domingo, 2 de diciembre de 2007

Ronaldinho y Messi.

¿Quién criticaba a Messi? ¿Quién comenzaba a decir ya que es demasiado individualista? ¿Quién decía que su amistad con Ronaldinho le estaba perjudicando...? ¿Quién...? ¿Quién...?

A Messi se le comenzaba ya a censurar. Todos los elogios eran -casi aún son- para Iniesta y Bojan, y la búrbuja catalanoargentina parecía declinar. "Dime con quién andas y te diré quien eres", le comenzaban a advertir.

Después del partido ante el Espanyol, en que volvió loco a su compatriota Clemente (estará meses soñando con él, como le sucedió años atrás a Olivella con Gento) estos días ya nadie señalará con el dedo acusador al pequeño pero gigante extremo blaugrana. Y supongo, supongo, que comenzará a devolvérsele ese protagonismo hurtado en favor de otros jugadores, buenos ellos, pero que no son ni mucho menos que Messi.

Ahora, para felicidad de Messi y de los buenos amantes del fútbol, sólo falta que dejen de humillar a Ronaldinho en el banquillo de los acusados. Es lastimoso que se haya llegado a ese extremo. Ronaldinho cojo, es mejor que todos. Ante el Español, en los pocos minutos que le sacaron de la humillación, demostró que con partidos y confianza volverá a ser el Ronaldinho que ha maravillado a todos.

Algunos ignorantes del papel y de las ondas sólo han querido subrayar que cuando el brasileño se incorporó al titular el equipo que ganaba acabó perdiendo. Hay que decir a esos manipuladores de la opinión pública que con Ronnie en el campo volvió a revivir el equipo y Messi que estaban ahogados y perdidos ante un Español que de ser goleado pudo acabar venciendo.

Ronaldinho, andando, lanzó una falta que no fue gol por la mano milagrosa de Kameni; cabeceó un balón que no fue gol por la estirada milagrosa del camerunés. Y junto a Messi realizaron las dos mejores jugadas de la noche, salvo la del primer gol azulgrana.

Además, Ronaldinho comenzó a volver a sonreir. Y su compañero y amigo, Messi, todavía más.

Querer seguir humillando al brasileño con el banquillo que no se ha hecho para su figura (y recordemos que sólo tiene 27 años) y querer cuestionar a la primera de cambio al argentino, nos parece injusto, penoso y vergonzoso.

Sólo nos parece explicable si algunos juntaletras y juntapalabras (estómagos agradecidos por un plato de judías ) siguen consignas de celosos directivos todavía sin digerir que ni Ronaldinho ni Messi hayan sido avalados por ellos.

Si quieren hablar y cuestionar a jugadores, ahí tienen el caso Henry, el fichaje-estrella para tapar el fracaso de la campaña anterior. Pero no se preocupen, no, que seguirán dale que dale humillando a Ronnie y esperando que Messi vuelva a tener un partido tonto, para volver a asociarles con el mal.

Y es que Ronaldinho, en las horas bajas, y Messi en las horas normales, continúan siendo, además de los mejores, amigos dentro y fuera del campo y queriendo jugar el uno junto al otro, lo que no digieren algunos envidiosos e, incluso, algunos interesados, que también los hay.