martes, 3 de agosto de 2010

Cesc Fábregas (2)

Sigue el culebrón del (im) posible fichaje de Cesc. Algunos colegas, algunos futbolistas, incluso algún que otro presidente (Gaspart) están empeñados en su fichaje por el Barça. Si ficha, perfecto. Pero presionar hasta límites insospechados, me parece fuera de común. Lo último que me faltaba por leer es a Joan Gaspart diciéndole a Sandro Rosell lo que tiene que hacer y cómo lo debe hacer. Como si el presidente del Barça fuera imbécil. Si de algo sabe, si de algo entiende Rosell es precisamente de negociar. Lo ha hecho toda su vida. No tiene que recibir lecciones de nadie y menos/mucho menos de Gaspart que aún debe explicar porqué gastó lo que gastó en los fichajes de Overmans y Petit hace diez años. Casi sesenta millones de euros, más los haberes de los jugadores. Uno de los peores negocios del Barça.

Que Cesc sea o no jugador del Barça nadie debe recordárselo a Sandro Rosell y a su junta directiva que saben lo que se hacen. Y lo que no se hacen. Si el presidente hiciera caso a todo ese coro de voces que piden insistentemente el fichaje del jugador que fue barcelonista hace años y que nadie le pidió que abandonara el club, si Rosell hiciera caso decía, la operación sobrepasaría los cien millones de euros. Porque al valor de la transferencia hay que sumar el dinero a percibir por el jugador. O sea, una locura. Y no está para locuras la actual situación económica de la entidad después de la herencia recibida.

Que prospere o no la contratación de Cesc Fábregas es una cuestión cuya última palabra la tiene Sandro Rosell, guardian de los dineros de los socios. Sólo él, el presidente, sabe hasta dónde puede llegar. Y del tope que se ha marcado no moverá un sólo dedo, por mucha presión/agobiante que tenga diariamente. Y menos, si sus consejeros son cómo los que salen últimamente.

Que hablen.