sábado, 9 de febrero de 2008

Y el vice deportivo, esquiando.

Este Barça ya no es el Barça. No se parece en nada. La directiva pasa. Del primero al último. Sólo les interesa para estar en el palco/para sus asuntos personales/como trampolín de sus ambiciones particulares. Y la forma de actuar de los dirigentes se refleja, como es natural, en el terreno deportivo. Laporta, después de darse un baño de masaje en TVE, ha desaparecido. No estuvo en Vitoria con el basket respaldando al equipo que más millones de euros ha costado en la historia del club (y de Europa), ni estuvo en Sevilla, quizá porque no estaba Etoo, bien arropado en Africa por Txiki Begiristain y Perrín.

¿Me quieren decir qué coño hace Txiki Begiristain en África en un torneo televisado y cuyos jugadores-participantes son archiconocidos por todos...?. De turismo puro y duro. El Barça tiene un secretario técnico que sólo viaja con el Barça y que sólo le interesa Etoo y Thierri Henry, los ojos del presidente.

Que Perrín haga lo que quiera, si es que paga él, porque supongo que estos viajes de placer no los pagará el Barça, ¿no, Laporta?, ¿no, Soriano?.

Y ya que hablamos de placeres, capítulo aparte merece el nuevo vicepresidente deportivo del club, Marc Ingla, que si para él las secciones no existen, ahora tampoco existe el fútbol desde que JL decidió nombrarle máximo responsable deportivo. Ingla no está para perder el tiempo e ir a Sevilla para ver a "este Barça". Y, naturalmente, entre Andalucía y Canadá, y entre el fútbol y el esquí, no dudó un instante. Se fue a Canadá a esquiar. O a reflexionar, como diría JL.

Y al equipo, que lo zurzan.

Bajo estas premisas, el Barça jugó en Sevilla bajo esta nueva magia que es jugar "a la italiana de ayer". Y digo "de ayer", porque ya, ni en el calcio, se juega a este cerocerismo de los viejos tiempos de Maldini-padre o del Tío Benito y Maguregui en España.

Llevamos ocho partidos consecutivos, los cuatro últimos de Liga y los cuatro de Copa, en que la delantera Fantástica que nos vendieron en verano ha marcado ocho goles. !Ocho!. ¿Dónde está el súper Thierri Henry del que nadie habla....?. Se habla únicamente de Ronaldinho que está mal/rematadamente mal. Pero es lo normal y lo natural. No hay ser humano que soporte la deshumana campaña orquestada contra el brasileño desde el interior del club. Es que al gaúcho ya no le quedan fuerzas ni imaginación para sacar faltas. La destrucción de su figura ha sido tan monumental que ya le va a resultar casi imposible levantar cabeza.

¡¡Si JL y su séquito han conseguido acabar con Ronaldinho, de la misma manera que el ya desaparecido "Aquí hay tomate" ha logrado acabar con la Pantoja!!. Claro, que, al final, la folclórica y las fuerzas-reales han terminado por enterrar también el programa.

En el caso del Barça sólo falta saber si al final, el único muerto será el brasileño, o también se verá acompañado en su fúnebre marcha.

!Ah!, del partido de ayer, más de lo mismo. Unos primeros cuarenta y cinco minutos lamentables donde si no es por Valdes (como siempre, al igual que Casillas) el Barça encaja cinco goles. Cinco, por no decir seis. Y Rijkaard sin enterarse. Y un segundo tiempo, con cambio de protagonistas. La estrella-Thierri Henry, agotada por no hacer nada, y con un gol en contra, sustituida por la estrella-devaluada Ronaldinho, que sin hacer nada del otro mundo, al menos hizo que Messi se sintiera más feliz en el terreno de juego con él que con el galo, brindando algunas jugadas de su maestría. Y gol del no menos puteado Xavi. Y es que aquí, ahora, Iniesta se lleva la gloria, y Xavi es quien resuelve.

Y el Barça, sin Thierri y con el desmoralizado Ronnie, aún estuvo a punto de ganar. Y pudo vencer. Pero también perder en el segundo final en una galopada impresionante del joven ex azulgrana Capel al que Oleguer todavía busca. Y me temo que hoy, le sigue buscando. !Dios mío!, que Oleguer siga estando en el Barça sólo pasa en un club con un presidente como JL, un secretario técnico como TB, un entrenador como FR, y con un vicepresidente deportivo (MI) esquiando en Canadá.

Todo fue un sueño.