miércoles, 16 de enero de 2008

Laporta: !Qué error, qué inmenso error!

Cuando los Maristas de Passeig de Sant Joan/Valencia expulsaron del colegio al ya entonces indisciplinado, mal educado y mentiroso Joan Laporta, ya sabían lo que se hacían. Con la iglesia hemos topado. Se puede estar de acuerdo o no con los curas. Ir a misa o no. Pero no son tontos y no le quitan el aula a uno y le cierran la puerta, así por las buenas. Y menos si paga.

Que saliera por la ventana en vez de por la puerta como sale cualquier hijo de vecino, era ya un dato indicador. No estábamos ante un tipo más. Ya era diferente. Y, además, quería ser diferente. Y ya tenía por entonces al mismo corre-ve-dile de hoy, Alfons Godall. Ya eran Pili y Mili, y lo siguien siendo, pero ahora con cargo a los presupuestos del Barça.

Aquella expulsión fue un anticipo de quién era y quién íba a ser Joan Laporta.

Anteayer, volvió a montar su número habitual. Se le volvieron a cruzar los cables, como cada día, dicen los que bien le conocen. Si una vez se bajó los pantalones en el aeropuerto y otra vez intentó abrazar hipócritamente a un empleado alque había echado horas antes como si nada sucediese, ahora le ha tocado el turno a "su chófer", que no es su chófer, sino el conductor que paga el Barça.

El nuevo numerito y/o cruce de cables lo ha protagonizado Laporta en pleno corazón de la ciudad. En Francesc Macià/Diagonal y del que, insospechadamente, ha dado publicidad el diario "La Vanguardia", quizás por aquello de sentar bases: en el diario hay mucho laportista, pero no todos son de Laporta. Y publicaron la noticia del show que montó a su pobre empleado. Haciéndole bajar del coche, propinándole en voz alta todas aquellas groserías a las que está acostumbrado a proferir con el peor de los lenguajes y dando un sonoro portazo, ante la mirada atónita de los transeuntes.

"¡Fuera, fuera!" gritó a su servil conductor.

Porque Laporta siempre grita, vocifera, blasfema, patalea al pueblo, al débil, al pobre empleado y trabajador. Con los grandes, con los fuertes, con los importantes, es servicial, reverencial, comprensivo, halagador.

Tiene dos varas de medir la vida que es su lema de cada día. A los fuertes, el culo. A los débiles, por el culo.

Desde que es presidente del Barça, la lista de damnificados es ya numerosa. Pero no importa. A Laporta se le permite todo. Tiene licencia, en nombre propio y del Fútbol Club Barcelona, para agredir a quien se le antoja. Por algo lleva seguridad encima. No por amenazas, que no las tiene, sino por el temor de un día encontrarse uno más chulo que él. Que lo encontrará, por humilde que sea, mientras siga tratando a gritos, puntapies y portazos a los empleados que necesiten del trabajo para subsistir.

Laporta es como Idi Amin, pero con la camiseta azulgrana.

Y lo cierto es que es un don nadie, un simple chulo de barrio, más hortera que nadie, y que desde que le dijeron que era "el Kennedy del Barça" se cree ademas guaperas y no deja de ser un Casanova de vía estrecha.

El Barça lo quiere para servirse de él. No ha llegado para servir al Barça. Hasta aquí podíamos llegar. Él es el Barça. Él está por encima del Barça. Primero él, y después Gamper.

Hoy está en el Barça, sirviéndose del Barça, y mañana, cuando acabe, intentará aterrizar en la política para ser -como mínimo- alcalde de Barcelona. Pero su ambición es llegar a ser President de la Generalitat. Y tras abrazar y besar a todos, zancadilleará a uno tras otro, hasta lograr su objetivo.

Ha nacido para ser el nuevo Virrey catalán, con todo el Parlament y todo el pueblo catalán a sus pies. Y el que se mueva, como en la época de los romanos, a las fieras.

Laporta es lo peor que le ha podido tocar en suerte al Barcelona..

Incordió a Núñez hasta desesperarle y lograr que arrojara la toalla. A pesar de las dos ligas consecutivas era el primero en sacar el pañuelo para protestar, y como no lo podía hacer por los resultados, argumentaba que protestaba por el juego. El caso era minar la moral del presidente de entonces.

Y fue un error, un gran error de los barcelonistas, secundar a aquel ambicioso agitador y secundar también a aquel Elefant Blau que acabó destrozado en las urnas. Pero Laporta siguió en su lucha contra Núñez. Y es que no tenía otra cosa que hacer y otro objetivo que cumplir. Quería ser presidente, al precio que fuera.

Logró cansar y agotar al mejor presidente barcelonista de los últimos años. A un presidente que podía tener todos los defectos que se le quisieran poner, pero de una honradez intachable. Incapaz de meter mano a nada y en nada. Pagándose las comidas de su bolsillo y pagando su empresa al conductor. Núñez además se enfrentaba al grande. Sus pleitos fueron con los grandes. Nunca con los pequeños. Y se fue dejando la caja llena, contratos de ingresos por años y aumentando el patrimonio que había encontrado.

Las alfombras de Núñez eran transparentes. Veremos cuando Laporta se vaya (o le echen) cómo ha dejado las suyas. Pueden tener más sorpresas que las que dejadas por Gaspart.

Laporta llegó a la presidencia por cansancio del barcelonismo. Los socios buscaban una cara nueva. Estaban cansados de los siempre. Aunque Laporta también era de los de siempre, pero maquillado. Los votantes optaron por el maquillaje. Laporta ya les olía a cuento chino, pero engañaba más y mejor que Llauradó/Minguella/Martínez Rovira/Bassat. Sabían que tenía que hacer un cambio y prefirieron aquello de mejor malo por conocer que regular conocido.

Y si existía alguna duda, Laporta venía respaldado por los Pujol y por los Rosell y lo votaron. Y encima los fachas sabían que, por familia, estaban bien representados. Que allí estaban los Echevarría para representarlos.

Y por si fuera poco, en vísperas de las elecciones, el economista-de-colores, Xavier Sala Martin, en vez de ponerlo a parir como hizo con Montilla, publicó esta vez un artículo de incienso pidiendo el voto para la nueva candidatura. "Yo, votaré a Laporta", escribió en La Vanguardia. Aunque el argumento principal del artículo era porque en su candidatura iba un vicepresidente deportivo con experiencia universal, Sandro Rosell.

El culé que de por sí es tradicional y conservador, lee un artículo como ese en el primer diario conservador y tradicional del País, recomendándoles que votasen la candidatura encabezada por Laporta, y allá va. Vinieron a votar familias enteras. Hasta octogenarios de les Illes.

Pero todos fuimos engañados y todos caímos en la trampa. De los candidatos, el peor con diferencia era el que iba a ser ganador.

La historia está llena de errores. También los alemanes eligieron democraticamente a Hitler.

Porque vamos a ver: ¿qué ha hecho Laporta desde que es presidente del Barça?. Gastar, viajar y presumir. Pedir un crédito multimillonario. Vender una parte del patrimonio mientras la otra parte espera impaciente su turno. Cargarse las secciones. Gritar, vociferar, insultar, humillar, dar portazos, poner de patitas a la calles a los más humildes. Y comer, comer y comer para que después, los cocineros a sus servicios, con el del Drolma a la cabeza, le dediquen los mejores elogios y carguen contra todos los que se mueven en dirección contraria al laportismo. Y para que su amo tenga una buena digestión, preparar un artículo contra Ronaldinho y contra Deco y tratar de cobarde a Rijkaard. Para quien firma -no paga- la factura tenga una buena digestión.

Laporta ha sido un geta con suerte que tuvo la suerte de encontrarse con un equipo que chutó. Justo el equipo contrario que él y Cruyff diseñaron. Ellos querían a otros. Donde está Ronaldinho tenía que estar Aimar. Dónde está Deco, debía estar Albelda. Y dónde están Marquez y/o Puyol, debía estar Ayala.

Era el Barça que nos ofrecían. Pero el vicepresidente deportivo de entonces se negó en redondo y amenazó con dar un portazo. Se acobardaron y se hizo lo contrario a lo que querían hacer. Como el cambio salió bien, Laporta se subió a la ola ganadora y a medida que los éxitos se sumaban, el palco se convertía cada vez más en su huerta particular. Allí ya no entraba cualquiera. Sólo los que le caían bien al dictador. Y ese huerto, personal e instranferible, con la complicidad y el palmeo de los directivos que le han querido seguir (los que tuvieron dignidad se marcharon) y algunos plumíferos de estómago agradecido, han contribuido a hacer de un presidente un monstruo.

Ahora, veremos cómo se destruye al monstruo. Cómo se acaba con el extirpador de humildes trabajadores y empleados.

Los curas, que de esto saben latín, fueron los primeros en descubrir al monstruo, y antes de que el monstruo creciera, le echaron ellos.

Al margen del marcador, se ganen o no se ganen títulos, la última palabra la tienen los socios. Los que le pusieron son los primeros que deben echarlo. No es de recibo que una entidad como el Barça siga liderada por un presidente que va pisando, chuleando, gritando, amenazando y dando portazos a los más débiles, a los más indefensos.

No tiene defensa alguna. Es indefendible.

Desgraciadamente, ya es, con diferencia, el peor presidente de la historia del Fútbol Club Barcelona.

¿Hasta cuándo se le permitirá todo....?