Todavía no he leído íntegro el libro "Ara parlo yo" (Ahora hablo yo) que ha escrito Carles Rexach sobre su larga vida barcelonista. Pero entre las páginas leídas, salen a relucir los nombres de dos ex compañeros suyos. Uno vivo (Sotil) y otro muerto (Benítez) de los que no hace mucho les hablé al referirme a la vida bohemia de algunos futbolistas. Rexach explica el impacto que supuso la muerte de aquel extraordinario ídolo uruguayo que fue Julio César Benítez y rechaza la versión oficial que se dió en su muerte: por ingerir unos mejillones en mal estado. Así lo dijo el club, y así lo publicó la prensa, la radio y la televisión de la época. Benítez murió con el hígado destrozado de tanto beber. Acudió a entrenar un viernes (el domingo jugaban ante el Real Madrid) pero ya no pudo entrenar. No tenía fuerzas para hacerlo. Yo estaba aquel día allí. Entonces, a los entrenamientos, íbamos cuatro y el gato. Esa mañana, todos sus compañeros los vieron fatal. Menos un directivo que allí estaba y me reservo su nombre. "Va, no es nada. Es lo de siempre". El médico del club le dió una inyección de no sé qué...y al poco rato lo trasladaban urgentemente al Hospital de la Cruz Roja. De allí, ya no salió. Al día siguiente, sábado, fallecía. No explicaron los servicios médicos qué tipo de inyección le habían aplicado, ni la directiva quiso aclarar nunca su muerte.
Benítez era el gran ídolo, como lo es ahora Ronaldinho, pero sin títulos. Benítez pilló los peores años del barcelonismo (los sesenta) más preocupado el club por solventar el agujero económico que había generado la construcción del Camp Nou, que por potenciar el equipo. Fue, además, la peor década arbitral en la historia del club. Con algunos arbitrajes que, como escribe Rexach, eran peores que el protagonizado por Guruceta. Como un tal Pascual Tejerina, del que un día les hablaré, que en Córdoba le robó una liga al Barça al señalarle un inexistente penalty que transformó un fino interior llamado Fermín, no sancionando antes otras penas máximas favorables al Barça. Pero de ésto, ya hablaremos otro día.
Pero regresemos al tema.
Rexach, en su libro (escrito todo con la prudencia y flema que le caracteriza), se refiere también a la injusticia que supuso el sacrificio del peruano Sotil en beneficio de Neeskens. Rexach se limita a decir que se hizo por "impulso" de Michels y Cruyff y que con aquella decisión se comenzó a romper un equipo campeón. Como así fue. Y ha sucedido en otras ocasiones, y probablemente está sucediendo -de otra manera- ahora. Rexach explica eso pero no entra en detalles de lo que esa decisión (dejarle sin jugar) supuso para el Cholo. Sencillamente, que se echó a la nocturnidad y sobre todo a la bebida. Cerraba cada noche "Las Vegas", en la calle de Aribau.
La pregunta siempre ha sido la misma: ¿fue exclusivamente Sotil el responsable de su cambio de vida o fue aquella decisión de quitarle injustamente la titularidad para fichar al holandés Neeskens (amigo y ex compañero de Cruyff)....?.
Nunca se sabrá. Lo que se sabe es que el líder de aquel equipo (Cruyff), el entrenador(Michels) y el presidente (Montal) empezaron a desmontar un equipo campeón. Primero fue Sotil, después la marcha de Juan Carlos, y más tarde el traspaso del formidable Marcial. Es decir: las noches y la bebida ganó un cliente (Sotil) y los socios perdieron un equipo que ya nunca más fue el mismo, por los caprichos de Cruyff, la tolerancia de Michels y la pasividad de Montal.
Sotil fue el pim, pam, pum de todos. Nadie quiso levantar la mirada (y menos la voz) más allá del peruano. Cuando hay derrotas (de lo que sea) siempre es necesario un cabeza de turco. El Barça ya no era el del primer año de Cruyff, las culpas íban dirigidas al ausente. Ya "iba bien" la nueva y trasnochadora vida del Cholo.
Juguetes rotos han habido, los hay y los habrá. Manolo Summers, el padre de David el cantante de Hombres G, hizo una espléndida película sobre ese tema. Summers relataba las vidas, entre otros, del torero Nicanor Villalta, del boxeador Paulino Uzcudum, y del futbolista Guillermo Gorostiza, "la bala roja", uno de los mejores extremos zurdos que ha dado el fútbol español, que murió alcoholizado tras ser el gran ídolo del Athletic de Bilbao y después del Valencia. Ganó seis Ligas y 5 Copas de España, y ya bebía más de lo debido en su época de gloria.
La bebida y la nocturnidad ha estado muy ligada al éxito y la gloria, no sólo entre los futbolistas, sino entre los artistas, los escritores, los periodistas, los deportistas, los directivos, los presidentes. No se ha escrito demasiado del tema y, sobre todo, no se ha explicado si siempre los "juguetes rotos" ha sido exclusividad o no de los protagonistas. Yo he conocido como a un boxeador, uno de los mejores que ha habido en el mundo, el cubano Angel Robinson García, quince días antes de un gran combate, los que lo llevaban lo hacían detener para meterlo en la cárcel y sacarlo dos días antes de la pelea para que estuviera en forma. Después del combate, lo primero que hacían era llevarle unas putas al hotel y los días siguientes dejarle que trasnochara y bebiera lo que quisiera. Robinson, que durante un tiempo boxeó en el desaparecido Price barcelonés, fue uno de los ídolos de aquella "gauche divine" (Senillosa, Bofill, Regás....) gran aficionada al boxeo.
O no se ha escrito todavía con toda claridad cómo se fabricó a un gran ídolo nacional, José Manuel Ibar Urtain, cómo se repartieron los muchísimos millones que producían sus combates (televisados en directo a precio de oro)....y como el pobre Urtain, deprimido, acabó con su vida arrojándose de un décimo piso. ¿Fue Urtaín el único culpable y responsable de su muerte.....?
De todo ésto, les hablaré.
Hoy únicamente pretendo que se haga una reflexión sobre las horas que está viviendo (y padeciendo) Ronaldinho. Cómo todos le tiran a matar. El penúltimo oportunista, el entrenador Luis Fernández que, ahora, en las horas bajas del brasileño, dice en un libro como en su época del Paris Saint-Germain, el jovencísimo Ronnie se dedicaba a escaparse a las discotecas y a subirse mujeres a la habitación. ¿Por qué no lo decía cuando Ronaldinho estaba en la cresta de la ola...?. Me parece triste, como lamentable que TV3 se haya hecho eco en estos momentos.
Esta misma semana, anteayer, mientras a alguno se les llena la boca hablando siempre de solidaridad, de justicia, de apoyos al jugador, ese mismo personaje estuvo de juerga toda la noche, con su nueva acompañante. Ya sé que no es el mismo caso los que tienen la obligación de cuidarse para competir, que los que se sientan en un palco, pero la moralidad (la doble moral) es la misma. O peor.
No quisiera por nada del mundo que Ronaldinho acabara como un juguete roto. Pero entre todos, o entre muchos, le están empujando a convertirse en ello. Está más solo que nunca. Su desengaño es tan grande que la única compañía que en estos momentos encuentra es a lo que generalmente invita la noche.
¿Es él, sólo él, el único culpable?. Hay otros, en el propio Barça, con camisa blanca y corbata, tan responsables (o más) de la soledad y el desquicio que está viviendo Ronaldinho, a este paso, si nadie lo remedia, camino de ser un nuevo juguete roto.