jueves, 6 de marzo de 2008

La noche de la dupla

El martes 4 de marzo no fue una noche más. Fue una noche muy especial y muy diferente para dos jóvenes futbolistas, amigos además, que han tenido (tienen) una vida paralela en el éxito y en la gloria. Dos jugadores surgidos de la misma leche (la blaugrana) pero que vivieron esa noche las dos caras de las lágrimas. Las de la alegría (Cesc Fábregas) y las de la impotencia (Lionel Messi). Para estos dos jóvenes veinteañeros el destino les deparó una Luna distinta. Mientras Messi, como ya saben, caía desplomado en el césped víctima de una crisis nerviosa a causa de la reproducción de una antigua lesión, Cesc corría loco de alegría por el césped de San Siro para festejar esa noche, su gran noche, su maravillosa noche. Él, con su golazo, su remate a la madera, sus jugadas antológicas y evitando un gol de Maldini, se erigió en la gran estrella de ese encuentrol Milan-Arsenal, eclipsando al mismísimo Kaká. Un partidazo, el suyo, que ha merecido los honores de toda la prensa europea.

Es decir, con lo que soñaba (sueña) Messi en uno de esos estadios de leyenda camino de una nueva Copa de Europa. Messi, a sus veinte años, ya ha tenido también sus grandes noches de gloria, como la protagonizada hace dos años en el campo de Chelsea, en su bautismo internacional de delantero de punto y aparte. Y tuvo después su referéndum particular ante el Real Madrid con aquel hat-trick de imposible olvido. No deja de ser curioso que tanto Mourinho como Capello, dos de los mejores expertos en sistemas defensivos, se hayan visto impotentes ante el juego veloz y explosivo del joven atacante azulgrana.

Y si Messi ya estaba/está en la vanguardia del fútbol internacional, sólo le faltó aquel gol/golazo ante el Getafe que fue comparado al todavía recordado gol de Maradona.

El martes pasado, Messi y Cesc, Cesc y Messi, protagonizaron (sus lágrimas) las imágenes y titulares de los medios de comunicación mundial. Por distintos conceptos. Las dos caras de una misma moneda. Porque el argentino de Rosario y el catalán de Vilassar de Mar han surgido de la misma cantera y juntos se han desarrollado en su formación.

Hace pocos años, cuando los dos jugaban juntos en el cadete del Barça, era un espectáculo verles jugar. Era una dupla demoledora/fantástica. No había manera de contener la avalancha de fútbol que eran capaz de generar ellos dos sólos.

Los técnicos del fútbol base sabían que estaban ante dos fenómenos. Los técnicos de palco, ya tenían sus dudas y por tanto ponían sus pegas. De Messi decían que era demasiada poca cosa. De Cesc, que ya tenían a Xavi e Iniesta. Los sabelotodo, como siempre, no sabían nada.

Aquella dupla no era una dupla más. Era excepcional. Y los dos podían jugar con los ojos cerrados porque intuían dónde estaba cada uno.

Cesc Fábregas acaparó la atención de todos con la selección española que llegó a la final del mundial Sub 17 que se perdió ante Brasil (1-0), en un equipo en el que estaban, entre otros, el valencianista Silva, el rojiblanco Jurado y el vallisoletano Sisi. Pero Fábregas ya estaba en la red del Arsenal.

La ilusión de Cesc Fábregas era jugar y triunfar en el primer equipo del Barça. Pero como a pesar de destacar nadie le decía nada, y si le decían algo era que lo tenía crudo con Xavi e Iniesta por delante, se fue. Y Txiki, recien estrenado secretario técnico, no seanticipó a esa operación y se mostró más bien indiferente. Todo lo contrario que el Arsenal. Arséne Wenger dijo: "Quiero, como sea, a ese chaval". Y con un cambio de residencia, y posteriormente con una cantidad compensatoria (unos seiscientos mil euros), Cesc, con lágrimas de tristeza y lágrimas de alegría, dejaba el Barça, y aquella dupla, aquella maravillosa dupla del equipo cadete azulgrana, se rompía.

Hoy estos veintiañeros que el pasado martes se echaron a llorar por motivos diferentes, son dos de las grandes estrellas del fútbol mundial. Uno (Messi) con un fútbol veloz y explosivo, que sólo su propia constitución muscular es capaz de frenar en un campo. El otro (Cesc), dueño absoluto del centro del campo del Arsenal con la libertad que le ha dado su entrenador Wenger: "El campo es tuyo, muévete como quieras".

Txiki Begiristain, el responsable técnico del FCB no ha podido estar más inoportuno y despreciativo cuando estos días le han preguntado por la joven dupla. Sobre Cesc ha dicho: "La gente que se va tiene el riesgo de no volver". Y sobre Messi, aún con lágrimas en los ojos, le faltó tiempo para decir que "Debe cuidarse más", palabras susceptibles de todo tipo de interpretación.

Yo no sé el tiempo que Txiki Begiristain estará en el Barça, pero de lo que estoy seguro es que los socios barcelonistas disfrutarían más, mucho más, viendo de nuevo a esta joven dupla, ahora en el primer equipo, que viendo al secretario técnico de palco en palco, dando coba al directivo de turno y soltando frases hirientes a jugadores que han cometido el pecado de triunfar, a pesar de sus designios.