Decía hace unos días que Joan Laporta me parece ya el peor presidente de la historia del Barça. Y si no lo quieren así, uno de los peores. Da igual. Lo digo porque algún internauta aún duda entre él y Gaspart. Para mí no hay duda alguna. Laporta es peor, infinitamente peor que "juanito el tortilla", como le llamaba en su época José María García. Y de Gaspart podría escribir un libro. Sé de sus andanzas en los negocios/en el Barça/ y en la prensa deportiva, que también ha sido sus dominios. Y un día cualquiera hablo, desde su etapa de "juanito el tortillas a su acojonamiento al enterarse que iba a compartir mesa en un plató de televisión con Javier Gurruchaga. Les puedo hablar de eso, de Figo, de Overmars, de la madre Teresa de Calcuta y del a Dios rogando y con el mazo dando.
Pero aún así y todo, Gaspart, cuando se presentó a las elecciones presidenciales del Fútbol Club Barcelona no engañaba a nadie. Casi todos sabían cómo era/quién era y de lo que era capaz de hacer sin alguien que lo frenara, como lo intentaba frenar (cuando podía) Núñez. Gaspart ganó porque Castells dió marcha atrás y prefirió una vicepresidencia en mano que una presidencia volando. Y Bassat no tenía nada que hacer, porque no hay peor candidato que un publicista presumido. Por eso Bassat ha tropezado dos veces en la misma piedra.
Pero a lo que íba. A Gaspart se le conocía y se sabía que era un peligro público en la presidencia. Pero el caso de Laporta es diferente. Sólo le conocían los del Elefant Blau y Cruyff. Y los que hemos seguido sus andanzas desde el Passeig de Sant Joan hasta la calle Villarroel con Diagonal. Pero éstos somos algunos, no muchos. La mayoría de los socios que fueron a votar ni sabían quién era Laporta y menos todavía quién podía llegar a ser si salía elegido. Tampoco importaba demasiado en aquellos momentos. Lo que se quería era un cambio/y el cambio era la candidatura de Laporta.
Una vez ganadas las elecciones, Laporta ya comenzó a dar señales (interiormente) de quién era/de qué quería y qué pretendía. A Laporta siempre le ha importado poco el Barça. Únicamente le ha importado (le importa) su persona y sus circunstancias. Como, además, se encontró con un equipo llovido del cielo, el Barça y Barcelona se le ha quedado pequeña. Su ambición no tiene límites. Y si alguien opta por toserle, se lo lleva por delante sin contemplaciones. Ahí está esa larga lista de damnificados víctimas de su tiranía.
Laporta ya piensa en pos-Barça. En la política. El otro día, sin ir más lejos, tuvo que elegir entre el Villarreal-Barça o un acto político y no dudó. Eligió la política, porque ya piensa en política. El Barça ha sido su trampolín/la herramienta desde donde dar el salto. Del Barça ya poco le importa. Tan sólo a quien intentará dejar en la presidencia cuando él se vaya. Si seguir apostando por Soriano que ha demostrado saber estar y también saber callar, u optar por Jaume Ferrer que tiene el respaldo del pujolismo. Todo dependerá de que Laporta vaya con Convergencia o con una nueva alternativa política. Y ésta decisión será determinante a la hora de elegir y apoyar a su heredero, como si el Barça fuera -de hecho lo es- su finca particular.
Ahora aspira/ambiciona a que sea suyo el País.