Se acaban de cumplir veinticinco años de la muerte de Garrincha. Un genio del balón. No tuve la suerte de verle jugar en directo, pero tuve el privilegio de conocerle. No una vez, sino dos. Creo, además, que fuí uno de los últimos periodistas extranjeros en estar y hablar con él. No quiero decir que fuí el último en entrevistarlo, pero seguro que de los últimos. Ya era un juguete roto. Hundido en la misera y alcoholizado.
Siempre había sentido curiosidad por conocer al hombre -el extremo derecha- que había revolucionado el fútbol con su imaginación en el regate. No había nadie que regateara como él. El letal ante el gol era Pelé, pero la fantasía y el espectáculo eran patrimonio de Garrincha.
Para la generación futbolera que nacimos con los goles de Kubala y Di Stéfano, y las galopadas de Gento y Basora, la magia del fútbol brasileño ya nos había absorvido. El triunfo de Brasil en el Mundial de Suecia (1958), con una delantera tan imaginativa como demoledora (Garrincha, Didi, Vavá, Pelé y Zagalo), nos había cautivado a todos a través de la radio y lo que leíamos en los diarios deportivos de entonces, El Mundo Deportivo y Marca.
En ell Mundial de Chile (1962), con Pelé lesionado a las primeras de cambio, pero con un Garrincha majestuoso sirviendo en bandeja los goles a Amarildo, ya tuvimos ocasión de verlo en la televisión en blanco y negro recién estrenada. Tengo aún retenida en la memoria unas imágenes en que Garrincha desborda al gran Sigfrid Grácia, impotente ante las genialidades del brasileño. Han pasado cuarenta y seis años y todavía "las veo".
El fútbol brasileño era la moda, y por eso los clubs españoles se lanzaron a contratar brasileños para que jugaran en España y armaran los mayores tacos que hemos vistos en los campos nacionales. Tacos de fantasía y tacos de tangana. Una verbena de Sant Joan, Barça y Botafogo protagonizaron una de las mas famosas que se recuerdan, con Kubala exhibiendo sus puños de oro y acabando casi todos en la comisaría de Vía Laietana.
Yo siempre tuve la ilusión de entrevistar a Pelé y a Garrincha, aunque los que les conocían y viajaban a Brasil siempre me recomendaban como personaje a Garrincha. Uno de los primeros que me habló para hacer un documental de él fue Antonio Amorós, un ex portero del Barça, operador de cine y que en los años setenta viajaba con frecuencia a Brasil.
- Si quieres hacer un gran documental, ve en busca de Garrincha, no de Pelé. -me repetía una y otra vez Antonio, que de eso sabía, de fútbol y de cine, al igual que su hermano Juan Amorós, uno de los mejores directores de fotografía del cine español.
En 1978, estando yo en Buenos Aires, meses antes del Mundial de Argentina, estuve cenando con Casildo Osés, el hombre que tenía la exclusiva de todas las giras del Santos de Pelé, y al que había conocido en Barcelona como Director Técnico de aquel Espanyol que soñó Vilá Reyes. Hicimos una muy buena amistad, pese a la gran diferencia de años. (Casildo Osés después lo fichó el Barça como gerente, pero una campaña desestabilizadora promovida por Joan Gich desde dentro y Casaus desde fuera, abortaron su incorporación, pero no su colaboración con el Barça pues disponía de los derechos de los más importantes clubs del mundo).
Cenando, pues, con don Casildo en Buenos Aires me arregló para poder grabar a Pelé, pero no me aseguró lo de Garrincha. "El día tal, a tal hora, Pelé estará a tu disposición". Y asi fue. Pelé estuvo en Río de Janeiro el día y la hora pactada.
- Garrincha es otra historia. Voy a hablar personalmente con Joao Havelange para ver que camino hay para que te puedas entrevistas con él. Pero no te aseguro nada. Más bien da por fracasada la gestión.
Me fuí de Buenos Aires a Río de Janeiro para hacer a Pelé e intentar el milagro de Garrincha. Yo llevaba un mes por aquellas tierras con el objetivo de hacer unos documentales sobre Argentina y Brasil. (Del argentino ya les hablaré otro día). Sólo llegar a Copacabana, en recepción del Hotel Meridien ya tenía un aviso de Osés. "He hablado personalmente con Havelange pero me dice que es como un imposible tratar de grabar a Garrincha. Te lo dije".
La grabación con Pelé se hizo sin ningún problema, en un gran despacho. Comprobé que hablar de Garrincha no era lo que más le gustaba. Más bien le incomodaba. Y no insistí.
Los reporteros gráficos de TV Globo, que me daban asistencia técnica para todo lo que tenía que grabar en Brasil, me abrieron el camino de la esperanza. "Acude siempre al bar de un campo de fútbol que hay en las afueras de Río. Allí es posible "engancharlo". Pero tendrás que pagar la "fiesta".
-¿Y qué es la "fiesta"? -pregunté.
- Garrincha no pide nada. Es muy timido. Pero los amigos con los que está se beben todo y más. Y si tu les invitas, barra libre, Garrincha hablará. No mucho, pero hablará.
Fuimos a ese lugar, en pleno barraquismo, y allí estaba Garrincha con los amigos en la barra del bar. Tenían los vasos vacíos. Yo dije que pagaba una ronda, pero sólo una, y me llevé a Garrincha unos metros adelante para preparar la entrevista. Le dije: "Mira, yo puedo pagarte una colaboración de 50.000 pesetas que es a lo que estoy autorizado. Me firmas este recibo y yo te las pago al contado. Pero de pagar rondas, nada. Ni puedo, ni quiero".
Hicimos la entrevista. Garrincha era tímido, muy tímido. La única condición que me puso fue hablar sólo de fútbol. De su vida particular, nada, y de sus mujeres y doce o trece hijos, nada. Y de la cantante de bossa nova Elza Soares, su gran amor, nada de nada. Ni mencionarla.
Para muchos, Elza Soares había sido la causante del deterioro del jugador. Decían que dada la popularidad de él, ella se había unido a él para lograr mayores ambiciones artísticas. Cuento lo que me contaron.
Lo que sí sé es que Garrincha procedía de una familia muy humilde (como la mayoría de futbolistas brasileños) y que tenía muchos problemas físicos derivados de su mala nutrición. Tenía, además, una pierna un poco más corta que otra, lo que fue motivo que sus principios fueran terribles. Ningún club importante lo quiso fichar, pese a que maravillaba a todos viéndolo jugar. Fluminense, Vasco da Gama, Sao Cristovao lo rechazaron. Unos por esa deficiencia física y otros alegando que tenía problemas en la columna vertebral. Sólo Botafogo dió el paso. Y el acierto. Sus driblings ya eran los más populares del país. Aún así y todo, el seleccionador Feola recibió duras críticas por llevarse al Mundial de Suecia a Garrincha y a Pele. También en Brasil había vacas sagradas. Pero la presencia de Garrincha y de Pelé, fue el resurgir del fútbol brasileño después del golpe que había sinificado ocho años antes el "maracanazo".
Los goles y la juventud de Pelé, eclipsaron un poco la figura de Garrincha. Pero en el transcurrir de los años, la popularidad del extremo iba en aumento. Su unión con Elza Soares. fue un boom en toda América. Aunque también sería con el tiempo su ruina.
Con el paso de los años, mientras la figura de Pelé se engrandecía universalmente (ha sido uno de los hombres más mediáticos dentro y fuera del Brasil, llegó a incluso a ser ministro y bandera de las más influyentes multinacionales), Garrincha se hundía en el fango, alejado de pasionales amores, con una vida solitaria y alcoholizado, y haciendo cada vez más grande su mito. Para el pueblo/pueblo, Garrincha era el Dios, y Pelé el Señor.
Tres años después de aquella primera entrevista con él, hubo una segunda, en vísperas del Mundial 82 que se celebraba en España. Era un Garrincha todavía más derrotado por la vida. Pero se acordaba de mí y me preguntó por algunos brasileños que estaban en España. En este segundo encuentro con Garrincha también me ayudaron desde TVGlobo.
A mediados de 1982, intenté gestionar un imposible: que Garrincha viajara en octubre a Barcelona para estar en un primer programa de televisión. El Barça había fichado a Maradona y yo tenía la ilusión de juntar a dos futbolistas geniales surgidos de la nada. Las gestiones no prosperaron, a pesar de todos los intentos. No era una cuestión de dinero. Era, simplemente, que Garrincha a sus 46 años de edad, ya era un ser impotente. Y eso que la idea de reunirse con Maradona y visitar Barcelona le seducían. Pero era/fue imposible.
A Garrincha, el más genial de los extremos que ha dado el fútbol, ya sólo le quedaban fuerzas para estar tumbado en la cama hospitalitaria. No tenía ya fuerzas para seguir regateando a la vida. Su descanso, era cerrar los ojos.
En octubre de 1982, nació aquel programa con Maradona y Angela Molina en los estudios, pero casi nadie sabía que mi gran ilusión era juntar a los dos mayores genios que creo ha dado el fútbol.