jueves, 5 de noviembre de 2009

Toda la verdad de Joan Laporta

Con motivo de sus 1001 Sabatinas intempestivas, Gregorio Morán se refería a este oficio para viejos que es el periodismo y que goza del honor de compartir con las otras dos pes –putas y políticos- la triada profesional más antigua del mundo. ¿Acaso la Biblia no puede ser considerada la primera publicación informativa?. El Génesis debe interpretarse como un prodigio de información de agencia; no se puede contar mejor la creación del mundo en tan pocas palabras. Y Moisés, sin ir más lejos, ¿no ejerce de gran reportero cuando baja con las tablas de la ley? Y fíjense si seria bueno que la gente no le hizo maldito el caso, que es lo que les suele ocurrir a los reporteros estrella.

Y es que la gente cada vez cree más en las putas y menos en los periodistas y políticos. Y tienen sus motivos. Esta pe de plumífero está devaluada al máximo. Ni los alumnos de periodismo, en general, leen los periódicos. Prefieren You Tube. Incluso el “Sálvame” o el ¿Dónde estás corazón? (DEC). Los periodistas, como los políticos, incluso la otra pe no citada (policías) están quedando obsoletos. Sin embargo, las putas mantienen la tradición e, incluso, el prestigio.

Y es que el periodismo escrito, por culpa de otra pe, la de los propietarios, va camino de su extinción total. Y eso que como dice John Carlin “nunca ha habido una mejor época para periodismo escrito, y nunca ha habido una peor para ganarse la vida ejerciéndolo”.Y es que aquí, en Catalunya, y en España, ni queremos “Walter Cronkites”(el que fue periodista más creíble de los Estados Unidos), ni menos suspiramos por los tabloides ingleses o los “bild” alemanes. Aquí nos sentimos cómodos explicando una breve parte de la historia y el resto (lo más destacado) reservarlo para invites y cenáculos.

-Si yo te contara…

Pero no cuentan nada. Cuentan líneas para decir lo menos posible y rellenar papel. En el fondo suspiramos por la ley mordaza de Hugo Chávez. Por contar lo que fueron, no lo que son, Radio Caracas Televisión y Globovisión. Como aquí sucedió durante muchos años. Pero ahora, paradójicamente, vivimos una etapa del periodismo escrito que es más fácil hablar (mal) de la pe de los políticos que de la pe de los presidentes de clubs de fútbol. De algunos, naturalmente. Como de don Florentino y don Joan (nunca mejor dicho).

Escribir (mal) de Florentino es irte al paro. Y escribir (también mal) de Laporta es jugarte el futuro. De entrada, ya no te lo publican. Y encima, tus superiores, te abroncan y te amenazan.

-¿Qué quieres? ¿Dejarnos sin promociones?

Supongo que editores y directores cuando hablan de promociones sólo hablan de eso. De nada más. Y es que uno ya está de vuelta de todo y ha vivido de todo. Y es que de promociones unos y de sobres otros, de todo ha habido en la viña del señor. Aún recuerdo cuando el periodista Josep Martí Gómez le preguntó al recién estrenado gerente del Barça Armand Carabén si no le parecía una indecencia que el club pagase a varios periodistas y los vividores armaron una bronca fenomenal que obligó a Carabén a medio retractarse para decir aquello de “donde dije digo digo Diego”.

Espero que aquel estilo de enaltecer la profesión haya desaparecido, aunque sigo confiando más en la honestidad de las putas que en muchos de mis colegas.

¿Y a qué coño viene todo esto?, se preguntará usted, querido superviviente lector. Viene a cuento de lo que se dice, se habla, se comenta (todo off the record) sobre las andanzas del presi Laporta. Si sólo el uno por ciento es fiable, es como para ponerse a temblar. No se preocupen amigos lectores supervivientes que en la letra impresa, la voz radiada y en las imágenes televisivas se contará. Aquí Laporta ha encontrado un ejército pretoriano de comunicadores dispuestos a contar sólo la cara amable del presidente. El presidente en “pijama”, como acaba de retratar una de sus amantes, eso no interesa a nadie. No vaya a enfadarse el presi más prepotente/más chulesco/ y con más suerte que he conocido en la historia del club. Y eso que he conocido a varios, unos como presidentes y otros como ex, pero como JL ningún otro ejemplar. Ni de lejos. Eso sí, con una chamba como nadie. Porque del Barça deportivo que diseñó a su llegada al Barça real que hemos visto en esta casi década prodigiosa hay un abismo. No olvidemos que su sueño inicial, con el asesoramiento inapreciable de Cruyff, Txiki y el periodista desaparecido de la escena, era un Barça cimentado en la Triple A (Albelda, Ayala y Aimar) con la recuperación de Roger García y la carente credibilidad en los canteranos Valdés, Puyol y Xavi Hernández a los que querían ver lejos del Camp Nou. Pero la suerte, o la leche de JL, fue que su vicepresidente deportivo (Sandro Rosell) amenazó con cesar antes de tomar asiento.

-¿Y con éstos queréis devolver la ilusión al campo y las gradas?, les dijo mientras se sacaba de la chistera a los Ronaldinhos, Decos y defendía a los indefendibles canteranos.

Después de la suerte de SR tuvo la fortuna del invento de Josep Guardiola, tampoco demasiado bien visto inicialmente ni por el presidente, ni por el secretario técnico, ni por Soriano, todos ellos partidarios de cualquiera antes que el de Santpedor. Pero con la moción de censura sobre la mesa y la amenaza de socios de echar a toda la directiva superviviente, Evarist Murtra logró convencer en un momento de acojonamiento al presi y enchufarle a Pep Guardiola con el que ya contaba Murtra en la candidatura de Bassat y del que se había reído públicamente Xavier Sala i Martín censurando su inexperiencia.

Ese Xavier Sala i Martín que con Alfons Godall se disputan el honor de ser elegidos cabeza de cartel de la candidatura que patrocina un Laporta que, como los buenos dictadores, no quiere abandonar la presidencia sin elegir a su delfín. Y para él, sus herederos son los dos, preferentemente el “chaquetas” aunque quizá tendrá que ceder al compañero de pupitre de los maristas de Sant Joan. Es decir, unos delfines, tan o más politizados que él. Godall ya estuvo en el PI (partido para la Independencia), junto a Laporta, Pilar Rahola y Ángel Colom. Fue un fracaso total. Y lo fue porque entonces no contaban con un trampolín mediático como es el palco del Camp Nou y la presidencia (politizada) del Barça.

Por eso, porque sabe de la influencia mediática del Barça, Laporta se resiste a dejar el control de la entidad. De entrada, si está uno de sus amigos podrá seguir paseándose por el palco y captar la atención de las cámaras de televisión para mantener su popularidad con vistas a su proyecto político. Si está otro, al que no pueda manejar, su porvenir es más incierto porque encima corre el peligro de que le hagan lo que él fue incapaz de hacer con Gaspart: levantar las alfombras.

Por eso Laporta quiere atar y dejar bien atada la presidencia del club.

Yo, desde luego, no votaré a quien Laporta me quiera (im) poner. Es decir, ni a Alfons Godall porque ello significaría politizar todavía más el club de lo que ya está politizado, y menos todavía a Xavier Sala i Martín que además de tener como objetivo prioritario colaborar con Laporta para alcanzar un día la presidencia de la Generalitat además no le importa un carajo el fútbol.

Pero no se preocupen. Hay toda una legión de “pes”, principalmente periodistas, dispuestos a apoyarle hasta el final. Y es que muchos de ellos piensan que ni tendrían que haber elecciones. Ya lo escribió el articulista Bru de Sala: “Laporta y Cruyff tendrían que elegir al futuro presidente del Barça”. Y se quedó tan ancho.