martes, 11 de mayo de 2010

La locura Villa.

Dicen que Laporta tiene apalabrado/comprometido a David Villa. ¿Debe un presidente saliente comprometer al entrante? No. Y mucho menos cuando el fichaje -¿electoral para su delfin?- tiene un precio mínimo de 40 millones de euros, más Hleb (que sigue pagando el Barça), más otro jugador (o cinco millones más de euros), más el costo de los emolumentos del jugador que pide cuatro años más otro opcional. Al final, ¿cuál será el precio de Villa?
Vaya por delante que yo me encuentro entre sus admiradores, pero ésto es una cosa y otra muy distinta empeñar/endeudar todavía más a la entidad.
Además, ¿qué hacemos con Ibrahmovic? No hay otra salida que seguir contando con él o pagar parte de su ficha al club que lo adquiera. ¿Y cuánto se puede pagar por él? Menos, mucho menos de lo que costó.

A todo ésto, disponiendo de jugadores como Bojan y Pedro que han demostrado ser más/mucho más que promesas, criados en casa y con bastantes menos años que el valenciano y el sueco.

El fichaje de Villa, aún siendo un gran jugador, llega a destiempo. A destiempo y a precio de oro, y todo por el anhelo de Laporta de intentar sumar votos en favor de quién él apoya. O sea, de sí mismo.

Si Laporta se ha vuelto loco, allá él, pero que sus locuras, sus aires de grandeza, sus deseos electorales no los paguen los socios, entre otras cosas porque ya hay muchas cosas que pagar. Demasiadas.