domingo, 22 de agosto de 2010

Sandro Rosell

Ante el Sevilla, ganando la Supercopa, Sandro Rosell ha tenido un feliz estreno como presidente del Fútbol Club Barcelona. Reestrenó palco en lugar privilegiado. Hacia cinco años y tres meses que no lo pisaba. Desde un partido ante el Villarreal en el 2005. Pero ayer Rosell no regresaba como alguien ha dicho. Rosell cambiaba provisionalmente de lugar. Desde aquel día que dejó de ser vicepresidente, ha seguido acudiendo al Estadi. Como un socio más. Como lo que es y cómo lo que siente. Por encima de todo, Rosell es y quiere ser socio. Su sueño nunca ha sido el palco. Ni lo es. Su sueño es ver al Barça triunfador. Pero triunfador en el césped y fuera de él. También en los despachos. Y en las relaciones. Rosell sueña con un Barça perfecto, si es que la perfección existe. Pero que su club sea admirado en todos los conceptos. En todos. El listón es alto, muy alto, pero no imposible conociendo el empuje, la constancia, el amor propio y la inteligencia de una persona al que el éxito le ha acompañado siempre.

Hay quien dice que Rosell hereda un equipo de ensueño. Es cierto. Pero también hay que añadir que en la construcción de ese equipo de ensueño, él también fue uno de los creadores hace siete años. Aportó su talante ganador, su talante creador. Y fue, junto a Ronaldinho en el terreno de juego, uno de los causantes del cambio de dinámica del club. De perdedor (época Gaspart) ha ganador (época Rosell/Laporta).

Hoy, ciertamente, Rosell recoge un equipo de ensueño. Pero su aspiración no es dejar en el futuro un equipo de ensueño. Su ambición es dejar un Club de Ensueño. Que es lo mismo, pero más. Mucho más.