Los diarios deportivos se agarran a un clavo ardiendo. Y hoy, claro, se enganchan a Messi, que es lo que queda de este Barça destruido por Laporta. La amargura del todavía presidente es que a Messi no lo descubrió él. Ni Soriano. Ni Txiqui. El argentino venía en la repudiada mochila. Laporta/Soriano sólo han sido capaces de fichar a bombo y platillo a Thierri Henry, en el ocaso de su vida deportiva. Sólo marca en fuera de juego, porque un defensa del Rácing le da el balón o ante el Levante, que marca hasta mi portera.
En los días que hay que decidir, decide Messi, el delantero merecedor de un castigo por su osadía de ir a Qatar en su día libre.
Antes, Ronaldinho, nos hacía trempar. Se llenaba el Camp Nou incluso a las 00,05 y ante el Sevilla en un partido más del campeonato. Ahora, hacen un llamamiento público a la afición Laporta/Soriano para que llenen el campo, y ni con las puertas abiertas acaba llenándose. Y eso que no se juega a medianoche. Y los que acuden a la llamada del Barça (no del presi/ni del vicepresi) van por Messi que es el único capaz de hacer empalmar a la parroquia.
Si tenemos que ir para ver el actual equipo que nos han diseñado los actuales pensantes, nos quedamos en casa escuchando a Puyal o el carrusel de Paco González. Pagar por ver (por ver este Barça), tampoco.
¿Vale la pena ir/o pagar para ver un equipo que (Messi aparte) sólo es capaz de vencer por uno-cero, y en off-side, al Villarreal...?.
No nos engañemos. El Villareal es un buen equipo y nada más. Y sin Riquelme, menos Villarreal. No nos dejemos engañar por la prensa-de-las-promociones. A este Villareal, el Real Madrid le acaba de meter tres goles (y le metió 0-5 en casa). Y el Espanyol de Tamudo, tres goles más. El submarino va camino de ser una zodiac.
Acabo. En los últimos seis partidos, el equipo de los fantásticos ha marcado cuatro goles, dos de ellos con colaboración externa. Y los rivales han sido Athletic/Rácing y las eliminatorias ante Sevilla (sin Kanouté y Keita) y el Villarreal sin Riquelme y con Nihat anoche en la suplencia. No es para lanzar las campanas.
Hoy, por Messi, somos capaces de hacer un esfuerzo de ir a las nueve, o alguna vez, de forma excepcional, a las diez de la noche. Pero ni locos acudiríamos a las 00,05.
Entre Laporta/Cruyff/Soriano, los palmeros, y los arribistas de última hora, nos han quitado aquel gran sueño.