Ha terminado la primera vuelta del campeonato. Es decir: le queda menos de media Liga a Luis Aragonés para elegir los hombres -o nombres- que se llevara a la Eurocopa. Si yo fuera él, tras lo visto en esta primera fase, me pondría a temblar. Si los hombres que nutrían la selección íban justos, ahora el panorama es...¡Desolador!.
¿Dónde elegir mimbres suficientes para confeccionar un buen cesto que nos ilumine de esperanza?. Si hasta hace poco, el Valencia era parte del esquema (y así nos íba) ahora ya no quedan ni las cenizas en donde se apoyaba el seleccionador. No es que con la exclusión de los terrenos de juegos de jugadores como Albelda y Angulo se haya perdido mucho, pero cuando menos hacían bulto. Del conjunto valenciano, vista la primera fase del campeonato, seleccionable-seleccionable no queda mucho. Uno u dos, y paren de contar. Suponiendo que Silva se recupere del desconcierto general y Villa salga de la lesión-baja forma que lleva desde septiembre, son los únicos que podrían estar incluídos. Y paren de contar.
Naturalmente, si quiere, Luis puede seguir llamando a Joaquín, que es jugador de ferias y congresos, pero no de europeos y mundiales, y si quiere, también, puede seguir citando a Marchena, que es como no llamar a nadie.
El panorama que puede aportar el Valencia a la Selección es desalentador.
Pero no crean que Luis tiene mucho que escoger en otros clubs. Vamos a ver. Si acude al Atlético de Madrid, las estrellas son extranjeras (Forlan, Kun Agüero, Simao...). No tiene donde casi elegir si exceptuamos al defensa Antonio López, cuando menos un profesional serio, regular que además sabe chutar a puerta. Y paren de contar. Se puede llevar, claro, a Pablo, que me parece un central vulgar por muy buena prensa que tenga, y si quiere otro "Joaquin", tiene a Reyes que con el mejicano (que juega cualquiera) casi no se alinea.
Si el Valencia es desolador, el Atlético, por muy tercero que vaya, a nivel de Selección es patética su posible aportación.
El Barça y el Madrid tienen, entre los dos, algunos indiscutibles y otros discutibles. Casillas, Valdés, Sergio Ramos y Xavi tendrían que ser los indiscutibles. Pero de los cuatro, hay que eliminar a uno, si Luis no cambia de parecer: Valdés. Por lo que sea, hasta ahora no ha contado con él, pero por méritos tendría que estar. Casillas, Sergio Ramos y Xavi, como hemos dicho, aún enfermos, son los más indiscutibles de todo el país. No hay mejor portero, no hay mejor defensa y no hay mejor talento que ellos tres. Se podría añadir un cuarto, Puyol, que aún sin estar en su mejor forma, siempre garantiza entrega, voluntad y pundonor. Pero no como lateral. Como central.
Después de los citados, hay tres casos discutibles, Raúl, Iniesta y Guti.
Raúl ha comenzado la Liga haciendo méritos para su regreso, pero últimamente parece haber reducido el gas. Sin embargo, si yo fuera seleccionador me lo llevaría, porque además merece ser llevado. No ha habido otro como él en los últimos quince años. Pero dependerá del estado lunático de Luis.
En cuanto a Iniesta y Guti, como dice mi hijo en su Bar Deportes, es más de lo mismo. Son los mejores durante quince de los noventa minutos que dura un partido. Sin embargo, no se preocupen que uno seguro y el otro probable, acudirán a la Eurocopa. Sería una guerra civil, lo contrario. Iniesta y Guti son los jugadores con mejor prensa del país. Uno, si le sale un pase bonito, ya es mejor que Ronaldinho. El otro, si mete un gol a un segunda B, es un genio. Y el uno y el otro cuentan con el apoyo total de los predicadores de noche y los monaguillos de día.
De lo que hay en Inglaterra, lo mejor de lo mejor, se reduce a cuatro hombres. El mejor de todos, por lo que está haciendo, por su talento, por su fuerza y por su regularidad Cesc Fábregas. El español más admirado en Inglaterra. Después de él, la resurrección del "niño" Torres que con su marcha al fútbol británico ha progresado y mejorado notablemente. Cesc y Torres, jugarían actualmente en cualquier selección. Los otros dos, ambos son guardametas, Reina y Almunia. El navarro del Arsenal está haciendo una campaña portentosa.
Hay otros dos casos de seleccionables en el fútbol inglés, uno ascendente (el defensa Piqué) y otro descendente (Xabi Alonso). En el caso del primero, si Luis tiene arrojos, es para convocarlo; en el segundo caso, mucho tendrá que mejorar en los próximos meses para regresar.
Esto es lo que tiene Luis Aragonés sobre la mesa.
El resto de seleccionados, si no cambian las cosas, no tiene otra alternativa el seleccionador que acudir al Espanyol como antes acudía al Valencia. El Espanyol no le ofrece genios, pero le brinda buenos y rentables jugadores. El indiscutible, Raúl Tamudo, que siempre sabes lo que ofrecerá y lo que rendirá. Y los goles imprevisibles que meterá. Después de él, están Jarque (el mejor central actual), Riera, Luis García, y si me apuran hasta Torrejón y Hurtado son seleccionables en función de lo que hicieron el año pasado y están haciendo está temporada.
En el Sevilla, muerto Puerta, lo mejor es todo extranjero, y el único sevillista que podría acudir es Navas...si la Eurocopa se jugara en casa. Capel, si un día levanta la cabeza del suelo, quizás podría ir. Y a Palop las lesiones le han jugado una mala pasada en el momento que estaba más cerca de ir probablemente como tercer portero. Mala suerte.
Y ya no queda mucho donde elegir. Sólo queda Capdevila, del Villarreal, siempre un buen defensa y quedan tres futbolistas que a tenor de lo que han hecho podrían ser citados, pero en los tres casos hay que tener mucha personalidad para llamarlos. Uno, que lleva años siendo de los mejores en su puesto: Munitis, pero no sé si es porque no es galáctico y además pequeño, que siempre lo han difuminado. Y los otros dos, son del Getafe (Granero y De la Red), pero llevarse algún jugador del Getafe no parece muy "in".
Este es el panorama que tiene Luis Aragonés, superada la primera vuelta de la Liga. Es lo que hay. Que por haber, por cierto, preferimos seguir con el himno "mudo" actual, que con ese bodrio patriotero que pretenden colarnos. Ni cantándolo Plácido Domingo (como quieren) con esa letra hay milagro alguno. Es malo de solemnidad.
Aquí, en este país todavía llamado España, para himnos, el del Sevilla. El de El Arrebato. No hay otro como él. De la misma forma, que en el extranjero, el del Liverpool. Y, además, en su salsa y ambiente.
O como dice Casillas, "yo me quedo con Paquito el Chocolatero".
lunes, 14 de enero de 2008
sábado, 12 de enero de 2008
Antonio Domínguez, "El Corto".
Si hace unos días, nos dejaba Lluís Coll, aquel formidable extremo del Barça y el Valencia, del que recientemente hemos escrito, horas después, también nos decía adios otro gran extremo-interior de la misma época, pero de la otra parte de la Diagonal, del Espanyol: Antonio Domínguez, conocido por todos por "El Corto". Y digo todos, poque su fama traspasó el césped de Sarriá. Era, además de futbolista, uno de los que contribuyó a popularizar la calle Tuset, conocida entonces por "Tuset Street".
"El Corto" -llamado así por su estatura- era burgalés y una de las grandes promesas del Atlético de Madrid. Jugaba de extremo e interior, pero en aquel Atlético hacerse con una plaza en esa demarcación era imposible. Peiró-Collar formaban una ala infernal yjJugar en esa banda era misión imposible. Lo vivió Dominguez desde el mismo día de su debú como rojiblanco en que se ganó al Betis por uno a cero, con un gol suyo. Aquella tarde jugó de extremo derecho formando línea con Jones, Mendonça, Peiró y Collar.
El Espanyol, en 1962, había descendido por primera vez en su historia a Segunda División. Hasta entonces, era uno de los cuatro clubs españoles (Madrid, Barça, Athletic Bilbao y Espanyol) que habían permanecido ininterrumpidamente en Primera. Pero el Espanyol cayó y buscó regresar lo antes posible a la categoría. Fichó a un entrenador que a partir de su paso por Sarriá se convirtió en uno de los técnicos más cotizados del fútbol mundial: Heriberto Herrera, un ex defensa central del Atlético de Madrid que lo basaba todo en la condición física. Como jugador era una fortaleza inexpugnable. Y como entrenador aplicó la preparación física como base fundamental del trabajo. Ese sistema le llevó a devolver en un año al Espanyol en Primera. Y le abrió las puertas del fútbol italiano. Era el nuevo HH, el II.
Heriberto se trajo al Espanyol a Domínguez porque era un extremo-interior "más trabajador que nadie". A pesar de su buena técnica, "El Corto" inyectaba fuerza, fortaleza, vitalidad, optimismo. Era lo que buscaba HH II para un equipo que anhelaba el éxito y el ascenso.
Pese al corto período que estuvo en Sarriá, Dominguez se convirtió en uno de los grandes ídolos. "El Corto" era un personaje que se adaptó rápidamente a la ciudad. Pese a su condición de españolista, se hizo muy amigo de un gran barcelonista, Antonio de Senillosa (su padre y su abuelo fueron directivos del Barça), el único capaz en aquellos años de decir que era monárquico y que reclamaba siempre el regreso de don Juan de Borbón.
Además de monárquico, Senillosa era uno de los agitadores sociales de la ciudad, junto a los Oriol Regás, Ricardo Bofill, Leopoldo Pomés....Las musas de aquella Barcelona inquieta/sensual y pecadora eran Teresa Gimpera, Serena Vergano, Emma Cohen, Mónica Randall. Era la nueva "gauche divine" que vivía a tope las veinticuatro horas del día en Barcelona, en la Costa Brava y en Eivissa, cuando Eivissa sólo la conocían los ibicencos.
En aquel grupo tuvo entrada Antonio Domínguez "El Corto" y otros futbolistas del Barça como Julio César Benítez y un interior-medio llamado Ramón de Pablo Marañón que cerraba todas las noches Boccaccio. Marañón acabó triunfando durante años en el Sabadell, cuando lo podía haber hecho en el Barça.
Pero poco importaba. A aquel grupo, con "El Corto" incluído, lo que les importaba era la vida en el más amplio sentido de la palabra. "El Corto" era listo, dentro y fuera del campo. Lo mismo estaba entrenando dándole al balón, que comiendo en el "Estevet", en "Guría", en el "Amaya", noctambulando por Tuset Street junto a Benítez (el rey de aquella zona) o en las tertulias futboleras de "Don Pancho", en Travessera/Aribau, feudo de don Pablo Porta.
Y los jueves por la noche, como era costumbre entre toda la gente de bien vivir que encabezaba Senillosa, en el Price, en el boxeo.
Entre fiesta y fiesta, Antonio Domínguez "El Corto" cumplió con el objetivo por el cuál le había contratado el Espanyol: ascender a Primera División. Se les había puesto complicado pero él era el más optimista. O el único optimista de que ganarían la promoción al Mallorca. Días antes se lo había dicho, ni más ni menos, que a Vittorio Gasman que andaba por Barcelona con "El juego de los héroes". Dicho y hecho. El Espanyol, en el desempate disputado en Madrid , venció al Mallorca por uno a cero, gracias a un gol cabeceado (con la nariza) por el sevillano Idígoras; la inspiradísima tarde del meta Piris, el héroe, que paró lo imposible, y el trabajo multiplicador de de "El Corto", hecho todo un Gigante, en palabras de Samaranch presente en el palco. Empujó a todos sus compañeros al triunfo. Un once que pasó a la historia: Piris; Riera, Bartolí, Muñoz; Santos, Abel; Boy, Rivas, Idígoras, Domínguez y Castaños. Al día siguiente, al mediodía, fueron recibidos como auténticos héroes en el Aeropuerto de Muntadas (hoy del Prat). Fue un recibimiento apoteósico, con el presidente Fusté a la cabeza (santo y mecenas).
Entre los miles y miles de españolistas, banderas al aire, incluso algunosbarcelonistas, los de la "gauche divine" que habían madrugado por un día (las 2,45 de la tarde) para ir a recibir...no al Espanyol, sino a "El Corto".
Algo es algo.
Domínguez se quedó un año más en el Espanyol, con Kubala como compañero y entrenador bajo mano. El bueno de Solé puso el título y Kubala la batura dentro y fuera. Y contó con Dominguez, pero estuvo tan solo un año más. El Corto ya tenía la cabeza más en el futuro que en el presente. Más fuera de los terrenos de juego que dentro. . Se dedicó a hacer inversiones, algunas de ellas importantes, en poblaciones de la Costa Brava, Lloret de Mar entre ellas. Y se hizo socio, en inversiones inmobiliarias, con el entrenador que le trajo, Heriberto Herrera, entonces ya entrenador de fama en la Juve ("el sargento de hierro", le llamaban) y con la mochila cargada de millones. Herrera era soltero, vegetariano, con mucho dinero, y no se fíaba de su sombra, salvo la de "El Corto".
Antonio Dominguez "El Corto" dejó huella entre todos. Era tan o más admirado dentro como fuera del terreno de juego. Y eso que era españolista. Pero supo meterse en el bolsillo las dos Barcelona, la de los dos lados de la Diagonal.
"El Corto" -llamado así por su estatura- era burgalés y una de las grandes promesas del Atlético de Madrid. Jugaba de extremo e interior, pero en aquel Atlético hacerse con una plaza en esa demarcación era imposible. Peiró-Collar formaban una ala infernal yjJugar en esa banda era misión imposible. Lo vivió Dominguez desde el mismo día de su debú como rojiblanco en que se ganó al Betis por uno a cero, con un gol suyo. Aquella tarde jugó de extremo derecho formando línea con Jones, Mendonça, Peiró y Collar.
El Espanyol, en 1962, había descendido por primera vez en su historia a Segunda División. Hasta entonces, era uno de los cuatro clubs españoles (Madrid, Barça, Athletic Bilbao y Espanyol) que habían permanecido ininterrumpidamente en Primera. Pero el Espanyol cayó y buscó regresar lo antes posible a la categoría. Fichó a un entrenador que a partir de su paso por Sarriá se convirtió en uno de los técnicos más cotizados del fútbol mundial: Heriberto Herrera, un ex defensa central del Atlético de Madrid que lo basaba todo en la condición física. Como jugador era una fortaleza inexpugnable. Y como entrenador aplicó la preparación física como base fundamental del trabajo. Ese sistema le llevó a devolver en un año al Espanyol en Primera. Y le abrió las puertas del fútbol italiano. Era el nuevo HH, el II.
Heriberto se trajo al Espanyol a Domínguez porque era un extremo-interior "más trabajador que nadie". A pesar de su buena técnica, "El Corto" inyectaba fuerza, fortaleza, vitalidad, optimismo. Era lo que buscaba HH II para un equipo que anhelaba el éxito y el ascenso.
Pese al corto período que estuvo en Sarriá, Dominguez se convirtió en uno de los grandes ídolos. "El Corto" era un personaje que se adaptó rápidamente a la ciudad. Pese a su condición de españolista, se hizo muy amigo de un gran barcelonista, Antonio de Senillosa (su padre y su abuelo fueron directivos del Barça), el único capaz en aquellos años de decir que era monárquico y que reclamaba siempre el regreso de don Juan de Borbón.
Además de monárquico, Senillosa era uno de los agitadores sociales de la ciudad, junto a los Oriol Regás, Ricardo Bofill, Leopoldo Pomés....Las musas de aquella Barcelona inquieta/sensual y pecadora eran Teresa Gimpera, Serena Vergano, Emma Cohen, Mónica Randall. Era la nueva "gauche divine" que vivía a tope las veinticuatro horas del día en Barcelona, en la Costa Brava y en Eivissa, cuando Eivissa sólo la conocían los ibicencos.
En aquel grupo tuvo entrada Antonio Domínguez "El Corto" y otros futbolistas del Barça como Julio César Benítez y un interior-medio llamado Ramón de Pablo Marañón que cerraba todas las noches Boccaccio. Marañón acabó triunfando durante años en el Sabadell, cuando lo podía haber hecho en el Barça.
Pero poco importaba. A aquel grupo, con "El Corto" incluído, lo que les importaba era la vida en el más amplio sentido de la palabra. "El Corto" era listo, dentro y fuera del campo. Lo mismo estaba entrenando dándole al balón, que comiendo en el "Estevet", en "Guría", en el "Amaya", noctambulando por Tuset Street junto a Benítez (el rey de aquella zona) o en las tertulias futboleras de "Don Pancho", en Travessera/Aribau, feudo de don Pablo Porta.
Y los jueves por la noche, como era costumbre entre toda la gente de bien vivir que encabezaba Senillosa, en el Price, en el boxeo.
Entre fiesta y fiesta, Antonio Domínguez "El Corto" cumplió con el objetivo por el cuál le había contratado el Espanyol: ascender a Primera División. Se les había puesto complicado pero él era el más optimista. O el único optimista de que ganarían la promoción al Mallorca. Días antes se lo había dicho, ni más ni menos, que a Vittorio Gasman que andaba por Barcelona con "El juego de los héroes". Dicho y hecho. El Espanyol, en el desempate disputado en Madrid , venció al Mallorca por uno a cero, gracias a un gol cabeceado (con la nariza) por el sevillano Idígoras; la inspiradísima tarde del meta Piris, el héroe, que paró lo imposible, y el trabajo multiplicador de de "El Corto", hecho todo un Gigante, en palabras de Samaranch presente en el palco. Empujó a todos sus compañeros al triunfo. Un once que pasó a la historia: Piris; Riera, Bartolí, Muñoz; Santos, Abel; Boy, Rivas, Idígoras, Domínguez y Castaños. Al día siguiente, al mediodía, fueron recibidos como auténticos héroes en el Aeropuerto de Muntadas (hoy del Prat). Fue un recibimiento apoteósico, con el presidente Fusté a la cabeza (santo y mecenas).
Entre los miles y miles de españolistas, banderas al aire, incluso algunosbarcelonistas, los de la "gauche divine" que habían madrugado por un día (las 2,45 de la tarde) para ir a recibir...no al Espanyol, sino a "El Corto".
Algo es algo.
Domínguez se quedó un año más en el Espanyol, con Kubala como compañero y entrenador bajo mano. El bueno de Solé puso el título y Kubala la batura dentro y fuera. Y contó con Dominguez, pero estuvo tan solo un año más. El Corto ya tenía la cabeza más en el futuro que en el presente. Más fuera de los terrenos de juego que dentro. . Se dedicó a hacer inversiones, algunas de ellas importantes, en poblaciones de la Costa Brava, Lloret de Mar entre ellas. Y se hizo socio, en inversiones inmobiliarias, con el entrenador que le trajo, Heriberto Herrera, entonces ya entrenador de fama en la Juve ("el sargento de hierro", le llamaban) y con la mochila cargada de millones. Herrera era soltero, vegetariano, con mucho dinero, y no se fíaba de su sombra, salvo la de "El Corto".
Antonio Dominguez "El Corto" dejó huella entre todos. Era tan o más admirado dentro como fuera del terreno de juego. Y eso que era españolista. Pero supo meterse en el bolsillo las dos Barcelona, la de los dos lados de la Diagonal.
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miércoles, 9 de enero de 2008
Lluis Coll, un extremo de fábula.
Nos llegó un flash de la muerte de Lluís Coll Hortal. Los telediarios que yo ví no dieron un segundo de su muerte. A veces se exagera en el adios de uno. En otras, casi se silencia sus valores. El gerundense Coll (nacido en Anglés) fue un gran extremo. Una de las más firmes promesas del fútbol catalán y español. Era un fuera de serie con las dos piernas y una inteligencia fuera de lo común.
Jugando en el Girona se lo disputaron todos los grandes. Hubo incluso un pleito entre Espanyol y Barça por ver quien era el propietario de sus derechos. Pero como Balmanya era su entrenador en el Girona y había fichado por el Barça, la polémica acabó. "Nene, tú conmigo" y Don Domingo ("Mingo") se lo llevó.
En sus primeros partidos dejó boquiabiertos a todos. Por su calidad, por su templanza, por su personalidad. Fue el autor del primer penalty que se lanzó en el Camp Nou. Dos días después de la inauguración, ante el Borussia de Dortmund. Basora, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Coll formaron el diabólico ataque.
A pesar del gran número de estrellas de aquel conjunto (Kubala, Evaristo, Eulogio Martínez, Suárez, Kocsis, Czibor, Tejada, Hermes González...) Coll lo tenía todo para hacerse con un puesto en la titularidad. Pero le faltó la suerte de los campeones. En un amistoso jugado en Olot se fracturó la tibia y el peroné. Una lesión que, entonces, retiraba a más de uno. Pero Coll se operó y levantó vuelo. Sin embargo, cesó su descubridor y protector, Balmanya, y con la llegada de Helenio Herrera pintaban bastos. El Barça, además, tenía otro joven valor en el extremo, el gallego Suco, con todas las bendiciones de "el mago". Cuando Coll tenía ya todas las papeletas para salir del Barça, jugó un amistoso en L´Hospitalet que enloqueció a HH. "Es el mejor extremo que tenemos. De aquí no se mueve".
HH comenzó a confiar en él. Unas veces como extremo derecho y otras como izquierdo. Le hizo jugar uno de los partidos más importantes de la historia de la Copa de Europa, en Inglaterra, ante el Wolverhampton, donde nadie todavía había ganado nunca. Aquella tarde, los honores fueron para Kocsis, autor de cuatro de los cinco goles de su equipo (2-5). Pero el genial fue Coll inspirador de cuatro de los cinco goles. Los "lobos" de Wolverhamton se rindieron ante el Barça, ante el húngaro y ante el catalán. Ha sido una de las mayores hazañas del Barça en el extranjero.
Aún así, ser titular en el Barça era caro. Mucha/extraordinaria competencia. ¿Quién de aquellos monstruos -Kubala, Suárez, Eulogio, Villaverde, Evaristo, Kocsis, Tejada, Czibor...- podía quedarse sin jugar...?. Sin Balmanya primero, y sin HH después, lo más cómodo era que los jóvenes Coll y Suco pagaran el precio de la no-fama.
Después de la tragedia de Berna, en la que el Barça perdió su primera oportunidad de conquistar la Copa de Europa, aterrizaron en el club LLaudet en la presidencia y Lluís Miró en el banquillo. Y buscaban, lo primero, un guardameta ante el ocaso y retirada de Ramallets. Se encapricharon del valencianista Pesudo y por el pagaron un alto precio. Millones y además Coll y Ribelles, dos valores de la cantera catalana llamados a ser mucho en el fútbol.
Al escaso tiempo de fichar por el club del Turia, un desgraciado accidente era portada de todos los medios nacionales. El ídolo valencianista Walter, un gran ariete goleador, el primer brasileño fichado por el equipo ché, a la salida del entrenamiento, en la carretera de Valencia a El Saler, se estrelló de cara con con su coche contra un camión y resultó muerto. Junto a Walter viajaban Lluis Coll y el defensa Sócrates, que salieron ilesos, pero traumatizados de por vida.
Balmanya, que dirigía al cuadro valenciano, y al año siguiente su sustituto en el banquillo, Alejandro Scopelli, lucharon por recuperar al joven y gran extremo gerundense. Pero Coll ya no era Coll, pese a que aquel Valencia iba viento en popa dirigido por su amigo Ribelles y en el que también había durísima competencia por la titularidad (el goleador Waldo, fichado para reemplazar a su compatriota Walter; Héctor Núñez, Guillot, Yosu...grandes delanteros).
Coll se quedó a mitad de camino de lo que pudo ser y no fue. Y es que a veces, la calidad, la clase, la sabiduría no es suficiente para alcanzar la gloria. Te tiene que acompañar la suerte que no siempre llega. (Recuerdo ahora a otro fenomenal extremo, Manolín Bueno, que se tiró diez años de suplente de Gento esperando que se retirare para ser titular. Pero como Gento jugó diecinueve temporadas, tuvo que emigrar antes él. Se fue al Sevilla, pero lo mejor lo había dejado en el banquillo blanco).
Lluís Coll pudo ser otro excepcional extremo. Pero no tuvo suerte y decidió, jóven todavía, dejar el fútbol. Pero la suerte le siguió sin acompañar. En plena juventud, a los cuarenta y dos años, sufrió una trombosis cerebral que le dejó recluído e inmobilizado en su casa de Anglés. Le visitaban con frecuencia ex compañeros suyos, especialmente Kubala, Biosca y Sampedro que se escapaban de vez en cuando a estar unas horas con él.
Ahora, a los setenta años, Coll, el jugador que transformó el primer penalty en el Camp Nou y el héroe de Wolverhamton junto al demoledor Kocsis, uno jugando y otro marcando, nos acaba de dejar.
Con el mismo silencio que vivió después de colgar las botas.
Jugando en el Girona se lo disputaron todos los grandes. Hubo incluso un pleito entre Espanyol y Barça por ver quien era el propietario de sus derechos. Pero como Balmanya era su entrenador en el Girona y había fichado por el Barça, la polémica acabó. "Nene, tú conmigo" y Don Domingo ("Mingo") se lo llevó.
En sus primeros partidos dejó boquiabiertos a todos. Por su calidad, por su templanza, por su personalidad. Fue el autor del primer penalty que se lanzó en el Camp Nou. Dos días después de la inauguración, ante el Borussia de Dortmund. Basora, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Coll formaron el diabólico ataque.
A pesar del gran número de estrellas de aquel conjunto (Kubala, Evaristo, Eulogio Martínez, Suárez, Kocsis, Czibor, Tejada, Hermes González...) Coll lo tenía todo para hacerse con un puesto en la titularidad. Pero le faltó la suerte de los campeones. En un amistoso jugado en Olot se fracturó la tibia y el peroné. Una lesión que, entonces, retiraba a más de uno. Pero Coll se operó y levantó vuelo. Sin embargo, cesó su descubridor y protector, Balmanya, y con la llegada de Helenio Herrera pintaban bastos. El Barça, además, tenía otro joven valor en el extremo, el gallego Suco, con todas las bendiciones de "el mago". Cuando Coll tenía ya todas las papeletas para salir del Barça, jugó un amistoso en L´Hospitalet que enloqueció a HH. "Es el mejor extremo que tenemos. De aquí no se mueve".
HH comenzó a confiar en él. Unas veces como extremo derecho y otras como izquierdo. Le hizo jugar uno de los partidos más importantes de la historia de la Copa de Europa, en Inglaterra, ante el Wolverhampton, donde nadie todavía había ganado nunca. Aquella tarde, los honores fueron para Kocsis, autor de cuatro de los cinco goles de su equipo (2-5). Pero el genial fue Coll inspirador de cuatro de los cinco goles. Los "lobos" de Wolverhamton se rindieron ante el Barça, ante el húngaro y ante el catalán. Ha sido una de las mayores hazañas del Barça en el extranjero.
Aún así, ser titular en el Barça era caro. Mucha/extraordinaria competencia. ¿Quién de aquellos monstruos -Kubala, Suárez, Eulogio, Villaverde, Evaristo, Kocsis, Tejada, Czibor...- podía quedarse sin jugar...?. Sin Balmanya primero, y sin HH después, lo más cómodo era que los jóvenes Coll y Suco pagaran el precio de la no-fama.
Después de la tragedia de Berna, en la que el Barça perdió su primera oportunidad de conquistar la Copa de Europa, aterrizaron en el club LLaudet en la presidencia y Lluís Miró en el banquillo. Y buscaban, lo primero, un guardameta ante el ocaso y retirada de Ramallets. Se encapricharon del valencianista Pesudo y por el pagaron un alto precio. Millones y además Coll y Ribelles, dos valores de la cantera catalana llamados a ser mucho en el fútbol.
Al escaso tiempo de fichar por el club del Turia, un desgraciado accidente era portada de todos los medios nacionales. El ídolo valencianista Walter, un gran ariete goleador, el primer brasileño fichado por el equipo ché, a la salida del entrenamiento, en la carretera de Valencia a El Saler, se estrelló de cara con con su coche contra un camión y resultó muerto. Junto a Walter viajaban Lluis Coll y el defensa Sócrates, que salieron ilesos, pero traumatizados de por vida.
Balmanya, que dirigía al cuadro valenciano, y al año siguiente su sustituto en el banquillo, Alejandro Scopelli, lucharon por recuperar al joven y gran extremo gerundense. Pero Coll ya no era Coll, pese a que aquel Valencia iba viento en popa dirigido por su amigo Ribelles y en el que también había durísima competencia por la titularidad (el goleador Waldo, fichado para reemplazar a su compatriota Walter; Héctor Núñez, Guillot, Yosu...grandes delanteros).
Coll se quedó a mitad de camino de lo que pudo ser y no fue. Y es que a veces, la calidad, la clase, la sabiduría no es suficiente para alcanzar la gloria. Te tiene que acompañar la suerte que no siempre llega. (Recuerdo ahora a otro fenomenal extremo, Manolín Bueno, que se tiró diez años de suplente de Gento esperando que se retirare para ser titular. Pero como Gento jugó diecinueve temporadas, tuvo que emigrar antes él. Se fue al Sevilla, pero lo mejor lo había dejado en el banquillo blanco).
Lluís Coll pudo ser otro excepcional extremo. Pero no tuvo suerte y decidió, jóven todavía, dejar el fútbol. Pero la suerte le siguió sin acompañar. En plena juventud, a los cuarenta y dos años, sufrió una trombosis cerebral que le dejó recluído e inmobilizado en su casa de Anglés. Le visitaban con frecuencia ex compañeros suyos, especialmente Kubala, Biosca y Sampedro que se escapaban de vez en cuando a estar unas horas con él.
Ahora, a los setenta años, Coll, el jugador que transformó el primer penalty en el Camp Nou y el héroe de Wolverhamton junto al demoledor Kocsis, uno jugando y otro marcando, nos acaba de dejar.
Con el mismo silencio que vivió después de colgar las botas.
martes, 8 de enero de 2008
De Casillas a Zamora.
Iker está de moda. Pero no desde que Víctor Fernández dijera que es el jugador "más desequilibrante" de la Liga española. Desde el primer día, que el galés Toshack le hizo debutar en San Mamés, todos los focos se han centrado en este guardameta. Y es que Toshack, entre las buenas cosas que ha hecho, además de llamar cabrones a los jugadores, fue confiar en quién estaba llamado a ser santo y seña del madridismo. Del Bosque también confío, pero con ciertas reservas. Prefería la experiencia de César a la juventud de Iker. Por eso en la final de la "novena" dejó a Iker en el banquillo. El destino, pero, quiso que César se lesionara en el transcurso del partido y tuviera que salir el entonces suplente. Y paró lo parable y lo imparable. Lo que un día Di Stéfano dijo a uno de sus porteros: "Si quiere, no me pare lo imposible. Pero los balones que van fuera, no se me los meta".
Después de ganar la "Novena", ya no hubo huevos de devolverle al banquillo,. Iker es la referencia madridista. La pájara-de-Raúl durante dos años (¡ha resucitado!) ha convertido al joven guardameta no sólo en referencia sino en el símbolo e icono del madridismo. Cuando el equipo jugaba mal y perdía, Casillas era el mejor. Cuando el equipo ganaba, también lo era. En la efímera etapa galáctica se decía "Casillas para, y Ronaldo marca". Era en parte así. Porque el gran icono durante años ha sido Raúl y con él, Hierro, Roberto Carlos y Zidane. Los demás (Figo y Ronaldo) lo han sido pero en corto período de rendimiento.
Sin embargo Iker Casillas lo ha sido desde el primer día. Como los grandes guardametas. Empezando por el gran mito del fútbol español, el legendario Ricardo Zamora, que fue el primer icono del fútbol español. Aún no se había inventado la publicidad, que "El Divino" ya anunciaba chocolates. Aún era el fútbol marrón, que el Real Madrid ya pagó cien mil pesetas de la época (una bestialidad) por su compra al Español. Eran tan grande en el campo con sus "zamoranas" (despeje con los codos) que fue también el primer futbolista en protagonizar una película. Zamora lo fue todo en el Español, en el Barça, en el Real Madrid y en la Selección Nacional. Para todos, dentro y fuera de nuestras fronteras, Zamora fue el mejor arquero del mundo. Sin discusión. Cuando la República tenía problemas con la diplomacia extranjera, allí estaba Zamora. Cuando Franco tenía las fronteras cerradas, Zamora era la única llave internacional.
Todo lo que se ha dicho de él, es poco.
Hombres -y mujeres- se mataban por algo más que sus autógrafos. Con Samitier, en Barcelona, fueron los reyes del Paralelo. Tanto es así, que acabó casándose con una corista (una estupenda señora en todos los sentidos) de El Molino.
España (¿aún se llama así?) ha sido cantera de grandes porteros. Sobre todo norteños. Aunque paradójicamente los dos cancerberos considerados como los mejores en su puesto han sido catalanes. Tras Zamora, del Eixample barcelonés, el otro fue Antoni Ramallets del republicano e independiente barrio de Grácia. A Ramallets, en el Campeonato del Mundo de Brasil (la mejor clasificación española), la crítica mundial lo reconoció como el mejor "goleiro" del mundo. Sin discusión. A partir de entonces, Matías Prats padre (o ya abuelo) lo calificó de don. En la puerta española ya no volvió a jugar Ramallets. Era/es, Don Antonio.
Y al igual que don Ricardo, tuvo su película, "Once pares de botas". Uno de los mayores éxitos comerciales del cine español. Porque don Antonio, además de excepcional meta, era un galán. Ha sido el único guardameta en tener un pequeño espejo y un peine en la portería para, después de una arriesgada salida a los pies del contrario, darse media vuelta, coger el espejo, y mirar que estuviera bien peinado.
Abandonaba el campo como había entrado: impecable. Menos una vez que en el desaparecido Las Corts, en un partido copero, un delantero temible del Espanyol, Julián Arcas, le metió cuatro goles. Era el único que le tenía ganada la moral, tanto es así que, antes del partido, don Antonio le pidió a su entrenador que no le alineara. "Que ese (por Arcas) me las mete". Jugó, se los metió y fue la única vez que se olvidó del espejo y el peine.
Lo digo todo ésto, porque ahora, cuando se habla de Casillas, salen algunos medios elevando a la categoría de geniales a porteros que han sido buenos, pero sólo eso, buenos.
Los buenos, buenos, fueron esos dos, que eran algo más que porteros. Y los norteños, desde Vizcaya a Galicia, pasando por Guipúzcoa, ha sido la gran cantera de los cancerberos españoles. Los Eizaguirre marcaron toda una época. Empezó por don Agustin, pasando por el gran Iñaki y acabando por el "sevillano" Guillermo. Fueron excepcionales, en la Real, en el Valencia y en el Sevilla.
Antes de nacer Buyo, Galicia ya tenía su portero de oro: Juan Acuña. A los quince años ya era portero del Depor. Durante años, Barça y Madrid pelearon por su fichaje. Pero Acuña fue siempre fiel a su Depor. Era como aquellos maridos, leales al casamiento: "hasta que la muerte nos separe". Para los gallegos, Acuña ha sido su Zamora. Y después de Acuña, el céltico Manuel Pazos, uno de los porteros más espectaculares que ha dado nuestro fútbol. Juanito Alonso -¡que porterazo!- en el Real Madrid, y Ramallets en la Selección le cerraron la titularidad. Tuvo que triunfar y triunfó en el Atlético de Madrid y en el Elche.
Y los vascos. Punto y aparte. El Athletic encadenó una serie de porteros a cual mejor: Blasco, Lezama, Carmelo (el único en parar un penalty a Kubala y arrear un tortazo a un recogepelotas), Cedrún y Zubizarreta. Impresionantes todos. Sin embargo, el gran mito ha sido, y es -pese a los récords de Zubi- José Angel Iríbar. Al "Chopo" (el primero en sacar una ikurriña en San Mamés) le cantaban en cada partido su canción: "Iríbar, Iríbar, es cojonudo, como Iríbar no hay ninguno". Se permitió el lujo de ganar la primera y única Eurocopa de Naciones que ha ganado España, ante la URSS, acudir a la recepción de Franco y pasearse tranquilamente por Bilbao sin que nadie se lo recordara. Ni todavía se lo recuerdan.
El heredero natural de Iríbar era Cedrún, el hijo de Carmelo. Pero a pesar de hacer una gran campaña en el año de su debú, llegó Clemente y puso a Zubizarreta en contra la opinión de todos. A Cedrún no le tocó otra salida que emigrar pero en el Zaragoza siguió demostrando que era tan bueno como el que más.
La Real Sociedad era siempre el punto de mira de todos los que querían fichar un gran portero. Salieron y triunfaron de todos los modelos. El mejor de todos, por números, ha sido Luis Miguel Arconada, un monstruo. Dos ligas seguidas, que pudieron ser tres, si aquel argentino del Sevilla, Bertoni, no le marca dos goles en la penúltima jornada y les quita una liga a los donostiarras, que la merecieron. En ese partido, Bertoni y el Sevilla se llenaron de billetes blancos que hicieron posible que el Madrid fuera campeón. Fue el año que se hizo famoso el "así, así, así gana el Madrid", y es que se tiró los diez últimos partidos primando a todos los rivales de la Real.
Arconada fue un portero tan formidable que hizo emigrar de su sombra a otros extraordinarios compañeros: Esnaola, Artola, Urruticoechea....Para muchos, Esnaola era el mejor de todos, como lo demostró en el Betis. Pero Arconada se llevó los títulos y la internacionalidad. Y Artola y Urruti, además de internacionales, les tocó en el bombo el Barça.
El talón de aquiles de Arconada fue el equipo nacional. En la Eurocopa de Roma, a pesar de ser elegido el mejor portero del campeonato, tuvo un fallo al principio que nos costó una derrota. Y después en París, en la Eurocopa que se pudo ganar porque contábamos con la "flor de Muñoz", falló en el día clave, en la final.
Pese a todo, Arconada y Iríbar han sido los mejores después de Ramallets y Zamora. Sin olvidarnos de Juanito Alonso (Real Madrid, de unos reflejos extraordinario), José María Busto, santo y seña del Sevilla durante más de una década. o Enrique Yarza, también guipuzcoano, pero el valladar del Zaragoza de "Los magníficos" y los no magníficos.
En los últimos años, Buyo y Cañizares parece que han sido los mejores. Buyo pudo y debió ser más internacional, pero Clemente no fue justo con él. Para Clemente no existía otro que Zubizarreta que era su "apaga y vámonos". Y Cañizares ha topado con la eclosión Casillas, sino, habría sido internacional indiscutible muchos años más. Pero Cañizares topó con Zubi primero e Iker después. Y para colmo, con Koeman y Soler al final, que le impedirán probablemente llegar a los cuarenta años debajo de los postes.
Pero todo, y mucho más, lleva camino camino de quedar eclipsado por Iker Casillas, "San Iker", que a su edad puede batir todos los récords habidos y por haber en el fútbol español. Si las lesiones le respetan, va camino de ser el "Zamora galáctico".
Sólo le falta la película. La publicidad ya la tiene, y por lo que dicen, las mujeres le asedian. Es decir, casi un siglo después, ha vuelto a nacer Ricardo-Iker Zamora-Casillas.
Después de ganar la "Novena", ya no hubo huevos de devolverle al banquillo,. Iker es la referencia madridista. La pájara-de-Raúl durante dos años (¡ha resucitado!) ha convertido al joven guardameta no sólo en referencia sino en el símbolo e icono del madridismo. Cuando el equipo jugaba mal y perdía, Casillas era el mejor. Cuando el equipo ganaba, también lo era. En la efímera etapa galáctica se decía "Casillas para, y Ronaldo marca". Era en parte así. Porque el gran icono durante años ha sido Raúl y con él, Hierro, Roberto Carlos y Zidane. Los demás (Figo y Ronaldo) lo han sido pero en corto período de rendimiento.
Sin embargo Iker Casillas lo ha sido desde el primer día. Como los grandes guardametas. Empezando por el gran mito del fútbol español, el legendario Ricardo Zamora, que fue el primer icono del fútbol español. Aún no se había inventado la publicidad, que "El Divino" ya anunciaba chocolates. Aún era el fútbol marrón, que el Real Madrid ya pagó cien mil pesetas de la época (una bestialidad) por su compra al Español. Eran tan grande en el campo con sus "zamoranas" (despeje con los codos) que fue también el primer futbolista en protagonizar una película. Zamora lo fue todo en el Español, en el Barça, en el Real Madrid y en la Selección Nacional. Para todos, dentro y fuera de nuestras fronteras, Zamora fue el mejor arquero del mundo. Sin discusión. Cuando la República tenía problemas con la diplomacia extranjera, allí estaba Zamora. Cuando Franco tenía las fronteras cerradas, Zamora era la única llave internacional.
Todo lo que se ha dicho de él, es poco.
Hombres -y mujeres- se mataban por algo más que sus autógrafos. Con Samitier, en Barcelona, fueron los reyes del Paralelo. Tanto es así, que acabó casándose con una corista (una estupenda señora en todos los sentidos) de El Molino.
España (¿aún se llama así?) ha sido cantera de grandes porteros. Sobre todo norteños. Aunque paradójicamente los dos cancerberos considerados como los mejores en su puesto han sido catalanes. Tras Zamora, del Eixample barcelonés, el otro fue Antoni Ramallets del republicano e independiente barrio de Grácia. A Ramallets, en el Campeonato del Mundo de Brasil (la mejor clasificación española), la crítica mundial lo reconoció como el mejor "goleiro" del mundo. Sin discusión. A partir de entonces, Matías Prats padre (o ya abuelo) lo calificó de don. En la puerta española ya no volvió a jugar Ramallets. Era/es, Don Antonio.
Y al igual que don Ricardo, tuvo su película, "Once pares de botas". Uno de los mayores éxitos comerciales del cine español. Porque don Antonio, además de excepcional meta, era un galán. Ha sido el único guardameta en tener un pequeño espejo y un peine en la portería para, después de una arriesgada salida a los pies del contrario, darse media vuelta, coger el espejo, y mirar que estuviera bien peinado.
Abandonaba el campo como había entrado: impecable. Menos una vez que en el desaparecido Las Corts, en un partido copero, un delantero temible del Espanyol, Julián Arcas, le metió cuatro goles. Era el único que le tenía ganada la moral, tanto es así que, antes del partido, don Antonio le pidió a su entrenador que no le alineara. "Que ese (por Arcas) me las mete". Jugó, se los metió y fue la única vez que se olvidó del espejo y el peine.
Lo digo todo ésto, porque ahora, cuando se habla de Casillas, salen algunos medios elevando a la categoría de geniales a porteros que han sido buenos, pero sólo eso, buenos.
Los buenos, buenos, fueron esos dos, que eran algo más que porteros. Y los norteños, desde Vizcaya a Galicia, pasando por Guipúzcoa, ha sido la gran cantera de los cancerberos españoles. Los Eizaguirre marcaron toda una época. Empezó por don Agustin, pasando por el gran Iñaki y acabando por el "sevillano" Guillermo. Fueron excepcionales, en la Real, en el Valencia y en el Sevilla.
Antes de nacer Buyo, Galicia ya tenía su portero de oro: Juan Acuña. A los quince años ya era portero del Depor. Durante años, Barça y Madrid pelearon por su fichaje. Pero Acuña fue siempre fiel a su Depor. Era como aquellos maridos, leales al casamiento: "hasta que la muerte nos separe". Para los gallegos, Acuña ha sido su Zamora. Y después de Acuña, el céltico Manuel Pazos, uno de los porteros más espectaculares que ha dado nuestro fútbol. Juanito Alonso -¡que porterazo!- en el Real Madrid, y Ramallets en la Selección le cerraron la titularidad. Tuvo que triunfar y triunfó en el Atlético de Madrid y en el Elche.
Y los vascos. Punto y aparte. El Athletic encadenó una serie de porteros a cual mejor: Blasco, Lezama, Carmelo (el único en parar un penalty a Kubala y arrear un tortazo a un recogepelotas), Cedrún y Zubizarreta. Impresionantes todos. Sin embargo, el gran mito ha sido, y es -pese a los récords de Zubi- José Angel Iríbar. Al "Chopo" (el primero en sacar una ikurriña en San Mamés) le cantaban en cada partido su canción: "Iríbar, Iríbar, es cojonudo, como Iríbar no hay ninguno". Se permitió el lujo de ganar la primera y única Eurocopa de Naciones que ha ganado España, ante la URSS, acudir a la recepción de Franco y pasearse tranquilamente por Bilbao sin que nadie se lo recordara. Ni todavía se lo recuerdan.
El heredero natural de Iríbar era Cedrún, el hijo de Carmelo. Pero a pesar de hacer una gran campaña en el año de su debú, llegó Clemente y puso a Zubizarreta en contra la opinión de todos. A Cedrún no le tocó otra salida que emigrar pero en el Zaragoza siguió demostrando que era tan bueno como el que más.
La Real Sociedad era siempre el punto de mira de todos los que querían fichar un gran portero. Salieron y triunfaron de todos los modelos. El mejor de todos, por números, ha sido Luis Miguel Arconada, un monstruo. Dos ligas seguidas, que pudieron ser tres, si aquel argentino del Sevilla, Bertoni, no le marca dos goles en la penúltima jornada y les quita una liga a los donostiarras, que la merecieron. En ese partido, Bertoni y el Sevilla se llenaron de billetes blancos que hicieron posible que el Madrid fuera campeón. Fue el año que se hizo famoso el "así, así, así gana el Madrid", y es que se tiró los diez últimos partidos primando a todos los rivales de la Real.
Arconada fue un portero tan formidable que hizo emigrar de su sombra a otros extraordinarios compañeros: Esnaola, Artola, Urruticoechea....Para muchos, Esnaola era el mejor de todos, como lo demostró en el Betis. Pero Arconada se llevó los títulos y la internacionalidad. Y Artola y Urruti, además de internacionales, les tocó en el bombo el Barça.
El talón de aquiles de Arconada fue el equipo nacional. En la Eurocopa de Roma, a pesar de ser elegido el mejor portero del campeonato, tuvo un fallo al principio que nos costó una derrota. Y después en París, en la Eurocopa que se pudo ganar porque contábamos con la "flor de Muñoz", falló en el día clave, en la final.
Pese a todo, Arconada y Iríbar han sido los mejores después de Ramallets y Zamora. Sin olvidarnos de Juanito Alonso (Real Madrid, de unos reflejos extraordinario), José María Busto, santo y seña del Sevilla durante más de una década. o Enrique Yarza, también guipuzcoano, pero el valladar del Zaragoza de "Los magníficos" y los no magníficos.
En los últimos años, Buyo y Cañizares parece que han sido los mejores. Buyo pudo y debió ser más internacional, pero Clemente no fue justo con él. Para Clemente no existía otro que Zubizarreta que era su "apaga y vámonos". Y Cañizares ha topado con la eclosión Casillas, sino, habría sido internacional indiscutible muchos años más. Pero Cañizares topó con Zubi primero e Iker después. Y para colmo, con Koeman y Soler al final, que le impedirán probablemente llegar a los cuarenta años debajo de los postes.
Pero todo, y mucho más, lleva camino camino de quedar eclipsado por Iker Casillas, "San Iker", que a su edad puede batir todos los récords habidos y por haber en el fútbol español. Si las lesiones le respetan, va camino de ser el "Zamora galáctico".
Sólo le falta la película. La publicidad ya la tiene, y por lo que dicen, las mujeres le asedian. Es decir, casi un siglo después, ha vuelto a nacer Ricardo-Iker Zamora-Casillas.
domingo, 6 de enero de 2008
Raúl Tamudo: más que un futbolista.
En Catalunya no es suficiente con ser el mejor, el más eficaz, el más humilde, para merecer los mejores y mayores honores. En Catalunya hay que ser simplemente del Barça para ser reconocido por todos y merecer todas las portadas del mundo. Aunque seas una mierda. No importa. ¡Anda que no he visto -y veo- petardos, saldos, vagos, mantas y maleantes, con la única suerte de haber vestido unas horas la camisola azulgrana, para pasar a la historia!. Y los socios y aficionados barcelonistas tragando y tragando porque el presidente y el periodista de turno les ha elevado a los altares al paquete pagado en oro.
Pero es del Barça.
Viene a cuento porque si un jugador catalán (aunque para algunos sea del "País de los Xarnegos", Santa Coloma de Gramanet) ha hecho ya suficiente méritos para ser más que un futbolista, y más que lo que más, es Raúl Tamudo. Con la desgracia - o la fortuna- de haber vestido de blanquiazul, lo que es sinónimo de carecer de dinero, de influencias, de mercado y de prensa.
Pero lo que ha hecho -y le queda por hacer- Raúl Tamudo en los diez años que lleva como icono del españolismo, tendría que haber sido inmortalizado ya. ¡Lástima que Joan Manuel Serrat, culé de los buenos, no tenga un día la debilidad de inmortalizarlo!. Serrat es capaz de eso y mucho más. Otros, no. Pero Serrat sí.
El Espanyol en su centenaria vida ha tenido sus ídolos. El más grande de todos, Ricardo Zamora. Después del mito, ha tenido otros grandes ídolos. Pero ninguno como el considerado en su día, y por todos, como el mejor portero del mundo. Ha tenido y tiene leyendas. Argilés fue el que más jugó, pero pegaba demasiado como para exhibirlo en la historia. Vicente Parra es otra leyenda pero le pasaba todo lo contrario que a Argilés: era excesivamente noble. No fue el mejor defensa central de España porque los seleccionadores prefirieron "las tijeretas y el aquí estoy de Gustavo Biosca" que atemorizaba a los rivales. Pero Parra fue mejor jugador, y la afición españolista así lo recuerda.
Ha tenido otros nombres que siempre están en la mente de todos: Crisanto Bosch, Ricardo Teruel, Alberto Martorell, Julián Arcas, Marcel Domingo, Marcet.....José María, un talento irrepetible, maestro de "Los Delfines". Todos estos jugadores son leyendas del españolismo, como Dani Solsona (que pudo serlo más pero tenía prisa por abandonar Sarriá), N´Kono, Lauridsen o Pochettino.
Pero ninguno como Raúl Tamudo. Es el mito. Como lo fue Zamora. Uno parando y otro goleando. La grandeza de Zamora es que fue del Barça y del Madrid, y pudiendo seguir en uno y otro club -es al único jugador de la época que le daban hasta la esposa para que renovara- siempre acabó regresando a Sarriá. Zamora, a pesar de sus éxitos en Les Corts y en Chamartín, siempre se le identificó con el Espanyol.
Después de Don Ricardo, y a pesar de todas las leyendas -y otras muchas mas-
no ha habido otro como Raúl Tamudo. La directiva blanquiazul, por muy gordo que le caiga Paco Flores, siempre le deberá agradecer la valentía y decisión que tuvo con la imposición del actual ídolo del españolismo.
Decía Javier Clemente en una reciente tertulia que "Tamudo es el mejor delantero centro que ha dado España en los últimos ocho años". Y argumentaba sus razonamientos, en los que destacaba su velocidad, valentía y sobre todo listeza. Es así. Tamudo, como chico de barrio, es el más listo para los recados. Y eso que le han pegado palos, y le siguen pegando. Pero siempre se levanta y sigue dando la cara.
Es hora ya de que la prensa barcelonesa se digne a mirar a lo que únicamente no es galáctico, y tenga la suficiente humildad de fijarse también en los nacidos en Santa Coloma de Gramanet que, como el Sur, también existe.
¿Qué tiene qué hacer más, dentro del campo, o si quieren algunos fuera del campo, para que Raúl Tamudo sea tratado mediaticamente como el último de la plantilla blaugrana....?
Que lo digan, que se lo diremos. Porque más, mucho más de lo que hace, es ya casi imposible de hacer con el balón en los pies y con el pundonor, corazón y talento que ha venido evidenciando, partido tras partido, cojo o lesionado, desde aquel 23 de marzo de 1997 cuando debutó con el Español en Alicante y marcó ya su primer gol decisivo.
¿Qué hay qué hacer....?
Pero es del Barça.
Viene a cuento porque si un jugador catalán (aunque para algunos sea del "País de los Xarnegos", Santa Coloma de Gramanet) ha hecho ya suficiente méritos para ser más que un futbolista, y más que lo que más, es Raúl Tamudo. Con la desgracia - o la fortuna- de haber vestido de blanquiazul, lo que es sinónimo de carecer de dinero, de influencias, de mercado y de prensa.
Pero lo que ha hecho -y le queda por hacer- Raúl Tamudo en los diez años que lleva como icono del españolismo, tendría que haber sido inmortalizado ya. ¡Lástima que Joan Manuel Serrat, culé de los buenos, no tenga un día la debilidad de inmortalizarlo!. Serrat es capaz de eso y mucho más. Otros, no. Pero Serrat sí.
El Espanyol en su centenaria vida ha tenido sus ídolos. El más grande de todos, Ricardo Zamora. Después del mito, ha tenido otros grandes ídolos. Pero ninguno como el considerado en su día, y por todos, como el mejor portero del mundo. Ha tenido y tiene leyendas. Argilés fue el que más jugó, pero pegaba demasiado como para exhibirlo en la historia. Vicente Parra es otra leyenda pero le pasaba todo lo contrario que a Argilés: era excesivamente noble. No fue el mejor defensa central de España porque los seleccionadores prefirieron "las tijeretas y el aquí estoy de Gustavo Biosca" que atemorizaba a los rivales. Pero Parra fue mejor jugador, y la afición españolista así lo recuerda.
Ha tenido otros nombres que siempre están en la mente de todos: Crisanto Bosch, Ricardo Teruel, Alberto Martorell, Julián Arcas, Marcel Domingo, Marcet.....José María, un talento irrepetible, maestro de "Los Delfines". Todos estos jugadores son leyendas del españolismo, como Dani Solsona (que pudo serlo más pero tenía prisa por abandonar Sarriá), N´Kono, Lauridsen o Pochettino.
Pero ninguno como Raúl Tamudo. Es el mito. Como lo fue Zamora. Uno parando y otro goleando. La grandeza de Zamora es que fue del Barça y del Madrid, y pudiendo seguir en uno y otro club -es al único jugador de la época que le daban hasta la esposa para que renovara- siempre acabó regresando a Sarriá. Zamora, a pesar de sus éxitos en Les Corts y en Chamartín, siempre se le identificó con el Espanyol.
Después de Don Ricardo, y a pesar de todas las leyendas -y otras muchas mas-
no ha habido otro como Raúl Tamudo. La directiva blanquiazul, por muy gordo que le caiga Paco Flores, siempre le deberá agradecer la valentía y decisión que tuvo con la imposición del actual ídolo del españolismo.
Decía Javier Clemente en una reciente tertulia que "Tamudo es el mejor delantero centro que ha dado España en los últimos ocho años". Y argumentaba sus razonamientos, en los que destacaba su velocidad, valentía y sobre todo listeza. Es así. Tamudo, como chico de barrio, es el más listo para los recados. Y eso que le han pegado palos, y le siguen pegando. Pero siempre se levanta y sigue dando la cara.
Es hora ya de que la prensa barcelonesa se digne a mirar a lo que únicamente no es galáctico, y tenga la suficiente humildad de fijarse también en los nacidos en Santa Coloma de Gramanet que, como el Sur, también existe.
¿Qué tiene qué hacer más, dentro del campo, o si quieren algunos fuera del campo, para que Raúl Tamudo sea tratado mediaticamente como el último de la plantilla blaugrana....?
Que lo digan, que se lo diremos. Porque más, mucho más de lo que hace, es ya casi imposible de hacer con el balón en los pies y con el pundonor, corazón y talento que ha venido evidenciando, partido tras partido, cojo o lesionado, desde aquel 23 de marzo de 1997 cuando debutó con el Español en Alicante y marcó ya su primer gol decisivo.
¿Qué hay qué hacer....?
viernes, 4 de enero de 2008
Basora, la deuda eterna.
Si tienes paciencia, lee esta historia. Si preguntas a tu padre o a tu abuelo por Estanislao Basora, no sólo sabrán quién es sino que les entusiasmará hablar de él. Basora ha sido al Barça lo que Gento al Madrid. No tan veloz en la banda. Pero con mayor talento. Y mejor, infinitamente mejor, a la hora de centrar balones. Como él, ninguno.
Este año se cumplen cincuenta años de su retirada. Fue un 29 de junio de 1958, la misma tarde que un jovencísimo Pelé de 17 años acaparaba las páginas de todo el mundo al proclamarse Brasil campeona del Mundo en Suecia. A miles de kilómetros al sur de Estocolmo, esto es, Barcelona, se jugaba un encuentro amistoso entre el Barcelona y el Enscheder, campeón holandés. Ganó el Barça por 8 a 3, con un festival de jugadas, centros y pases de gol del "noi" de Manresa (de Colonia Valls).
Era su último partido con la camiseta blaugrana. Atrás quedaban once temporadas de indiscutible titularidad. 373 partidos. 153 goles. Cuatro ligas y tres Copas conquistadas. Figurar en el once ideal del Mundial de Brasil 50. Una majestuosa exhibición en el Parque de los Príncipes de París la tarde que España goleó a Francia (1-5) con cuatro goles de su autoría que hizo que los galos se rindieran a sus pies mientras el más prestigioso diario universal de deportes, "L´Equipe", le dedicaba el gran titular calificándole como "el héroe de Colombes"...
Basora vivió los grandes años del Barça. Los de Samitier, que fue quien le dió la oportunidad; los de las ligas del uruguayo Enrique Fernández; los de las ligas y épicas del checo Fernando Daucik y Ladislao Kubala. Y formó parte de la más famosa delantera azulgrana de todos los tiempos, la inmortalizada por Joan Manuel Serrat: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. Además vivió y colaboró activamente en la tarde más gloriosa de Kubala, la que en un encuentro de Liga el Barça batió al Sporting de Gijón, con siete goles -¡¡siete!!- de Kubala. (¡Ah, si los llega a meter Cruyff!...)
Basora lo vivió todo. Incluso tuvo el valor de salir a jugar, cuando su padre, un importante administrador de una de las más importantes empresas textiles de la época, era asesinado por unos delicuentes que entraron a robar.
Fue un golpe tremendo. Tremendísimo. Pero Basora sacó fuerzas de flaqueza para ser el mejor siete del Barça, de Catalunya, de España y de Europa. No ha habido otro extremo derecho como él. Algunos citaran a Kopa o a Best, pero ni uno ni otro eran propiamente extremos, como antes se entendía al que corría la banda, pasaba bien, centraba mejor y no era chupón. Es decir, todo lo contrario de los Joaquín de turno, que es lo que ven las generaciones actuales.
Los que saben dicen que sólo ha habido un extremo superior a Basora en su banda, el brasileño Garrincha, con mejor dribling que el catalán, pero también con menos talento, dentro y fuera del campo.
Basora, que fue Basora I, a quien arruinó la carrera fue a su hermano menor, otro extroardinario extremo que por la presencia de su hermano no pudo hacerse nunca con la titularidad. Siempre que jugaba con el primer equipo del Barça lo hacía bien, pero lo hacía muy poco porque su hermano Estanislao nunca se lesionaba.
Cuando Basora, o Basora I, decidió retirarse, es decir ahora hace cincuenta años, el presidente que mandaba, Francesc Miró-Sans le prometió de palabra y por escrito un partido de homenaje. Era lo que se llevaba por entonces. Pero aquel homenaje....nunca ha llegado.
A Miró-Sans le sustituyó Juliá de Capmany (provisionalmente), después Llaudet, más tarde Narcís de Carreras, después Montal II, luego Raimon Carrasco (accidentalmente), a continuación Núñez, para seguir Gaspart, el interino Reyna y hasta llegar a Laporta.
Ninguno de ellos, pero ninguno, ha sido capaz de cumplir con la promesa que hace medio siglo un presidente del club se comprometió con el mejor extremo derecho que ha dado la historia de la Entidad, sin olvidar a Vicenç Piera.
Es sencillamente vergonzoso que unos presidentes que han homenajeado a todo y a todos (y mejor no remover nombres) no hayan tenido la sensibilidad para uno de sus más grandes glorias.
Para que lo sepas, hijo o nieto, de quien o quienes le vieron jugar.
Este año se cumplen cincuenta años de su retirada. Fue un 29 de junio de 1958, la misma tarde que un jovencísimo Pelé de 17 años acaparaba las páginas de todo el mundo al proclamarse Brasil campeona del Mundo en Suecia. A miles de kilómetros al sur de Estocolmo, esto es, Barcelona, se jugaba un encuentro amistoso entre el Barcelona y el Enscheder, campeón holandés. Ganó el Barça por 8 a 3, con un festival de jugadas, centros y pases de gol del "noi" de Manresa (de Colonia Valls).
Era su último partido con la camiseta blaugrana. Atrás quedaban once temporadas de indiscutible titularidad. 373 partidos. 153 goles. Cuatro ligas y tres Copas conquistadas. Figurar en el once ideal del Mundial de Brasil 50. Una majestuosa exhibición en el Parque de los Príncipes de París la tarde que España goleó a Francia (1-5) con cuatro goles de su autoría que hizo que los galos se rindieran a sus pies mientras el más prestigioso diario universal de deportes, "L´Equipe", le dedicaba el gran titular calificándole como "el héroe de Colombes"...
Basora vivió los grandes años del Barça. Los de Samitier, que fue quien le dió la oportunidad; los de las ligas del uruguayo Enrique Fernández; los de las ligas y épicas del checo Fernando Daucik y Ladislao Kubala. Y formó parte de la más famosa delantera azulgrana de todos los tiempos, la inmortalizada por Joan Manuel Serrat: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. Además vivió y colaboró activamente en la tarde más gloriosa de Kubala, la que en un encuentro de Liga el Barça batió al Sporting de Gijón, con siete goles -¡¡siete!!- de Kubala. (¡Ah, si los llega a meter Cruyff!...)
Basora lo vivió todo. Incluso tuvo el valor de salir a jugar, cuando su padre, un importante administrador de una de las más importantes empresas textiles de la época, era asesinado por unos delicuentes que entraron a robar.
Fue un golpe tremendo. Tremendísimo. Pero Basora sacó fuerzas de flaqueza para ser el mejor siete del Barça, de Catalunya, de España y de Europa. No ha habido otro extremo derecho como él. Algunos citaran a Kopa o a Best, pero ni uno ni otro eran propiamente extremos, como antes se entendía al que corría la banda, pasaba bien, centraba mejor y no era chupón. Es decir, todo lo contrario de los Joaquín de turno, que es lo que ven las generaciones actuales.
Los que saben dicen que sólo ha habido un extremo superior a Basora en su banda, el brasileño Garrincha, con mejor dribling que el catalán, pero también con menos talento, dentro y fuera del campo.
Basora, que fue Basora I, a quien arruinó la carrera fue a su hermano menor, otro extroardinario extremo que por la presencia de su hermano no pudo hacerse nunca con la titularidad. Siempre que jugaba con el primer equipo del Barça lo hacía bien, pero lo hacía muy poco porque su hermano Estanislao nunca se lesionaba.
Cuando Basora, o Basora I, decidió retirarse, es decir ahora hace cincuenta años, el presidente que mandaba, Francesc Miró-Sans le prometió de palabra y por escrito un partido de homenaje. Era lo que se llevaba por entonces. Pero aquel homenaje....nunca ha llegado.
A Miró-Sans le sustituyó Juliá de Capmany (provisionalmente), después Llaudet, más tarde Narcís de Carreras, después Montal II, luego Raimon Carrasco (accidentalmente), a continuación Núñez, para seguir Gaspart, el interino Reyna y hasta llegar a Laporta.
Ninguno de ellos, pero ninguno, ha sido capaz de cumplir con la promesa que hace medio siglo un presidente del club se comprometió con el mejor extremo derecho que ha dado la historia de la Entidad, sin olvidar a Vicenç Piera.
Es sencillamente vergonzoso que unos presidentes que han homenajeado a todo y a todos (y mejor no remover nombres) no hayan tenido la sensibilidad para uno de sus más grandes glorias.
Para que lo sepas, hijo o nieto, de quien o quienes le vieron jugar.
miércoles, 2 de enero de 2008
2008: Las mismas campanas del 2007.
Hemos empezado un nuevo año, y a pesar de cambiar uvas por pasas, la vida sigue igual, como decía/cantaba Julio Iglesias. Los programas "ding dong" de final de año de las televisiones, peores que nunca, incluida "la nostra" (TV3) que ya es patética, además de manipuladora en lo deportivo, en lo social y en lo político.
De todas las campanas que han dado la bienvenida al nuevo año, una excepción. La mejor. El recital ofrecido por Canal + "Don pájaros de un tiro" a cargo de los siempre inconmensurables e insuperables Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Lo mejor de lo mejor. Y eso que los responsables de la retransmisión no estuvieron a la altura en el sonido, lo único que no puede fallar en una transmisión. Pero, a pesar de eso, lo mejor de la despedida y de la llegada del año.
El fútbol, su reinicio, no fue desde luego ni Serrat ni Sabina. Ni tan siquiera la repitición de Raphael del año anterior. El fútbol comenzó como se fue. Con palos a Ronaldinho. Como esperaban que se retrasara a su regreso y no lo hizo, le han atizado porque se ha lesionado. Etoo y Henry han pasado -como siempre- de puntillas. Los palos, al mono, quizás mentalizando ya a la afición de lo que viene. Si las televisiones fueron demoledoras con el brasileño, uno de los ideólogos del laportismo, Anton M. Espadaler, dió la bienvenida al gaúcho, en nombre de la directiva, con otra crítica-aviso al brasileño y a su inseprable amigo Messi.
El botafumeiro del laportismo, oséase el Espadaler de turno que se turna con el llamado chef del "Drolma" para ver quién dora más la pelota al presidente, ha comenzado el año como lo acabó: en contra del ídolo que ha cambiado la historia del club en los últimos años. Y, de paso, a ver si puede llevarse también al amigo inseparable del gaucho, el nuevo ídolo, Messi.
Ya sabemos pues como van a tocar las campanas del año que ha comenzado. Igual que han acabado. Y con la misma mala uva de los de siempre, los que se hinchan de canapés en el palco a costa de los socios. Nos espera más de lo mismo. Con Ezquerro marcando goles al "Alcoyano de turno". Algún día marcará alguno en partido serio. Este sí que lleva tres años al sol, pero pagado.
Con Guti demostrando que es un genio ante...el Alicante. Y con Tamudo, para no variar, marcando goles decisivos. Como siempre.
Es decir: todo igual.
Unos todavía con resaca de las vacaciones y otros -los ingleses- como si fueran de la NBA jugando como Gasol y Calderon día sí y día también durante las Navidades. Gracias a los currantes baloncestistas y a los Cesc Fábregas, Fernando Torres, Almunia....y a los Serrat, Sabina y Raphael, y a la nueva Pantera Rosa, hemos superado lo insuperable, las Navidades.
De todas las campanas que han dado la bienvenida al nuevo año, una excepción. La mejor. El recital ofrecido por Canal + "Don pájaros de un tiro" a cargo de los siempre inconmensurables e insuperables Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Lo mejor de lo mejor. Y eso que los responsables de la retransmisión no estuvieron a la altura en el sonido, lo único que no puede fallar en una transmisión. Pero, a pesar de eso, lo mejor de la despedida y de la llegada del año.
El fútbol, su reinicio, no fue desde luego ni Serrat ni Sabina. Ni tan siquiera la repitición de Raphael del año anterior. El fútbol comenzó como se fue. Con palos a Ronaldinho. Como esperaban que se retrasara a su regreso y no lo hizo, le han atizado porque se ha lesionado. Etoo y Henry han pasado -como siempre- de puntillas. Los palos, al mono, quizás mentalizando ya a la afición de lo que viene. Si las televisiones fueron demoledoras con el brasileño, uno de los ideólogos del laportismo, Anton M. Espadaler, dió la bienvenida al gaúcho, en nombre de la directiva, con otra crítica-aviso al brasileño y a su inseprable amigo Messi.
El botafumeiro del laportismo, oséase el Espadaler de turno que se turna con el llamado chef del "Drolma" para ver quién dora más la pelota al presidente, ha comenzado el año como lo acabó: en contra del ídolo que ha cambiado la historia del club en los últimos años. Y, de paso, a ver si puede llevarse también al amigo inseparable del gaucho, el nuevo ídolo, Messi.
Ya sabemos pues como van a tocar las campanas del año que ha comenzado. Igual que han acabado. Y con la misma mala uva de los de siempre, los que se hinchan de canapés en el palco a costa de los socios. Nos espera más de lo mismo. Con Ezquerro marcando goles al "Alcoyano de turno". Algún día marcará alguno en partido serio. Este sí que lleva tres años al sol, pero pagado.
Con Guti demostrando que es un genio ante...el Alicante. Y con Tamudo, para no variar, marcando goles decisivos. Como siempre.
Es decir: todo igual.
Unos todavía con resaca de las vacaciones y otros -los ingleses- como si fueran de la NBA jugando como Gasol y Calderon día sí y día también durante las Navidades. Gracias a los currantes baloncestistas y a los Cesc Fábregas, Fernando Torres, Almunia....y a los Serrat, Sabina y Raphael, y a la nueva Pantera Rosa, hemos superado lo insuperable, las Navidades.
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