sábado, 12 de enero de 2008

Antonio Domínguez, "El Corto".

Si hace unos días, nos dejaba Lluís Coll, aquel formidable extremo del Barça y el Valencia, del que recientemente hemos escrito, horas después, también nos decía adios otro gran extremo-interior de la misma época, pero de la otra parte de la Diagonal, del Espanyol: Antonio Domínguez, conocido por todos por "El Corto". Y digo todos, poque su fama traspasó el césped de Sarriá. Era, además de futbolista, uno de los que contribuyó a popularizar la calle Tuset, conocida entonces por "Tuset Street".

"El Corto" -llamado así por su estatura- era burgalés y una de las grandes promesas del Atlético de Madrid. Jugaba de extremo e interior, pero en aquel Atlético hacerse con una plaza en esa demarcación era imposible. Peiró-Collar formaban una ala infernal yjJugar en esa banda era misión imposible. Lo vivió Dominguez desde el mismo día de su debú como rojiblanco en que se ganó al Betis por uno a cero, con un gol suyo. Aquella tarde jugó de extremo derecho formando línea con Jones, Mendonça, Peiró y Collar.

El Espanyol, en 1962, había descendido por primera vez en su historia a Segunda División. Hasta entonces, era uno de los cuatro clubs españoles (Madrid, Barça, Athletic Bilbao y Espanyol) que habían permanecido ininterrumpidamente en Primera. Pero el Espanyol cayó y buscó regresar lo antes posible a la categoría. Fichó a un entrenador que a partir de su paso por Sarriá se convirtió en uno de los técnicos más cotizados del fútbol mundial: Heriberto Herrera, un ex defensa central del Atlético de Madrid que lo basaba todo en la condición física. Como jugador era una fortaleza inexpugnable. Y como entrenador aplicó la preparación física como base fundamental del trabajo. Ese sistema le llevó a devolver en un año al Espanyol en Primera. Y le abrió las puertas del fútbol italiano. Era el nuevo HH, el II.

Heriberto se trajo al Espanyol a Domínguez porque era un extremo-interior "más trabajador que nadie". A pesar de su buena técnica, "El Corto" inyectaba fuerza, fortaleza, vitalidad, optimismo. Era lo que buscaba HH II para un equipo que anhelaba el éxito y el ascenso.

Pese al corto período que estuvo en Sarriá, Dominguez se convirtió en uno de los grandes ídolos. "El Corto" era un personaje que se adaptó rápidamente a la ciudad. Pese a su condición de españolista, se hizo muy amigo de un gran barcelonista, Antonio de Senillosa (su padre y su abuelo fueron directivos del Barça), el único capaz en aquellos años de decir que era monárquico y que reclamaba siempre el regreso de don Juan de Borbón.

Además de monárquico, Senillosa era uno de los agitadores sociales de la ciudad, junto a los Oriol Regás, Ricardo Bofill, Leopoldo Pomés....Las musas de aquella Barcelona inquieta/sensual y pecadora eran Teresa Gimpera, Serena Vergano, Emma Cohen, Mónica Randall. Era la nueva "gauche divine" que vivía a tope las veinticuatro horas del día en Barcelona, en la Costa Brava y en Eivissa, cuando Eivissa sólo la conocían los ibicencos.

En aquel grupo tuvo entrada Antonio Domínguez "El Corto" y otros futbolistas del Barça como Julio César Benítez y un interior-medio llamado Ramón de Pablo Marañón que cerraba todas las noches Boccaccio. Marañón acabó triunfando durante años en el Sabadell, cuando lo podía haber hecho en el Barça.

Pero poco importaba. A aquel grupo, con "El Corto" incluído, lo que les importaba era la vida en el más amplio sentido de la palabra. "El Corto" era listo, dentro y fuera del campo. Lo mismo estaba entrenando dándole al balón, que comiendo en el "Estevet", en "Guría", en el "Amaya", noctambulando por Tuset Street junto a Benítez (el rey de aquella zona) o en las tertulias futboleras de "Don Pancho", en Travessera/Aribau, feudo de don Pablo Porta.

Y los jueves por la noche, como era costumbre entre toda la gente de bien vivir que encabezaba Senillosa, en el Price, en el boxeo.

Entre fiesta y fiesta, Antonio Domínguez "El Corto" cumplió con el objetivo por el cuál le había contratado el Espanyol: ascender a Primera División. Se les había puesto complicado pero él era el más optimista. O el único optimista de que ganarían la promoción al Mallorca. Días antes se lo había dicho, ni más ni menos, que a Vittorio Gasman que andaba por Barcelona con "El juego de los héroes". Dicho y hecho. El Espanyol, en el desempate disputado en Madrid , venció al Mallorca por uno a cero, gracias a un gol cabeceado (con la nariza) por el sevillano Idígoras; la inspiradísima tarde del meta Piris, el héroe, que paró lo imposible, y el trabajo multiplicador de de "El Corto", hecho todo un Gigante, en palabras de Samaranch presente en el palco. Empujó a todos sus compañeros al triunfo. Un once que pasó a la historia: Piris; Riera, Bartolí, Muñoz; Santos, Abel; Boy, Rivas, Idígoras, Domínguez y Castaños. Al día siguiente, al mediodía, fueron recibidos como auténticos héroes en el Aeropuerto de Muntadas (hoy del Prat). Fue un recibimiento apoteósico, con el presidente Fusté a la cabeza (santo y mecenas).

Entre los miles y miles de españolistas, banderas al aire, incluso algunosbarcelonistas, los de la "gauche divine" que habían madrugado por un día (las 2,45 de la tarde) para ir a recibir...no al Espanyol, sino a "El Corto".

Algo es algo.

Domínguez se quedó un año más en el Espanyol, con Kubala como compañero y entrenador bajo mano. El bueno de Solé puso el título y Kubala la batura dentro y fuera. Y contó con Dominguez, pero estuvo tan solo un año más. El Corto ya tenía la cabeza más en el futuro que en el presente. Más fuera de los terrenos de juego que dentro. . Se dedicó a hacer inversiones, algunas de ellas importantes, en poblaciones de la Costa Brava, Lloret de Mar entre ellas. Y se hizo socio, en inversiones inmobiliarias, con el entrenador que le trajo, Heriberto Herrera, entonces ya entrenador de fama en la Juve ("el sargento de hierro", le llamaban) y con la mochila cargada de millones. Herrera era soltero, vegetariano, con mucho dinero, y no se fíaba de su sombra, salvo la de "El Corto".

Antonio Dominguez "El Corto" dejó huella entre todos. Era tan o más admirado dentro como fuera del terreno de juego. Y eso que era españolista. Pero supo meterse en el bolsillo las dos Barcelona, la de los dos lados de la Diagonal.