miércoles, 5 de diciembre de 2007

Marc Ingla, un pulpo en un garaje.

Del nuevo vicepresidente deportivo del FC Barcelona, tenía las peores referencias: un ambicioso. Capaz de pisotear a quien sea para alcanzar sus objetivos. Al Barça llegó de la mano del ex directivo Bartomeu y a él fue a quien primero traicionó. Se unió a Laporta y dió la espalda al entonces responsable de las secciones del club. Suficiente.

Después, en su parcela, el marketing, nada de nada. Mucho humo y poco fuego. Junto a su -de momento- inseparable Soriano, autor del "gran negocio" de la venta de la camiseta azulgrana a la China. Puro cuento chino.

Su gestión al frente del marketing ha sido una nube de promesas y una lluvia de desilusiones.

Ahora, le han encomendado la parcela deportiva y ya ha hecho sus primeras declaraciones. Más decepcionantes, imposible. Le escuché en RAC y en Catalunya Ràdio y no sé donde dejó de manifiesto su mayor incompetencia. Dijo, entre otras perlas, que los jugadores le conocen "porque el último día que los vió les dió un Audi a cada uno". (sic) O que le gusta más un Camp Nou en silencio que uno que anime y grite en exceso...

Habló también de cuestiones técnicas. Dijo que los primeros empates del equipo no fueron por problemas de actitud de los jugadores - a los que calificó de "adorables"- sino porque las soluciones técnicas no fueron las mejores o no encontraron la fórmula de ganar los partidos. Toda una carga crítica contra Rijkaard.

Dijo que le había gustado el Betis de "Joaquin y Denilson" (sic).

Puntuó a Laporta con un "diez" (más pelota, imposible); a Txiki Begiristain con un "notable alto"; a Rijkaard con sólo un "notable"....y a su ex compañero de junta Sandro Rosell con un "aprobado". Junto a Bartomeu, Rosell fue quien proporcionó su ingreso a la directiva, y si a su antecesor en el cargo después de fichar a Ronaldinho, Deco, Márquez....lo califica con un "aprobado", apaga y vamonos. Muy alto se ha puesto el listón.

Deprimente.

No quiero añadir más "perlas". Son suficientes para dejar de manifiesto su falta de ética para ocupar el puesto con el que ha sido obsequiado. Un trepa sin escrúpulos. Un pelota del presidente y un desagrecido con quien le abrió las puertas de la directiva.

Veremos si él es capaz no sólo de igualar o superar al anterior vicepresidente deportivo sino tan sólo de llegarle a la suela de sus zapatos.

Tipos como Ingla (pelota, desagradecido y desmemoriado) desmerecen a la directiva del Fútbol Club Barcelona. Pero es lo que quiere Laporta. De tal árbol, tal astilla.