Hoy, voy a escribir de Ronaldinho. Sobre el ídolo caído y/o, si lo prefieren, sobre ese juguete roto como ya ha sido calificado por algún periodista-portavoz del club. Porque hay periodistas y periodistas. Y algunos, en esta historia del Gaúcho, se sienten más cómodos actuando de Miguel Angel Rodríguez o Rosa Conde, que ejerciendo su profesión, y olvidando que a quien se deben es a sus lectores/oyentes/espectadores.
Claro que estos periodistas que se alegran entusiásticamente de la situación actual del ex-10, y que durante cinco años han formado parte del colectivo incenciario del brasileño, no son los únicos culpables de que Ronnie sea una sombra de la sombra de lo que fué y que, en el Barça, ya parece improbable -y hasta imposible- que vuelva a recuperar aquella magia que contagió a todos, incluídos rivales y adversarios que acabaron aceptando que aquella sonrisa vistiera los colores que vistiera. Y es que en los últimos años, después de la irrupción de Ronaldo y Zidane, no ha habido jugador más explosivo que Ronaldinho.
Ni Kaká ni Cristiano Ronaldo, por buenos/muy buenos que sean. Ronaldinho ha sido punto y aparte. Lo que sucede es que en el Barça ha durado cuatro años, que ya es un milagro, teniendo en cuenta que de entrada ya tuvo una fuerte oposición desde dentro del club. Cruyff y Txiki preferían a Aimar, y Laporta también, pero en aquel momento, recién salido de las urnas, no tenía los suficientes atributos cómo para enfrentarse a Rosell que disponía de poder/imaginación/influencias y llaves para conseguir la liquidez nacesaria, o los avales suficientes, para que la operación no se frustrara. Y si había que hablar con el presidente de La Caixa, con el Banc de Sabadell, con Nike, con el Manchester, con Florentino Pérez, o con la Koplowitz, hablaba. Y si había que pasar por encima del cadáver de Cruyff, pasaba. Pero Ronaldinho no se perdía.
He seguido, desde entonces, toda la evolución del Gaúcho en Barcelona y en el Barcelona. Desde su primer hospedaje provisional en el Hotel Arts, pasando por su primera cena en el restaurante "Botafumeiro", en Mayor de Grácia, hasta hoy.
He sido un observador privilegiado de sus hazañas y heroicidades deportivas. De la fantasía de su juego y de sus goles/golazos desde medianoche a pleno día. He seguido todo el proceso Ronaldinho. De cómo devolvió la alegria y la ilusión al Barcelonismo, ya en el primer año, cuando no había más crack que él. ¿O nos falla la memoria?. Ya en aquel año, la remontada del equipo fue tan impresionante y espectacular, que la Liga dura dos semanas más y ya conquista su primer título. Y aquel equipo era Ronaldinho y cuatro mas (Márquez, Puyol/Xavi, el cuestionado Valdes, y el refuerzo final de Davids). Y punto. Overmars estaba en el desguace, Luis Enrique a punto de jubilarse, Kluivert no contaba, Gerard en su mundo. Y Rijkaard confíaba más en Sergio Santamaria (¿dónde está?) que en el portugués Quaresma y que en el canterano Sergio García, hoy triunfante en el Zaragoza, a punto de dar el salto a la Liga inglesa.
No olvidemos que Rijkaard, una noche, cenando en casa del profeta, se llegó a preguntar: "¿Y qué hago yo con Ronaldinho?". "¿Dónde lo pongo yo?", ante la satisfacción de Cruyff. Ni olvidemos que el staff técnico, desde Txiki a Rijkaard, pasando por Eusebio, daban por bueno el fichaje del defensa Mario dado que confiaba poco o nada en Puyol. Y que ese mismo staff técnico que hoy sigue mandando, tenía puestos los ojos en un jovencísimo delantero, Oriol Riera. Para ese staff, la "perla" no era Messi, era Riera.
Con Cruyff cabreado por el fichaje del brasileño, con Rijkaard sin saber que hacer con el gaucho, y con Laporta sin mojarse plenamente, dando el visto bueno al fichaje de Ronaldinho más con el deseo de que el entonces vicepresidente deportivo se estrellase y ya no se metiera en el terreno acotado para él y sus huestes, comenzó la hora deslumbrante de Ronaldinho. Y como los vientos eran favorables, salvo Cruyff (que seguía sin escribir una puta línea en favor del brasileño), todos se sumaron al "efecto Ronnie". Entonces, el que sobraba, el que molestaba era SR, que era el obstáculo principal para Laporta/Soriano/Ingla/Echevarría pudieran mangonear/prometer/ y fotografiarse junto al nuevo gran ídolo.
Una vez fuera del club Rosell (el que lo había traído, fichado, proyectado y protegido ) había tortazos entre los directivos-figurantes por intentar lograr la amistad de Ronnie. Al precio que fuera. Era una subasta por ver quién lograba ser más y mejor amigo del nuevo ídolo, aunque se molestara JC. Pero por muchas cenas, promesas millonarias y perros monumentales que le ofrecieran, Ronaldinho, que era (es) muy suyo, no lograban ceder su amistad. Se dejaba querer, pero nada más. Echevarría lo intentó todo, pero no ha pasado de Jorquera y de Etoo.
Laporta ya tenía a "su" Etoo. Pero no era suficiente. Y dado que seguía sin poder hacerse con el cupido del brasileño, en un ataque de furia, fue en busca de Thierri Henry, al que le acompañó Soriano, soñando los dos con una nueva estrella para el equipo y sobre todo fiel a ellos. Pero ha sido también un fiasco.
Paralelamente, se necesitaba más munición para destruir al mito-Ronnie, más por infidelidad que por rendimiento. Y el ventilador se ha puesto de nuevo en marcha. Se ha jaleado la vida privada y nocturna del brasileño hasta en el desaparecido Aquí hay tomate. Pero en las andanzas del gaúcho no había nada de nuevo que no se supiera y que no hubiera pregonado ya en París su entrenador de entonces, Luis Fernández: "Con un Ronaldinho al 100 % el PSG hubiese sido campeón de liga en Francia con diez puntos de ventaja. Pero, para ello, hubiera sido preciso que me lo llevara a mi casa y que lo tuviera bajo mi control las veinticuatro horas del día".
Ronaldinho y su hermano Roberto sólo respetaban y temían a Rosell, pero éste, al lavarse las manos y desentenderse de todo tipo de egoismos (de la pareja y de la directiva), ha hecho que la caída ha sido más dura.
Digamos, sin embargo, que Ronaldinho no ha engañado a nadie. Pero son tantos/tantos los enemigos existentes, que se han convertido en demasiadas cuerdas para un sólo violín. Demasiada gente (algunos sin escrúpulos) disparando sin piedad. A quemarropa.
Toda la directiva en contra. Diciendo que le aman, pero le odian. Mucha prensa siguiendo la consigna pastoral del jefe (JB) de los pastores disparándole a matar.
Los amigos del vestuario se han quedado en el camino. Motta dolido, porque pudo hacer algo más para que pudiera seguir aqui. Juanjo Castillo, dolido, porque sabe que pudo hacer algo más que dejarlo a los pies de los caballos. Y Deco, cada vez más distanciado. Y éstos tres, eran su triángulo mágico. Los que saben todo, y más.
Su hermano Roberto, preocupado (como siempre) por recaudar. Su hermana Deisy, un desastre como relaciones públicas, y ahora además enamorada de un amigo del ex españolista Costa, con lo cuál, si en nada le ayudaba, ahora menos. Doña Miguelina, encantada de haberse conocido, y feliz con grabar spots, que se acaban. Y a su hijo Joao, viéndole de pascua en pascua.
Lo único que le quedaba, que parecía íba viento en popa, sin intereses económicos de por medio, era su luna de amor con Lindsay, la hija de Rjkaard, tan bella y atractiva, sanísima persona, que también se ha evaporado.
¿Qué le queda, pues, a Ronaldinho?.
Sólo le queda dinero, egoismo, soledad y una depresión de caballo al verse suplente, del suplente, y cercado por toda una sociedad que lo había puesto en lo más alto del pedestal y que ahora le está echando.
Y le queda, de momento, Messi. Pero veremos qué dura. Porque el argentino ya está en el punto de mira de muchos de dentro y de algunos de fuera. Y en este llamado círculo virtuoso, no hay compasión ni piedad.