miércoles, 12 de diciembre de 2007

Ronaldinho y Kubala.

Ronaldinho jugó anoche ante el Stuttgart. Lo digo por si alguien todavía no se ha enterado. Para una gran parte de prensa, sólo estaba presente Bojan. Para la otra, el gol de Eto'o. Pues bien. Entre los dos delanteros más mimados del régimen laportiano (Txiki no aplaudió el gol de Ronnie, mientras Laporta envió un beso al camerunés cuando marcó el suyo) también jugó Ronaldinho. Y sin hacer un extraordinario partido, estuvo entre los mejores, y sin duda el que aportó -como siempre- mayor talento ofensivo. Además, marcó un gol y no fue a balón parado.

Pero ya no importa nada de lo que haga el brasileño. El régimen laportiano ha decidido ponerle la proa, aguantar los meses que vienen, y facturarlo. No lo soportan.

¿Ha cometido algún crimen el gaúcho?. No; simplemente que no está en la corte del régimen imperante. Anoche, aún no había casi ni terminado el encuentro, que en las emisoras radiofónicas ya preguntaban por el once azulgrana que jugará en Valencia. Los del régimen no dudaban. Apostaban por Bojan, Etoo y nueve más. No incluían a Henry porque está lesionado, sino, la delantera ya estaba formada: Bojan, Etoo y Henry.

Messi, amigo de Ronnie, ya comienza a contar poco, por no decir nada. Porque el argentino tampoco es de la cuerda del régimen imperante. Y también ya les sobra, aunque de momento lo disimulen más. Ahora, el objetivo y los focos están centrados en el brasileño. Ya le llegará el turno al excepcional Messi.

Gary Lineker, un excepcional ariete barcelonista de los ochenta, al que Cruyff aburrió y hundió haciéndole jugar lejos del área, pegado a la banda, para que no marcara goles y así justificar su traspaso, acaba de decir que en el Barça siempre hay líos. Y el mismo día, Deco, se quejaba amargamente del trato a que está siendo sometido Ronaldinho:"Aquí estamos matando a nuestros jugadores".

El caso Ronaldinho me traslada al tunel del tiempo. A los años cincuenta y sesenta. Cuando un entrenador (Helenio Herrera), un presidente (Miró-Sans) y un reducido pero importante grupo de prensa quiso acabar con Kubala. Y todo por celos, por envidias.

Para los más jóvenes, para los que no lo han conocido, Kubala ha sido el más grande jugador que nunca jamás ha tenido el Barcelona. Y junto a Di Stéfano, los mejores extranjeros llegados a nuestro fútbol. Con respeto para otros (Ben Barek, Wilkes, Puskas...). Kubala, además, era una extraordinaria persona. Humanamente difícil de superar. Kubala se peleaba con la directiva para que subieran el salario a sus compañeros de equipo, a los de la cantera. En cambio, Helenio Herrera, el entrenador que se lo quiso cargar, se enfrentaba a la directiva por los jugadores pero pensando en él. Fue quien impuso las primas dobles para los entrenadores en el fútbol español. Y lo logró, claro. Desde entonces, todos los entrenadores del mundo cobran el doble por cada victoria.

Kubala, sin querer ser protagonista, lo era por sí mismo. Fue quien enseñó a ejecutar faltas dándole al balón por encima de la barrera. Hasta entonces, los que lanzaban faltas lo hacían a base de potencia, pero nunca de técnica. Kubala fue el innovador. Al igual que con el lanzamiento de penalties. También se ejecutaban sólo a base de potencia, y Kubala fue quien aportó la técnica de engañar al portero y colocar el balón junto a la madera.

Cuando llegó HH al Barcelona, Kubala ya tenía treinta años. Había ganado todo y había vivido todo. Junto a sus compañeros y amigos César y Biosca, acabaron con las noches barcelonesas. E incluso en las vísperas de muchos partidos se fugaban de las concentraciones para irse de bailoteo o de lo que hiciera falta por las noches barcelonesas. Entonces, las noches de la ciudad, eran noches, noches. No como ahora.

A pesar de las noches mágicas, Kubala seguía siendo el mejor, y si un día no lo era, sus compañeros le auxiliaban para que lo pareciera. Y hacían siempre piña junto a él.

La directiva de Miró-Sans le tenía envidia y celos. Los eclipsaba sin querer hacerlo. Y la directiva comenzó a mover sus piezas (periodistas) para amargarle la vida. Y movió a HH, al que no hacía falta, porque ya sentía celos de él desde su llegada, para comenzar a sentarle en el banquillo. Inicialmente no se atrevió a hacerlo en casa. Lo hacía fuera, alineando a un leridano (Ribelles, un gran jugador que más tarde triunfó en el Valencia) y sentando a Kubala en el banquillo.

Una parte de la grada, manipulada por la directiva y un sector de la prensa, hicieron ver que la suplencia del ídolo se debía a su incompatibilidad en el juego con Suárez. Mentira. Todos sabían que no era cierto. Pero parte de la afición lo creyó y así se fabricó una gran división en los graderios, mientras HH y Miró-Sans se frontaban las manos. Todo por celos.

Así, de esta manera, se comenzó a debilitar la figura del mayor ídolo que ha tenido el FC Barcelona. El hombre que hizo el Estadio. Miró-Sans lo construyó, pero el autor, el creador fue Kubala que hizo pequeño Las Corts.

A fuerza de mentir y de humillar, llegó el día en que Helenio Herrera (una sonora derrota ante el Real Madrid) tuvo que salir corriendo del Camp Nou. Poco tiempo después lo hizo Miró-Sans aunque intentó amarrarse al poder, pero los bancos, que solo entienden de dinero, le apretaron tanto el grifo que tuvo que lanzar la toalla. Miró-Sans había dejado un agujero económico, no sólo amputable a la construcción del Estadio. La directiva, que vivía viento en popa, gastaba más que entraba.

Al final, pues, saltaron primero HH y después Miró-Sans, y Kubala regresó a la titularidad del equipo. Y en el Camp Nou se volvió a ver fútbol de calidad, jugadas de maestría y goles de ingenío. Se llegó a disputar la famosa final de la Copa de Europa en Berna. Se perdió 3-2 ante el mejor Benfica de todos los tiempos. Pero aquella tarde, el Barça mereció ganar por goleada. Cuatro remates se estrellaron en los postes, y la defensa azulgrana -extraordinaria- no tuvo su día más feliz.

Kubala salió por la puerta grande de Berna, pese a la derrota.

Después fue entrenador y acabó entrenando y jugando en el Español, junto a Di Stéfano. Los dos grandes ídolos destronados en Sarriá.

¿A cuento de qué viene todo esto...? Fácil. Que con Ronaldinho se está jugando con fuego. El brasileño, al igual que le sucedió a Kubala, tampoco quiere irse del Barça ni de Barcelona, pero entre el régimen laportiano actual, la inseguridad del entrenador presionado desde arriba, y la complicidad de plumas y micros al servicio de quienes mandan, están intentando el exilio del mejor jugador extranjero que ha tenido el Barça después de Kubala. (Cruyff sólo duró un año, aunque, eso sí, es el que más se enriqueció). Pero con una diferencia: que Ronaldinho aún tiene veintisiete años. Y la caza y captura sobre Kubala comenzó a los treinta y uno. Y también tuvo, como todo ser humano, sus horas bajas.