Hasta ahora he tenido siempre a Rijkaard por un buen tío. Un mal técnico, pero una buena persona. Ahora, ya comienzo a dudar de su capacidad humana. Un entrenador con personalidad, con buen corazón, no humilla al líder que ha tenido el equipo en estos cinco años. Y es que su decisión de ayer, de sacarle faltando veinte minutos, cuando el campo estaba peor que nunca, y la lluvia apretaba, no es decisión ni de un buen entrenador ni de una buena persona.
Ayer, Rijkaard, se sacó la careta en pleno carnaval. Mirando al palco de las vanidades dijo/preguntó "ahora, ¿a las fieras?". Y buscó el peor momento, el más deprimente, el de mayor vergüenza para echarlo a los leones.
Ya está claro que Rijkaard es un aliado de Laporta/Cruyff y y se ha sumado también al carro de Ben Hur dispuesto a participar en la hoguera colectiva que participe del festejo de quemar al gaucho. Aquí, las fallas que se preparan son de carne y hueso, y el brasileño tienen todos/todos los números para ser la traca final.
Pero en cuanto no llega ese momento, hay que decir que la Estrella Gala, fichado a bombo y platillo por Laporta/Soriano para desviar la atención del fracaso anterior y de paso eclipsar al brasileño, es, hasta la fecha, una estafa a nivel casi del cuento chino que nos vendieron. Digan lo que digan las portadas-botafumeiras o los micrófonos-drolma, hasta hoy, Thierri Henry, jugando 500 minutos más de Liga que el brasileño, sólo ha marcado seis goles, los mismos que el gaucho. Pero uno es dios, intocable (Henry) y el otro (Ronnie), el diablo.
Y una cosa para finalizar. En los últimos siete partidos (tres de Liga y cuatro de Copa) el equipo sólo ha sido capaz de marcar cinco goles. Digo bien: cinco. Que sepan bien Rijkaard y de paso Laporta/Cruyff y "la claca" de turno, que los socios y aficionados barcelonistas siempre han acudido al estadio para ser "pichichis" y nunca jamás para ver "zamoras".