. El "Zamora" del agua, el mejor cancerbero en la piscina, finalizada su carrera deportiva eligió el camino que no conduce al éxito y sí a la destrucción personal, pero Rollán fue -y sigue siendo- un héroe deportivo que retenemos en nuestra memoria.

Manel -o Manuel, depende- Estiarte, acabada su fase como "el Maradona del agua", no ha querido equivocarse en la calle qué elegir y su referencia siempre ha sido más Pelé que otros que se han quedado por el camino. Es decir, la ética, el honor, los sentimientos sólo valen si vienen acompañados de una buena compensación. Y Estiarte no ha dejado escapar el tren del oportunismo que le ha brindado un presidente sin aval moral para subirse a un carro que hace aguas por todas las partes con el único propósito y objetivo de -a cambio de un contrato millonario- fotografiarse junto al devaluado presidente para intentarle darle oxígeno.

Yo que he sido un admirador de Estiarte (y sobre todo de Rollán) se me acaba de caer el alma al suelo, al ver, una vez más, que hay héroes deportivos que siguen poniendo precio al honor.